Ha sido un año difícil para los biocombustibles. Se les ha responsabilizado del aumento de los precios de los alimentos, de la deforestación y del incremento de las emisiones de CO2. Así que ya están estudiándose insólitas fuentes para el próximo boom de combustibles verdes.
Kudzu
ESTADÍSTICAS: la especie invasora por excelencia en EE UU podría producir más de 2.000 litros de etanol por hectárea, una cifra similar a la del maíz.
SITUACIÓN: en fase de investigación. Lograr grandes cantidades resulta difícil porque sus raíces son profundas y crece en las laderas de las montañas. Pero, dado que puede crecer más de metro y medio a la semana, el suministro no debería ser un problema.
Adormidera
ESTADÍSTICAS: las más de 150.000 hectáreas de adormideras afganas podrían producir 100.000 toneladas de biodiésel, cerca del 2,5% de la demanda global actual.
SITUACIÓN: en curso. La idea goza de popularidad entre quienes están en contra de las drogas, y además es viable. En Tasmania hay una planta de biodiésel de semilla de amapola, y la agencia científica australiana espera invertir en Afganistán.
Basura
ESTADÍSTICAS: con el procesamiento de 90.000 toneladas de basura podrían producirse unos cuarenta millones de litros de etanol, para llenar los depósitos de los 750.000 automóviles flex-fuel (que utilizan gasolina o etanol).
SITUACIÓN: luz verde. El año pasado se aprobaron en Canadá y EE UU varias plantas de transformación de basura en etanol. ¿Qué ventaja tiene? Es la opción más económica: la basura es gratis y abundante.
Algas
ESTADÍSTICAS: el maíz produce unos 2.600 litros de etanol por hectárea. Las algas, casi 80.000.
SITUACIÓN: en curso. En abril se abrió en Texas (EE UU) la primera planta de biocombustible a partir de algas. Y dado que absorben el dióxido de carbono, sus defensores sostienen que las cosechas pueden succionar los gases nocivos de las centrales eléctricas. ¿El reto? Bajar los costes de producción, que alcanzan los 13 euros por cada 3,78 litros.