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Puede que llegue un día, no muy lejano, en que este texto habrá sido escrito por una máquina y usted no lo sepa. O tal vez sí y no le importe. Es a lo que se enfrentan desde hace unos meses miles de profesores en todo el mundo. Con la irrupción de ChatGPT 4 parece haberse abierto la caja de los truenos. Esa que ha dado acceso a la inteligencia artificial generativa a, literalmente, todo el que quiera usarla. Y con ello se han avivado todo tipo de escenarios distópicos en los que el ser humano acabará siendo, indefectiblemente, sustituido por robots. 

Para entender mejor qué significa el desarrollo de la IA en los muy diferentes frentes -el personal, el colectivo, el geopolítico, el económico- he hablado con Adrián González Sánchez, responsable de datos e IA para el sector público en Microsoft España, profesor universitario, miembro del Observatorio OdiseIA y colaborador de esglobal.

González desmiente, para empezar, esa posibilidad dibujada por la ciencia ficción. “Se nos olvida que hace falta electricidad para que corra una máquina”, afirma. “No creo que lleguemos a ver que la IA supera la inteligencia humana. Estamos más en un ciclo en el que puede ser muy útil para todo tipo de actividades y que complemente a las acciones humanas. Es como una inteligencia aumentada”.

Entre esas actividades cabe todo. Como apuntaba anteriormente, la educación es uno de los más visibles, con estudiantes de todo el mundo usando programas de IA generativa para escribir sus trabajos. ¿Es el fin de la enseñanza tradicional? ¿Hay que prohibir o abrazar la tecnología? El debate está que arde. “Esto tampoco es nuevo”, cuenta González. “Me acuerdo del Rincón del vago [un sitio web que se lanzó a finales de los 90, donde se encontraban una gran variedad de documentos escolares]. Ahora se puede copiar contenido de cualquier página web. Lo importante es, primero, enseñar a interpretar los resultados y segundo a hacer referencia, a citar. Es cierto, no vas a pensar de la misma manera. Pero son tendencias inevitables. Hay que ayudarles a que entiendan principios estadísticos, a detectar lo que llaman “alucinaciones”, información que parece correcta, pero es errónea”. 

Recientemente el Russell Group, que aglutina 24 universidades de prestigio, incluidas Oxford y Cambridge, ha anunciado que sus estudiantes podrán utilizar la inteligencia generativa. La idea es que, si va a formar parte del paisaje -ya lo hace-, entonces mejor aprender a manejarlo bien, a adaptar los sistemas de enseñanza y de aprendizaje y a tener una relación crítica con la tecnología. Lo que hay detrás, sobre todo, es desarrollar un modo ético, que recoja las mejores prácticas y que sea capaz de adaptarse según van evolucionando los cambios tecnológicos. En esa misma línea, hace unas semanas, en España, IE University publicó un manifiesto en el que declaraba su intención de seguir abrazando toda innovación que contribuya a avances en la educación.

Otro de los campos en donde el debate es más intenso es el del ...