Una mujer chií saudí durante una protesta por la ejecución del clérigo chií Nimr al Nimr. STR/AFP/Getty Images
Una mujer chií saudí durante una protesta por la ejecución del clérigo chií Nimr al Nimr. STR/AFP/Getty Images

A día de hoy no parece muy probable la implosión del país, pero hay muchos factores, entre ellos las crecientes tensiones con Irán, que alimentan la inestabilidad.

The Ambassador’s Wife’s Tale

Julia Miles

Eye books, 2015

Saudi Arabia, a Kingdom in Peril

Paul Aarts and Carolien Roelants

Hurst 2015

Muted Modernists: The Struggle over Divine Politics in Saudi Arabia

Madawi al Rasheed

Hurst 2015

Durante más de tres décadas, desde la revolución iraní de 1979, Arabia Saudí ha sido el firme aliado de Occidente. El reino está considerado todavía como el líder de una amplia alianza suní, un actor fundamental en cualquier plan para poner fin a la guerra civil en Siria y un factor importante en la lucha contra el yihadismo. Para la mayoría de los responsables políticos en Londres, París y Washington, la teocracia que gobierna desde Riad es infinitamente preferible a cualquier otra cosa con más posibilidades de proximidad a Daesh. En definitiva, más vale lo malo conocido.

La lógica más inmediata puede dictar la necesidad de prolongar una alianza con Arabia Saudí pero, en el futuro, Irán, un país de 80 millones de habitantes que presume de una civilización muy antigua, una clase media occidentalizada y una sociedad más abierta y pluralista ofrece más que el medievalismo característico del islam suní que, en su vertiente extrema wahabí, practica la Casa de Saúd.  Esta es la paradoja de la política occidental, un asunto del que no se habla y que explica la creciente fragilidad de las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí.

Para muchos observadores de la política internacional, “mañana es otro país”, pero otros son menos comprometedores. Para el periodista argelino Kamel Daoud, Arabia Saudí es un Daesh blanco. El Daesh negro corta cabezas, destruye el patrimonio común de la humanidad y aborrece la arqueología, a las mujeres y a los no musulmanes. La versión blanca viste mejor pero hace lo mismo. En su lucha contra el terrorismo, Occidente combate contra un Daesh pero le da la mano al otro. Kamel Daoud cree que, para proteger la alianza con Arabia Saudí, preferimos olvidar que el reino está coaligado con un clero religioso que produce, legitima y difunde el mismo tipo de islam ultrapuritano del que se alimenta el Estado Islámico. Es una opinión que comparten en privado muchos altos cargos de Occidente, sobre todo en las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia.

Hace poco más de 40 años, Fred Halliday predijo el fin de un régimen que ha tratado durante años de modernizar su sociedad al tiempo que lidia con un sistema de creencias fundamentalista, anclado en las enseñanzas de un fanático predicador del siglo XVIII, y las demandas inagotables de una poderosa familia que hoy comprende más de 5.000 príncipes; con tales cifras, la propia palabra príncipe ha perdido todo significado. No son tan audaces dos libros recientes dedicados a las presiones externas e internas, ...