Vista general de instalaciones petroleras en Arabia Saudí. Bilal Qabalan/AFP/Getty Images
Vista general de instalaciones petroleras en Arabia Saudí. Bilal Qabalan/AFP/Getty Images

El precio del crudo cayó a su nivel más bajo en cuatro años arrastrado por numerosos factores, pero fundamentalmente porque Riad así lo decidió. ¿Por qué?

El reino saudí, con una producción en torno a los 9,6 millones de barriles de petróleo al año, actúa desde hace varios años como una especie de banco central mundial del crudo al ser el único país capaz de abrir y cerrar el grifo a voluntad. Lo que ha cambiado son sus prioridades, hoy más geopolíticas que económicas.

Si bien es cierto que la salud fiscal de Arabia Saudí sigue debilitándose, como bien lo indican los informes del Fondo Monetario Internacional (FMI), el país está sobrado después de más de una década de bonanza petrolera, a pesar de la crisis, y puede aguantar precios aún más bajos durante un tiempo sin amenazar su economía.

Las maniobras de Riad, tanto en el mercado del oro negro como en el ámbito diplomático, exteriorizan que su prioridad, por encima de la economía, es proteger sus intereses estratégicos en Oriente Medio, desde la lucha contra el Estado Islámico hasta aupar a Egipto y debilitar a Irán.

En definitiva, los saudís tienen margen para soportar precios bajos del petróleo mientras exista un beneficio geopolítico. Su estrategia no es descabellada, aunque confunda a los mercados en lo que pareciera ser un despropósito. Arabia Saudí está aprendiendo a usar su músculo petrolero no solo para influir en la economía mundial, sino directamente en sus prioridades estratégicas. Y forzar una bajada del precio del crudo cumple varios objetivos.

 

La prioridad geopolítica

Este no ha sido un buen año para Arabia Saudí. En Siria los extremistas islámicos se apoderaron de la rebelión contra el régimen proiraní y alauí de Bashar al Assad y la propagaron a Irak y sus fronteras árabes para formar el Estado Islámico, indiscutiblemente la mayor preocupación saudí –y de todos– a corto plazo.

Su máximo rival por la hegemonía regional, Irán, ha mejorado su posición aunque esté igualmente abrumado por el EI. Logró evitar la caída de Assad, imponer un gobierno chií en Irak, ganar la lealtad de los kurdos y avanzar en las negociaciones con Occidente. También ha estrechado lazos con China y Rusia en el proceso, y ha comenzado a recuperar su renta petrolera a medida que el aislamiento diplomático se suaviza.

Riad también ha tenido reveses en su propio vecindario. Está peleado con su socio árabe y vecino Catar, con el que congeló relaciones por múltiples disputas. En Yemen los rebeldes houtis alineados con Teherán también han logrado entrar en el Gobierno tras varias victorias militares, mientras que la amenaza de Al Qaeda aumenta en su frontera. En Líbano su enemigo Hezbolá, del eje iraní, se ha consolidado, así como Hamás, que salió airoso de la última invasión israelí.

Quizá su única victoria ha sido en Egipto, en todo caso, una de las más importantes. Un régimen aliado en El Cairo es indispensable para ...