
La Liga de Estados Árabes readmitió a Siria el pasado mayo tras 12 años de expulsión. ¿Ha conseguido el régimen sirio dejar atrás el oprobio internacional que le granjeó su brutal represión de los opositores?
Cuando los países árabes volvieron a admitir a Siria en la Liga de Estados Árabes en mayo, parecía que el régimen del presidente Bashar al Assad había triunfado en su intento de rehabilitarse tras años de brutal persecución de sus opositores. Al volver a acoger a Siria en la organización, los líderes árabes que en su día presionaron para que se destituyera a Al Assad han dado un paso atrás. Pero el conflicto sirio continúa y, hoy por hoy, los Estados árabes ejercen menos influencia que otras potencias extranjeras que mantienen en vigor las sanciones, cuentan con una presencia militar sobre el terreno o las dos cosas. Además, el principal instrumento de influencia de los países árabes —la inversión de capital— afronta hoy serias dificultades y no produce más que unos rendimientos limitados.
La Liga suspendió la pertenencia de Siria a finales de 2011, después de haber propuesto varias posibles soluciones para poner fin a la violencia cuando Al Assad decidió reprimir con la máxima fuerza un levantamiento popular. Aunque el régimen aceptó la mayoría de las propuestas y permitió que unos observadores de la Liga visitaran el país, siguió ejerciendo una violencia cada vez mayor contra los manifestantes. Varios países árabes mostraron su consternación por el grado de crueldad y por cómo había ridiculizado los intentos de rebajarla. Algunos, además, aprovecharon la expulsión de Siria para transmitir su descontento con que el régimen dejara a Irán aumentar su influencia en el país. Damasco permaneció en el exilio político 12 años, con los únicos apoyos —y una ayuda militar fundamental— de Moscú y Teherán, además de los aliados no estatales de Irán, como Hezbolá en Líbano.
Varios factores han motivado la readmisión de Siria en la Liga de Estados Árabes. Entre ellos, el papel cada vez más destacado de Irán en el país, directo y a través de las milicias aliadas libanesas, iraquíes y afganas; la persistente debilidad del Estado sirio, que hace que siga siendo rehén de Moscú y Teherán; y la incomodidad de seguir rechazando a un líder árabe cuyo precario control del poder, opinan, ha contribuido al auge de los grupos yihadistas, la enorme cantidad de drogas que sale de Siria (con la complicidad del régimen) y las repercusiones socioeconómicas de la prolongada presencia de refugiados sirios en todo el mundo árabe. Ninguno de estos aspectos, por sí solo, es una preocupación prioritaria de seguridad nacional para los Estados árabes del Golfo que han impulsado la normalización de las relaciones, pero en conjunto son suficientemente importantes como para justificar la revisión de la expulsión del país de ...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF