Cientos de miles de personas han muerto en Sudán,
y al menos otro millón ha huido de sus casas, desde que, a mediados
de 2003, estalló la rebelión en Darfur, al oeste del país.
El horror está servido, se llame o no genocidio a lo que allí está ocurriendo.

Pero no sólo los habitantes de Darfur están en grave peligro.
Los nubios, también en Sudán; los kachin, los karen y
la oposición democrática, en Myanmar (antigua Birmania);
y los bereberes, en Argelia, entre otros, también están
en situación de alarma de genocidio, según el estudio Paz
y Conflicto 2005
, dirigido por Ted Gurr y Monty Marshall, publicado
por el Centro para el Desarrollo Internacional y la Gestión de
Conflictos de la Universidad de Maryland (EE UU).

Los tres países comparten el triste primer puesto del ranking del
peligro porque sólo se libran de uno de los siete factores de
riesgo: ninguno está dominado por una minoría étnica.
Del resto de indicadores no han podido escapar: han sufrido genocidios
con posterioridad a 1945, insurrecciones políticas en los últimos
15 años, son regímenes autocráticos y países
poco abiertos económicamente en los que -y éste es
el factor añadido más recientemente- se discrimina
económica o políticamente, de forma severa, a alguna minoría.

Esta especie de índice de probabilidad no avisa de cuándo
se van a producir los próximos episodios de masacres políticas
o étnicas, pero sí clarifica dónde hay que concentrar
los esfuerzos de prevención para que nunca más vuelva a
perderse una generación en África, Asia o Latinoamérica.
Si la comunidad internacional la utiliza para impedir miles de muertes,
esta tabla será, como la de Schindler, la lista del "bien
absoluto".


Cientos de miles de personas han muerto en Sudán,
y al menos otro millón ha huido de sus casas, desde que, a mediados
de 2003, estalló la rebelión en Darfur, al oeste del país.
El horror está servido, se llame o no genocidio a lo que allí está ocurriendo.

Pero no sólo los habitantes de Darfur están en grave peligro.
Los nubios, también en Sudán; los kachin, los karen y
la oposición democrática, en Myanmar (antigua Birmania);
y los bereberes, en Argelia, entre otros, también están
en situación de alarma de genocidio, según el estudio Paz
y Conflicto 2005
, dirigido por Ted Gurr y Monty Marshall, publicado
por el Centro para el Desarrollo Internacional y la Gestión de
Conflictos de la Universidad de Maryland (EE UU).

Los tres países comparten el triste primer puesto del ranking del
peligro porque sólo se libran de uno de los siete factores de
riesgo: ninguno está dominado por una minoría étnica.
Del resto de indicadores no han podido escapar: han sufrido genocidios
con posterioridad a 1945, insurrecciones políticas en los últimos
15 años, son regímenes autocráticos y países
poco abiertos económicamente en los que -y éste es
el factor añadido más recientemente- se discrimina
económica o políticamente, de forma severa, a alguna minoría.

Esta especie de índice de probabilidad no avisa de cuándo
se van a producir los próximos episodios de masacres políticas
o étnicas, pero sí clarifica dónde hay que concentrar
los esfuerzos de prevención para que nunca más vuelva a
perderse una generación en África, Asia o Latinoamérica.
Si la comunidad internacional la utiliza para impedir miles de muertes,
esta tabla será, como la de Schindler, la lista del "bien
absoluto".