Una vista general del campamento de Isment en el distrito de Afrin de Alepo, Siria. (Esra Hacioglu Karakaya/Anadolu Agency via Getty Images)

Los conflictos armados en Siria y Yemen se encuentran cada vez más fuera del foco mediático internacional, normalizándose así la violencia y el sufrimiento de sus gentes. 

Recientemente, el Consejo de Seguridad de la ONU decidió extender nuevamente la resolución 2642, que permite el paso de ayuda humanitaria transfronteriza a través del paso de Bab al Hawa, en la frontera entre Siria y Turquía, por un periodo de seis meses. El pasado mes de julio, la resolución fue aprobada por solo seis meses con las abstenciones de Francia, Reino Unido y Estados Unidos, debido a la negativa rusa de extender el periodo por 12 meses y negarse a incluir otros pasos fronterizos. Pese a la complicada situación internacional de Rusia, la resolución finalmente fue aprobada contra todo pronóstico, pero la apertura de solo un paso fronterizo en un momento de extrema necesidad representa un mínimo que favorece los intereses rusos y del régimen sirio de controlar la ayuda humanitaria que recibe el país, así como de ejercer presión sobre los restantes bastiones rebeldes. Un caso que ilustra de forma llamativa el escaso interés que esta resolución de vital importancia para millones de sirios ha recibido por parte de la agenda mediática internacional. 

Siria: la peor crisis humanitaria sin fin a la vista

Aunque eclipsada por la guerra en Ucrania, la crisis humanitaria en Siria sigue siendo la más grave registrada. En la actualidad, hay más de 14,6 millones de personas que necesitan ayuda humanitaria para poder sobrevivir, de los cuales cerca de 10 millones se encuentran en situación de extrema necesidad, según cifras de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). La situación para los millones de sirios que aún permanecen en el país es dramática. Más de 12 millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria, dos millones viven en emplazamientos informales y campos de desplazados internos y casi 2,5 millones de niños permanecen fuera del sistema educativo. “La gente sigue viviendo en tiendas de campaña desgastadas a falta de todo lo básico. En el norte de Siria hay más de tres millones de personas que viven en estas tiendas con servicios pésimos de alimentación, sanidad y educación”, apunta Amer Hijazi, presidente de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio.  

Por si esto no bastase, en octubre fue declarada una epidemia de cólera, la primera en 10 años. Entre finales de agosto y principios de noviembre de 2022, se han registrado más de 35.500 casos sospechosos en 14 gobernaciones y 92 muertes atribuidas a esta epidemia, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La zona más afectada es el noreste de Siria y las zonas rurales de Alepo. Sin embargo, casos de cólera se han registrado también fuera de las fronteras sirias. En Líbano, a mediados de octubre, había 18 casos confirmados y al menos dos muertes atribuibles a esta enfermedad, principalmente, en regiones fronterizas con Siria. 

La situación política y económica está plagada por la inestabilidad. Siria está ocupada por una diversidad de ejércitos extranjeros, milicias y grupos armados de diversa índole que toman las decisiones políticas de facto. El país continúa dividido en tres zonas principales: el área dominada por el régimen sirio, que comprende todo el sur y centro del territorio; el noroeste de Siria, bajo control turco, con la excepción de Idlib, en manos de grupos rebeldes; y el noreste de Siria, gobernado por las Fuerzas Democráticas Sirias. Mientras tanto, miles de civiles continúan falleciendo cada año a causa de los ataques directos contra infraestructura civil perpetrados por las Fuerzas Armadas rusas o de la enorme cantidad de artefactos explosivos existentes por todo el territorio, que afectan a una de cada tres comunidades. 

Por otra parte, en los últimos años Siria se ha convertido en el mayor fabricante y exportador de Captagon, una droga ampliamente consumida en Oriente Medio, particularmente en la región del Golfo Pérsico. Un informe publicado en abril por Newlines Institute cifraba el comercio de esta sustancia en más de 3.400 millones en 2020, cifra que no haría más que aumentar durante 2021, solo teniendo en cuenta el volumen de las incautaciones a escala regional. El comercio de captagon no únicamente supone un peligro para la salud pública y una fuente de ingresos para el régimen sirio, sino que su asociación con una serie de redes de crimen organizado y grupos armados en la región supone un peligro para la seguridad pública. 

Asimismo, la situación económica es devastadora. Desde septiembre de 2020, el valor de la lira siria se ha desplomado en un 36%. “Siria se ha convertido en uno de los países más pobres del mundo. Si el cambio con el euro era de 70 liras en 2011, en 2022 supera las 5.000”, señala Hijazi. Al menos el 36% de los hogares no tienen ningún miembro empleado y, por tanto, carecen de ingresos para subsistir, mientras que el sueldo mínimo de los funcionarios oscila entre los 14 y 24 euros al mes, que apenas alcanza para cubrir necesidades básicas. Los servicios e infraestructuras son insuficientes y los cortes de luz y la falta de agua forman parte de la vida diaria de millones de sirios. Pese a ello, no se vislumbran sustanciales cambios políticos en el terreno que permitan apreciar un avance hacia una solución del conflicto. 

Personas afectadas por la guerra reciben comidas gratuitas proporcionadas por una cocina benéfica en Sana’a, Yemen. (Mohammed Hamoud/Getty Images)

Yemen: al borde del colapso 

La situación en Yemen no tiene nada que envidiar a la siria. Más de 23,4 millones de personas se hallan en necesidad de asistencia humanitaria para poder sobrevivir, de los cuales 13 millones son niños. Más de 19 millones se encuentran en situación de inseguridad alimentaria, de los cuales 17 de ellos en una situación extrema. Este contexto se ve agravado por la falta de recursos económicos para el plan de respuesta de emergencia, que a fecha de hoy no alcanza el 50% del total de fondos solicitados. Por si esto no bastase, el sistema sanitario se encuentra totalmente colapsado, con la mitad de las instalaciones médicas parcial o completamente destruidas y el personal médico sin recibir ningún ingreso. Esto facilita la aparición de brotes epidémicos de cólera y difteria, facilitados por la inexistencia de agua potable y la falta de acceso a servicios médicos básicos, especialmente para las mujeres.  

A esto se suman las lluvias torrenciales estacionales y las inundaciones que han incrementado las amenazas ya existentes, desplazando de nuevo a la gente de sus hogares. El cese de la violencia ha reducido el número de víctimas mortales por bombardeos, pero ha aumentado el número de aquellas afectadas por los restos explosivos de guerra. Entre las 936 víctimas registradas entre abril y septiembre de 2022, 343 de ellas lo fueron debido a estos restos, incluyendo 95 muertes y 248 heridos, según cifras del Civilian Impact Monitoring Project (CIMP). 

La tregua que fue declarada en abril de 2022 colapsó el pasado 2 de octubre, dando paso a una nueva escalada de violencia. Esos meses de tranquilidad redujeron el volumen de desplazados internos en un 76% con respecto al periodo anterior, aunque regiones como Al Hodeidah, Taiz y Marib siguen presentando un elevado número de personas desplazadas. Ese periodo de tregua también dio un respiro a una economía devastada, pues permitió la retirada de los embargos y la llegada de combustible, así como la reanudación de los vuelos comerciales desde el aeropuerto de Saná. Sin embargo, el fin del cese de las hostilidades ha resultado en una nueva escalada por parte de los hutíes, que han vuelto a atacar las infraestructuras bajo control saudí, emiratí y del gobierno de Yemen. 

De nuevo, la escasa atención internacional al conflicto, pese a los esfuerzos de los distintos mediadores, han fortalecido al grupo armado, que tiene a dos tercios de la población yemení bajo su control, con el propósito de lograr objetivos mayores en unas futuras negociaciones de paz. De especial interés es la intención tanto de hutíes como del gobierno de Yemen de explotar los recursos energéticos del país, particularmente el petróleo, en la actual situación de dependencia energética de Europa. En septiembre, los hutíes acusaron a Emiratos Árabes Unidos de vender crudo yemení a Alemania, recrudeciendo los ataques del grupo armado contra la infraestructura petrolífera en gobernaciones fuera de su control. Para los rebeldes, controlar estos recursos energéticos supone un as en la manga de cara a las negociaciones de paz y la futura estabilidad del país.

Periodistas cubren la "Operación Primavera de Paz" en la frontera de Akacakale en Sanliurfa, cerca del sitio de la ciudad de Tell Abyad en Siria. (Mahmut Serdar Alakus/Anadolu Agency via Getty Images)

Prioridades de la agenda mediática y política 

Pese a la necesidad evidente y la persistente violencia que sirios y yemeníes enfrentan, su situación es escasamente reflejada en los medios de comunicación. Después de 11 años de guerra en el caso sirio y siete en el de Yemen, estos conflictos prolongados pierden atención debido a la complejidad de la situación sobre el terreno y las dificultades para lograr una solución política al mismo. 

Para Ethel Bonet, periodista freelance especialista en Oriente Medio, la aparente falta de evolución en los desarrollos políticos o militares en estas guerras hace que, desde el punto de vista de los editores, se conviertan en algo monótono y aburrido de escuchar. “Lo que sucede es que se normalizan los conflictos, y esa es la parte más peligrosa desde mi punto de vista porque si no hay atención mediática, las partes beligerantes pueden seguir cometiendo todo tipo de atrocidades, ya que no van a ser denunciadas”. A modo de ejemplo, como señalábamos al principio, la escasa presión internacional sobre los miembros del Consejo de Seguridad, y particularmente Rusia, para renovar esa resolución transfronteriza que seguiría permitiendo el paso de la ayuda humanitaria al norte de Siria. 

Frente a conflictos desgastados como los de Siria y Yemen se alzan temas de actualidad como la actual guerra en Ucrania. Desde el primer día de ocupación rusa, los medios de comunicación occidentales han dedicado gran cantidad de horas y de atención a contar cada acontecimiento sobre el terreno. “El foco de atención está en Ucrania, no solo por la guerra, sino por el interés propio de los europeos con respecto a las reservas de gas, la subida del petróleo, si van a tener o no electricidad, por lo que, desde el punto de vista de un público español y de los editores que están sentados en sus oficinas en Madrid, otros conflictos no son una historia de candente actualidad”, apunta Bonet. 

Lluís Miquel Hurtado, analista de NÂR Research & Consulting, apunta otras razones para explicar la falta de interés mediático por estos conflictos olvidados. Una de ellas es la incapacidad de los medios de comunicación para cubrir todos los asuntos. “Los medios no tienen suficientes periodistas, ni suficientes páginas ni suficiente capacidad para poder generar tanta información y deben dedicar todos sus esfuerzos y todos sus recursos humanos a cubrir el tema del día, y el tema del día durante los últimos meses ha sido casi exclusivamente Ucrania”, señala Hurtado. La cercanía e impacto de este conflicto sobre las audiencias europeas explicaría la atención prestada en detrimento de otras situaciones como los actuales acontecimientos en Irán. De hecho, esta es una de las claves, ya que, en determinadas ocasiones, temas como la afluencia de refugiados sirios a Europa a través de Turquía sí generaron gran interés en la audiencia europea, tal y como apunta Bonet: “En 2017 de repente me empezaron a pedir artículos sobre los refugiados sirios en Líbano cuando llevaba tres años intentando vender cualquier historia sobre ellos, después de que llevaban varios años refugiados allí”.

Si el conflicto sirio aún recibe cierta atención debido a cuestiones que tocan a las audiencias europeas, Yemen es un país totalmente olvidado a nivel internacional. Como señala Hurtado, se trata de un conflicto muy complejo y en el que, además, uno de los agresores es Arabia Saudí, aliado de los países europeos, lo que presenta dificultades añadidas a la hora de explicar una realidad tan sumamente alejada de los públicos europeos. “Se trata de una narrativa que es muy difícil de encajar en la prensa occidental porque presenta una serie de complejidades para las que ahora mismo los medios españoles y la gran mayoría de los europeos no tienen suficientes recursos humanos para poder abordar”, apunta Hurtado. Aunque existen medios especializados que dedican mayor atención a estos conflictos, particularmente en el caso sirio, la cobertura de los mismos enfrenta dificultades relacionadas con el acceso a las zonas de combate y la persecución que tanto los periodistas locales como los extranjeros sufren por parte de las distintas partes en liza. Asimismo, la cobertura está directamente vinculada con sucesos mediáticos como el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi o ataques indiscriminados contra la población civil por parte de la coalición saudí, con enfoques centrados en la implicación de Occidente en el conflicto a través de la venta de armamento más que en las consecuencias humanitarias de los mismos sobre la población civil.

El resultado de este olvido mediático es la normalización de la violencia y el sufrimiento de la gente de la región. “Es tremendo que podamos normalizar que hayan muerto 10 niños tras un bombardeo en Gaza o que estemos dejando morir a los yemeníes porque no es un tema de interés mediático”, apunta Bonet. La falta de cobertura sobre los acontecimientos que aún siguen produciéndose en esos países únicamente beneficia a aquellos que se lucran del conflicto y que perpetúan su duración a través de la violencia y las violaciones de los derechos humanos.