Consultora de la FAO.

organizacionesClaudia García Ayala es consultora de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Su trabajo, esencialmente, “consiste en estos momentos en colaborar con los países para que cumplan los objetivos que nos hemos marcado para 2016, en identificar lo que necesitan para conseguirlo y cómo podemos apoyarlos y en evaluar el impacto de las medidas desde el punto de vista no solo de la sostenibilidad sino también del coste y del impacto que un sector pueda tener en otros”.

Ella era internacional desde el principio y el acceso a dos grandes idiomas lo tenía en su propia casa. Estadounidense, aunque sus padres son mexicanos, se licenció en Negocios Internacionales en la Universidad Tecnológica de Tennessee y aprovechó un curso en el extranjero para conocer una cultura distinta a la suya como la del Viejo Continente, ver más de cerca el trabajo de las instituciones globales y contactar con profesionales o candidatos que optasen a un puesto en ellas. Eligió Viena porque allí es donde se encuentran las sedes de, por ejemplo, la Agencia Internacional de la Energía Atómica,  el Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados o el Consejo de Europa.

Claudia Garcia Ayala
Claudia Garcia Ayala

Después, “convencida de que necesitaba una formación más amplia en otros aspectos de las relaciones internacionales que no fuesen ni puramente económicos ni empresariales”, decidió afianzar su formación en el Máster en Asuntos Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas, donde fue delegada de su clase.

Su tesina de fin de máster, que realizó bajo la dirección de la cátedra BP de Energía y Sostenibilidad liderada por el profesor de ICADE  del Instituto Tecnológico de Massachusetts, José Ignacio Pérez Arriaga,  la ayudó a especializarse más en el ámbito de la energía. También aprovechó para ello las prácticas que le dieron gracias al máster en el Departamento de Asuntos Globales de la petrolera Repsol.

Claudia recuerda que su estancia justo coincidió con “un momento especialmente interesante, porque Argentina acababa de expropiar YPF a Repsol y eso afectaba también al enorme yacimiento de Vaca Muerta”. Se considera que Argentina puede convertirse en una de las mayores potencias productoras mundiales de gas de esquisto gracias en gran medida a lo que esconden las entrañas de Vaca Muerta. Repsol sufrió uno de los golpes financieros más duros de su historia.

En agosto, cuando ya había terminado las prácticas y estaba dando las últimas pinceladas a su tesina, consiguió una beca en la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Allí, advierte Claudia, “me ocupé sobre todo de asistir en la organización de la Conferencia Internacional de Desarrollo Sostenible Río+20 y de programas relacionados con lo que se llamaba ‘Energía Sostenible para Todos’”.

Después de superar la prueba de la beca, que incluía sobrevivir al legendario calor romano que derrite hasta los monumentos, se incorporó a la FAO como consultora. No tenía un puesto fijo, pero tampoco necesitaba superar las oposiciones. “Entonces, era 2012, me ocupé de algo parecido a lo que hago ahora, es decir, ayudar a los países a mitigar las emisiones de CO2 en el sector agrícola, a que se adapten mejor al cambio climático y a garantizar la seguridad alimentaria”.

Claudia reconoce que la competitividad es alta para entrar en organizaciones internacionales como la FAO, que a veces depende de estar en el momento y en el lugar adecuado y que son requisitos imprescindibles una sólida formación académica, dominar como mínimo dos idiomas, haber tenido experiencia internacional y en instituciones internacionales, estar abierto a viajar con mucha frecuencia, ser flexible y disfrutar tejiendo redes de contactos. “También es esencial aprender a gestionar bien las diferencias culturales, que a veces dan lugar a muchos malentendidos en organismos donde todos venimos de países distintos”.

 

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