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Estudiantes de ingenieria de la Univesidad e ingenieros del laboratorio Ad Astra se preparan para lanzar un balón meteorológico en el norte de San José, Costa Rica. (YURI CORTEZ/AFP/Getty Images)

¿Puede el país convertirse en un referente de la alta tecnología y los servicios especializados en la región? He aquí los retos y desafíos a los que se enfrenta la política costarricense.  

A mediados de la década de los 80, Costa Rica decidió impulsar un cambio en la estructura productiva y económica, fomentando la atracción de inversión extranjera directa hacia los sectores industrial, en un primer momento, y de servicios, años más tarde, caracterizados por el conocimiento intensivo y no por la cantidad de puestos de trabajos. Esto no significó solo abandonar el sector agropecuario, sino que al mismo tiempo que se adoptaban políticas para acelerar la apertura económica, se alentaban las exportaciones agropecuarias. Este cambio se aceleró en la década de los 90 y el punto de inflexión fue el inicio de las operaciones de Intel, en 1997. A partir de ese momento, el país consideró que se había dado el salto para insertarse de lleno en el sector de la alta tecnología.

Esa transformación la determinaron tres los factores. Primero, el establecimiento de instituciones gubernamentales, concretamente el Ministerio de Comercio Exterior (Comex) y la Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica (Procomer). Segundo, la creación de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde), una organización privada creada en 1982, con el apoyo de Estados Unidos, para colaborar con la política de apertura económica a través de una alianza público-privada. En tercer lugar, un sector educativo, sobre todo universitario y parauniversitario, que adoptó programas orientados a satisfacer la demanda de las nuevas áreas de desarrollo.

La llegada de Intel indujo a cambios en los registros estadísticos del sector externo, que comenzó a plantearse como “comercio exterior con y sin Intel”, por el efecto que la empresa tuvo sobre la estructura económica y en el sistema generalizado de preferencias. Por ello, cuando en 2014 se anunció el cierre de la planta de manufactura (ensamblaje y prueba), dejando un laboratorio de ingeniería y diseño, con personal altamente especializado, para afianzarse en la cadena de valor de la empresa, el país tuvo que enfrentar algunos desafíos, para mantener el impulso del sector externo.

Un elemento clave, en esa coyuntura, fue el haber mantenido a lo largo de tres décadas una política pública de comercio exterior y atracción de inversión extranjera directa (IED) de carácter estatal. Los cambios de gobierno no repercutieron en esa política. Al frente de Comex y de Procomer se mantuvo un equipo que no solo daba impulso a las políticas, sino que se encargó de la negociación de los tratados de libre comercio. A la fecha, Costa Rica ha suscrito 16 acuerdos, de los cuales 14 están vigentes.

Por ello, el capítulo sobre Costa Rica del libro publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en 2017, sobre las políticas industriales y tecnológicas en América Latina (editado entre otro por Joseph Stiglitz), señaló que “Costa Rica es probablemente la economía pequeña en América Latina que ha observado el mayor cambio estructural en los últimos 25 años”. La transformación significó pasar de una canasta exportadora limitada a café y banano (que continúan siendo los principales rubros individuales de exportación) a una conformada por cientos de bienes y servicios. Estos son los que más han crecido en los últimos años. El que más destaca entre todos es el denominado “ciencias de la vida”, que comprende empresas dedicadas a equipo médico y de precisión. Las primeras estuvieron dedicadas a suministros hospitalarios y ahora comprende la manufactura de equipos quirúrgicos avanzados. Solo en 2018, las exportaciones de este sector aumentaron en 490 millones de dólares, representando un 28% del volumen total vendido, según datos de Comex. En el rubro de dispositivos médicos el país ha alcanzado una productividad por empleado de 90.000 doláres y las ventas representan alrededor de un 5% del PIB.

De los 10 principales productos de exportación en el año 2018, la mitad correspondieron al sector de “ciencias de la vida”, según datos del Instito Nacional de Estadística y Censos de Costa Rica (INEC). Esas ventas constituyen el 36% del total del sector industrial, y este representa el 70% del valor total de las exportaciones. Solo en 2018, de acuerdo con Cinde, ingresaron en la cartera que administra 48 nuevos proyectos de inversión, para un total que recibe apoyo de esa entidad de 305 compañías.

Lo anterior evidencia la dinámica del sector de alta tecnología, lo cual repercute directamente en el talento humano, en particular, en su formación con una visión de emprendimiento y la incursión en sectores novedosos, superando la concepción tradicional de formación de profesionales universitarios para asumir puestos de trabajo en el sector público. En la actualidad, estudios universitarios como ingeniería de sistemas, desarrollo de software, ciberseguridad e inteligencia artificial son consideradas como las de mayor potencial.

Sin embargo, algunos dirigentes empresariales consideran que falta una mayor transformación en secundaria y en la universidad para satisfacer la demanda de recursos altamente capacitados. Por ello, se habla de la urgencia de repensar las competencias del recurso humano y la renovación de la fuerza laboral para atender a la demanda de las nuevas inversiones y, también, para evitar la salida de empresas porque no encuentran el valor agregado necesario.

El sector ciencias de la vida es el que capta cada vez más empleados, seguido del de servicios en general. Y no se puede dejar de mencionar un sector, que, de consolidarse a medio plazo, tendrá un impacto significativo: el aeroespacial. La empresa Ad Astra Rocket Company, con sedes en Houston y en Costa Rica, desarrolla el motor VASIMR basado en plasma, para viajes espaciales.

El crecimiento de la inversión extranjera directa, sobre todo para los sectores de alta tecnología y de servicios, es el resultado, según Comex, del hecho de que la política gubernamental considera que “atraer la inversión es una tarea a la que el país asigna máxima prioridad, por su enorme impacto en el desarrollo de la economía nacional”. Además ofrece una importante contribución al PIB (en promedio 5% del PIB), a la generación de empleo de alta calidad, la diversificación y la sofisticación productiva y a conseguir mejores estándares productivos.

De igual forma, el Gobierno considera que el país “…se ha posicionado a nivel global como un destino favorable para la recepción de inversión”, pues se cuenta con una oferta de valor atractiva para los inversionistas, gracias a la estabilidad política, el alto desarrollo humano y la economía estable, abierta al comercio y la inversión. Costa Rica ha comenzado a impulsar la inversión en el área de diseño-investigación y desarrollo, para incrementar el valor agregado y superar la fase de predominio de la industria de maquila.

En un estudio de 2012 del Proyecto Estado de la Nación (una iniciativa adscrita al Consejo Nacional de Rectores, responsable de elaborar anualmente el Informe Estado de la Nación), se reconoció que la invesrión extranjera directa está fuertemente vinculada con el sector exportador, lo cual adquiere sentido para los inversionistas que buscan la reducción de costos. El reto que enfrenta Costa Rica es lograr una política de atracción de IED que contribuya a un verdadero y profundo cambio de la estructura productiva, generando encadenamientos productivos y spillovers a nivel micro. Pero es también el principal desafío, porque los costes de mano de obra y de cargas sociales son muy elevados. A lo que se suman otras tareas, como la revisión de las políticas educativas, lograr que las nuevas generaciones de profesionales sean bilingües o trilingües; así como impulsar la educación dual a partir del modelo alemán.

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Un grupo de estudiantes de secundaria con aparatos Neurolabs que miden su actividad cerebral electromagnética mientras se exponen a diferentes ejercicios visuales en San José. (EZEQUIEL BECERRA/AFP/Getty Images)

Por consiguiente, el cambio de la estructura productiva sigue siendo una tarea pendiente de la estrategia nacional de desarrollo. El Proyecto Estado de la Nación mantiene un área dedicada al estado de las capacidades en ciencia, tecnología e innovación. Este da seguimiento a aspectos como el desarrollo del talento humano técnico y el capital para emprendimiento e innovación. La pregunta es si la transformación productiva de los últimos 35 años ha representado una integración real en las cadenas globales de valor, pues la producción de circuitos integrados y electrónicos, bienes aeroespaciales y de productos médicos parece haber significado solo un cambio del tipo de maquila.

Como parte de las políticas de apertura económica y IED, el país inició en 2012 con la administración de Chinchilla Miranda (2010-2014) el proceso de adhesión a la OCDE. En el estudio económico 2018, esa entidad señala que “Costa Rica ha conseguido un impresionante avance socioeconómico en los últimos años, con un crecimiento económico sólido que facilita un acceso casi universal a la educación, a la sanidad y a las pensiones”. El aumento de la IED, en el periodo 2010-2016 es, en criterio de la OCDE, lo que ayudó a contrarrestar los efectos de la recesión.

Los años 2018 y 2019 han generado importantes retos para Costa Rica en su esfuerzo de mantener una tendencia positiva de atracción de la IED y el fortalecimiento del sector servicios, así como aquellas empresas de alta tecnología destinadas a segmentos específicos del mercado. Por eso el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo Ante los desafíos externos, fortalezas internas: entorno económico de Centroamérica y República Dominicana, alude que los países como los centroamericanos tienen la oportunidad de enfrentar los desafíos externos, propios de un entorno internacional incierto, con las fortalezas internas. Fortalezas que les ha permitido, como sucede en Costa Rica, mantener la IED, a pesar de las variaciones en el índice de volatilidad VIX, por la incertidumbre en los mercados de valores.

Ello hace que la actual coyuntura ofrezca retos y desafíos a la política costarricense de convertirse en un referente del sector de alta tecnología y de servicios especializados.