Las últimas semanas han sido magníficas para los aficionados a la política exterior y las apuestas, con la concesión de los Juegos Olímpicos de 2016, los Premios Nobel y la ratificación del tratado de Lisboa por parte de Irlanda. Aunque sigue habiendo algunos obstáculos, el referéndum ha hecho mucho más probable la creación de un presidente de la Unión Europea, y eso ha despertado serias especulaciones transatlánticas sobre quién podría ocupar el puesto.

Normalmente, las maniobras políticas para decidir qué peso pesado continental puede ocupar un cargo en la UE son mínimas. Las funciones suelen ser burocráticas y, francamente, Bruselas tiende a ser un lugar aburrido. Pero la novedad y el carácter relativamente poco definido de una presidencia de la UE con más responsabilidades ha hecho que, en esta ocasión, la elección tenga algo de intriga.

Al tiempo que han surgido algunos políticos como posibles favoritos, también ha aparecido una serie informal de criterios. Los líderes europeos y los observadores de Bruselas que evalúan la competición suelen comentar sobre las características que les parecen deseables en un presidente de la UE.

En primer lugar, el presidente debería ser -cómo decirlo- aburrido. Como la propia Bruselas. Los políticos han rechazado candidatos porque eran demasiado francos o demasiado controvertidos. Segundo, seguramente debería de ser de centro derecha o tendencia democristiana, dado que la propia Europa se encamina en esa dirección. Tercero, debería proceder de un país que utilice el euro, para mostrar su plena lealtad al concepto de la unión. Cuarto, debería proceder de un país pequeño, que no sea Gran Bretaña, Francia, Alemania ni Italia, que son los que suelen dominar los asuntos en la UE. Y por último, dos características comodín: lo ideal sería que hablara francés y que se hubiera opuesto a la invasión de Irak en 2003, si no en su momento, sí poco después.

Más arriba he valorado a los candidatos más mencionados con arreglo a estos parámetros. A continuación, analizo a los favoritos con más detalle.

BERTIE AHERN

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Título: Taoiseach (primer ministro) de Irlanda desde 1997 hasta 2008.

Tendencia política: Centro derecha, pro-mercado.

Probabilidades: 1 contra 10.

Ahern hizo de mediador en el acuerdo de paz de Irlanda del Norte y estimuló la economía irlandesa hasta convertirla en la de crecimiento más rápido de Europa y proporcionarle el apodo de "Tigre celta". Pero también gobernó en tiempos de un boom inmobiliario y una burbuja crediticia que hicieron que Irlanda cayera en una depresión profunda cuando llegaron los problemas con los créditos y la crisis financiera mundial. Dimitió en medio de un escándalo incipiente sobre donaciones ilegales de campaña.

Ahern es muy apreciado y respetado como negociador. Hace poco recibió el respaldo del primer ministro polaco Donald Tusk (aunque éste apoyaría al ex presidente polaco, Aleksander Kwasniewski, si se presentara). Pero Ahern seguramente es demasiado directo para ganarse a Bruselas; incluso ha dicho (horror) que le gustaría el puesto.

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ANDERS FOGH RASMUSSEN

Título: Primer ministro de Dinamarca desde 2001 hasta 2009, actualmente secretario general de la OTAN.

Tendencia política: Centro derecha, democristiano, liberal partidario del libre mercado.

Probabilidades: 1 contra 6.

Este "gallardo danés" (repetidamente mencionado como el dirigente europeo más atractivo, para gran desolación de Silvio Berlusconi) es inteligente, centrista y popular. Es también un importante intermediario del poder en el escenario europeo como actual secretario general de la OTAN. Pero consiguió ese cargo sólo gracias al apoyo de Estados Unidos, porque cuenta con grandes antipatías en Turquía (se negó a pedir perdón cuando un periódico danés publicó caricaturas incendiarias sobre el profeta Mahoma). También recibió aplausos por su supervisión de los polémicos debates de 2002 sobre la expansión de la UE.

Sus posibilidades podrían verse perjudicadas por el hecho de que Dinamarca no participa en algunos aspectos de la UE, en especial su decisión de no utilizar el euro ni adherirse a un acuerdo de defensa común. Pero Rasmussen ha ordenado que se lleven a cabo referendos sobre esas cuestiones, y él es favorable al euro y a la integración europea. También podría atraer a los pequeños países, que no querrán que la presidencia vaya a manos de políticos de las grandes potencias de la UE, Gran Bretaña, Francia y Alemania.

PAAVO LIPPONEN

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Título: Primer ministro de Finlandia desde 1995 hasta 2003.

Tendencia política: Centro izquierda, socialdemócrata.

Probabilidades: 1 contra 5.

A Lipponen suele mencionársele como un candidato que podría obtener la aprobación, aunque no el apoyo, de Gran Bretaña, Francia y Alemania. Dirigió la entrada de Finlandia -tradicionalmente un país neutral que se resistió durante mucho tiempo a alinearse con Europa- en la Unión Europa. Fue y sigue siendo partidario del consenso, y es lo suficientemente seco como para calmar a Bruselas. Además habla muy bien francés e inglés, dos requisitos tácitos.

Sin embargo, tiene sobre todo dos cosas en contra. En primer lugar, es un socialdemócrata en un momento en el que Europa está yéndose hacia la derecha. Segundo, ha habido alegaciones de que apoyó la invasión estadounidense de Irak, una decisión que contribuyó a que perdiera su cargo de primer ministro (Lipponen siempre ha mantenido que tanto él como Finlandia son neutrales).

Los comentaristas han observado además que la elección de Lipponen podría suponer un papel más minimalista e interno para el presidente de la UE. Es muy respetado en Europa, pero tiene poca influencia internacional.

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JEAN-CLAUDE JUNCKER

Título: Primer ministro de Luxemburgo desde 1995, presidente del Eurogrupo.

Tendencia política: Conservador, democristiano.

Probabilidades: 1 contra 4.

Juncker es en la actualidad el jefe de gobierno más veterano de Europa, está muy a favor de la integración y es popular en el continente y en su país. Fue uno de los principales arquitectos del Tratado de Maastricht, que condujo a la creación del euro, e ideó la cláusula para quedarse fuera de él. También inició el "proceso de Luxemburgo" para integrar la política europea contra el desempleo. Juncker es inofensivo y un poco aburrido; dos cosas que, en Bruselas, son enormes ventajas.

Pero Juncker ha defendido que la presidencia de la UE recaiga en un país pequeño, quizá de la "nueva Europa" en oposición la "Vieja", y no en un monstruo como Alemania o Gran Bretaña. Eso puede molestar. Los ministros británicos han planteado dudas sobre el federalismo de Juncker -su defensa de unas políticas europeas monolíticas y más fuertes- y quizá intentarían bloquear su ascenso.

JAN PETER BALKENENDE

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Título: Primer ministro de Países Bajos desde 2002.

Tendencia política: Democristiano.

Probabilidades: 1 contra 3.

Balkenende -apodado "Harry Potter" por la prensa holandesa debido a su aspecto juvenil- cumple muchos requisitos (en realidad, Juncker y él son los dos únicos políticos que parecen cumplir todos). Es conservador, pero está dispuesto a trabajar en coaliciones con los partidos de izquierdas de su país. Procede de un pequeño país del Benelux, con una fuerte inclinación proeuropea e integradora. En el continente no se ha oído mucho su voz ni se le conoce demasiado, dos factores que podrían ser ventajosos, dado que tiene relativamente pocos enemigos.

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TONY BLAIR

Título: Primer ministro de Gran Bretaña desde 1997 hasta 2007.

Tendencia política: Laborista, centro izquierda.

Probabilidades: 1 contra 2.

Blair es el nombre más frecuente cuando se habla de la presidencia de la UE, además de ser -y no es casualidad- el político más famoso de Europa. Como jefe del Partido Laborista, de centro izquierda, presidió un largo periodo de expansión en la economía británica. Fueron también famosos su sonoro apoyo a la guerra de Estados Unidos en Irak y su euroescepticismo. Gran Bretaña no ha adoptado el euro y se ha opuesto a integrar su política económica y de defensa con el continente. Además, sus críticos se burlan de él por considerarle el "perrito faldero" de Washington.

El as que tiene Blair en la manga es su prestigio internacional: domina el escenario mundial como ningún otro europeo. Si Europa decide equipararse a Estados Unidos y Chin como superpotencia mundial, Blair sería el presidente capaz de captar más atención. Está por ver si eso es un elemento a su favor o en su contra.

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