The Sleepwalkers

Christopher Clark
697 páginas
Penguin Books, Londres, 2013


¿Cuáles fueron las causas reales que llevaron al mundo a la Gran Guerra?

1914
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En la medianoche del 11 de junio de 1903, 28 oficiales del Ejército serbio irrumpieron en el Palacio Real de Belgrado. Tras desarmar a los centinelas, volaron con una carga de dinamita las puertas del dormitorio real. En cuanto descubrieron la cámara secreta en la que se habían escondido los reyes, los conjurados asesinaron a sangre fría al rey Alexandar Obrenovic y a su esposa, Draga Masin, y despedazaron sus cuerpos a golpes de espada y bayoneta. El cadáver de la reina fue arrojado desde un balcón a los jardines del palacio.

Alexandar, el último rey de la dinastía Obrenovic, que reinó la mayor parte del tiempo desde que en 1817 Serbia se convirtió en un principado vasallo del Imperio Otomano, fue sustituido por Petar I Karadjordevic, heredero de la familia rival de los Obrenovic. Pero en realidad, el poder detrás del trono lo ejerció desde entonces la camarilla ultranacionalista regicida: la Ujedinjenje ili Smrt (“la mano negra”), que tuvo un papel clave en la conspiración que condujo al asesinato en Sarajevo, el 28 de junio de 1914, del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona del Imperio Austro-Húngaro.

El magnicidio sirvió de detonante de la I Guerra Mundial, fruto de la más fatídica cadena de errores colectivos en la historia de las relaciones internacionales. Es difícil imaginar, un siglo después, la magnitud de la tragedia. Más del 35% de los alemanes que tenían entre 19 y 22 años en 1914 murieron en los cuatro años y medio siguientes. Para Francia, el balance fue incluso peor: la mitad de los franceses que tenían entre 20 y 32 años en 1914 habían muerto cuando se firmó el armisticio, en noviembre de 1918.

Los ecos de la Gran Guerra son audibles –literalmente– hasta hoy. Entre 1914 y 1918 se dispararon unos 700 millones de cargas de artillería solo en el frente occidental, un 15% de las cuales no explotaron. Son contados los años en los que todavía no muere alguien en Francia o Bélgica por las explosiones de esos restos bélicos. Solo en 1991 murieron 36 personas debido a que las obras para una nueva línea de trenes de alta velocidad desenterró muchas de ellas. Cada año, artificieros franceses, los llamados démineurs, destruyen 900 toneladas de municiones sin explotar de la Guerra. Desde 1946, más de 630 han muerto cumpliendo esa labor.

Las conmemoraciones del centenario

La Gran Guerra se ha convertido en el mayor símbolo de la brutalidad y la deshumanización de la guerra industrializada, en la que el individuo es aplastado por la potencia de fuego de la artillería, las ametralladoras, los gases venenosos, los lanzallamas, los tanques y el barro.

El conflicto segó la vida de unos 20 millones de civiles y militares y ...