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Dicen que el verano es para leer. Por eso proliferan las listas de lecturas recomendadas. En esglobal, sin ir más lejos, publicamos a mediados de junio nuestras sugerencias estivales. Porque pensamos que la perspectiva de varios días de algo más de tranquilidad por delante nos permitirá zambullirnos en todos esos libros que a lo largo de los meses anteriores han quedado apilados en nuestra mesa. O esos artículos que vamos acumulando en la carpeta correspondiente y a los que nunca acabamos de meterles mano.

Vivimos, es cierto, sometidos a un bombardeo de información y de estímulos. Tanto, que se observa una preocupante tendencia a la evasión. Ya comenté hace algún tiempo la pérdida de interés en las noticias, según el Digital News Report, que elaboran anualmente el Instituto Reuters y la Universidad de Oxford. En la edición de 2023, presentada en junio, se ratifica dicha tendencia: un 48% de los encuestados afirman estar extremadamente interesados en las noticias; en 2017, ese grupo suponía un 63%. En países como Argentina y España, la cifra ha caído 34 puntos en los últimos ocho años.

Pero, además, un 36% declara evitar las noticias, a menudo o a veces. Entre estos, están quienes lo hacen sistemáticamente —todas las fuentes— y quienes lo hacen selectivamente, según la noticia de que se trate. La guerra de Ucrania, el cambio climático, cuestiones de justicia social, los delitos o los famosos son los temas que más tienden a evitarse. 

La saturación por avalancha, la necesidad de tomar distancia frente a realidades que se nos escapan en un mundo que nos resulta cada vez más complejo, la sucesión de crisis, la pérdida de confianza en los medios —convertidos en chivos expiatorios en entornos muy polarizados y minados por la explosión de las redes sociales—, los cambios en los patrones de consumo… son algunas de las razones que explican esta situación. Son datos, en cualquier caso, preocupantes en cuanto a que la información es la base de cualquier sociedad democrática. Renunciar a la capacidad de conocer y de entender redunda a la larga en la capacidad de participar en las decisiones políticas.

Y no solo ocurre con los medios informativos. El Banco Mundial, una fuente global de análisis sobre cuestiones tan diversas como pobreza, desarrollo, políticas públicas o clima económico, reveló que un 31% de sus publicaciones no se descargaba nunca y que casi un 87% nunca eran citadas. ¿Calculan cuánto esfuerzo y cuánto talento empleados para llenar los almacenes digitales de contenidos que no llegarán a leerse?

Detrás de todo ello está también la feroz lucha por nuestro tiempo en una multiplicidad de fuentes nunca antes vista, accesibles en todo momento y en todo lugar. Lo describe muy bien el abogado y profesor Tim Wu en su libro Comerciantes de atención. Las redes sociales son el epítome de todo esto, claro, pero no solo. Estamos dejando nuestras vidas en manos de quienes reclaman continuamente nuestra atención, creando una dependencia poco saludable y productiva, mientras ellos ganan dinero. Es fascinante en ese sentido la deriva de Twitter en manos del excéntrico Elon Musk: pese a los desmanes, el vaivén de patrones en los algoritmos, la opacidad y la arbitrariedad de los cambios, hay una parte de la comunidad intelectual, periodística y académica que se había acostumbrado a esa forma de vida paralela en la red del pajarito, y que ahora se siente un tanto huérfana a la hora de compartir sus conversaciones y sus opiniones.

La eclosión del algoritmo en nuestras vidas, corregido y aumentado recientemente por la irrupción generalizada de la inteligencia artificial generativa (sí, ChatGPT y sus pares), nos está llevando a cuestionar además tanto si los contenidos que consumimos están ya siendo generados por una máquina como si nos queda algún resquicio de libertad individual para seleccionarlos libre y conscientemente. De eso alertaba también no hace mucho la experta en Derecho Internacional y derechos humanos Susie Alegre en su Freedom to Think: the Long Struggle to Liberate Our Minds (Libertad para pensar: la larga lucha para liberar nuestras mentes), en el que hace un exhaustivo repaso a las diferentes amenazas a nuestra libertad fundamental de pensar autónomamente en la era digital. 

Por eso desde esglobal no dejaremos de reivindicar nuestro papel como facilitador a la hora de identificar temas y tendencias para todas aquellas personas que quieran conocer y entender algo mejor lo que ocurre en el mundo, en español. Y destaco lo del español, porque normalmente nuestra visión global está condicionada por una mirada anglosajona. La potencia de sus medios, de su capacidad de análisis y de su habilidad —y voluntad— para comunicar conocimientos e ideas complejos, junto con el poder de sus empresas mediáticas y tecnológicas, siguen colocando a los medios en inglés en un lugar preeminente.

Pero hay otras geografías, y otros enfoques, y otras maneras de explicar —o de intentarlo— lo que nos está ocurriendo.

Así que no hay mejor momento que el verano para cambiar de foco. Les invito a que rescaten esos artículos de esglobal que se les han quedado atascados. Que se sumerjan en otras realidades a través de nuestras sugerencias de libros, o de películas, de series… Déjense sorprender por un archivo que está lleno de joyas. 

Quiero aprovechar además está ocasión para comunicarles que para mí ha llegado también el momento de cambiar de foco. 

esglobal nació hace ya casi 10 años, heredera de Foreign Policy Edición española. En este tiempo, además de publicar diariamente análisis sobre la realidad global, no hemos dejado de organizar actividades siempre innovadoras en fondo y forma, buscando una multiplicidad de puntos de vista y conocimientos. Para mí ha sido un trabajo apasionante, que me ha permitido tener una radiografía muy amplia de las tendencias que mueven el mundo. 

Ahora, sin embargo, voy a comenzar una nueva aventura profesional, en un terreno también ligado a seguir construyendo relaciones en lo internacional.

A partir de ahora, la dirección de esglobal será colectiva. Ana Mangas, directora editorial, Lourdes Romero, directora de desarrollo y comunicación, y Beatriz Vallejo, directora de finanzas y recursos humanos, se encargarán de seguir pilotando este fascinante proyecto. Por mi parte, seguiré vinculada desde el patronato de FRIDE. 

Ha sido un privilegio compartir con ustedes este espacio todo este tiempo. Gracias por su apoyo y su interés en esglobal.

Estén al tanto de las novedades y actividades a partir de septiembre.

Que disfruten del verano.

Cordialmente,

Cristina Manzano