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Este enfoque transformador ofrece un camino no sólo para superar los límites del actual sistema económico, sino para construir un futuro inclusivo, equitativo y sostenible.

En la búsqueda de alternativas económicas y sociales más justas y sostenibles, el movimiento feminista está posicionando un concepto revolucionario: la economía morada. Este enfoque, arraigado en el feminismo y la interseccionalidad, busca transformar las estructuras tradicionales de la economía y poner en valor los cuidados, la equidad de género, la justicia social y el bienestar humano. 

En un mundo que enfrenta desafíos cada vez más complejos y con sociedades marcadas por la desigualdad, el deterioro ambiental y el dominio del sistema extractivista y capitalista, la economía morada emerge como un enfoque transformador que busca desafiar y transformar todos los sistemas de opresión y discriminación en favor de la equidad en todos los aspectos de la vida. 

La economía morada se fundamenta en la premisa de que el cuidado de las personas y del medio ambiente debe ser el centro de las políticas y las actividades económicas. 

Como define la economista feminista Amaia Pérez Orozco los cuidados son "todas aquellas actividades que posibilitan regenerar la vida todos los días" y que, por lo tanto, necesitamos todas para seguir vivas. Sin ellos, no hay vida. Los cuidados se realizan en interacción con los y las demás, y también con el medio ambiente. Somos interdependientes y debemos tener una visión integral con el medio. Es importante que los cuidados se vean como una responsabilidad compartida y no solo individual o privada. Debe existir una distribución justa de esta responsabilidad a nivel comunitario, lo que implica abordar tanto el ámbito familiar como el compromiso de los Estados, el sector privado y los mercados, así como la esfera pública comunitaria. Se trata de valorar todas las tareas de cuidado, tanto las remuneradas como las que no lo están, y promover su reconocimiento y distribución equitativa.

Los cuidados: desvalorizados y asignados a las mujeres

Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 75% del trabajo de cuidados no remunerados en el mundo es realizado por mujeres. Además, un informe de ONU Mujeres revela que ellas dedican en promedio tres veces más tiempo al cuidado no retribuido en comparación con los hombres, aunque existen variaciones significativas entre países y contextos. La naturaleza lenta y, a menudo, físicamente exigente del cuidado no remunerado y el trabajo doméstico impide el acceso de las mujeres al empleo decente y las oportunidades de ingresos, así como derechos básicos como la educación, la participación política y el ocio.

En 2019, también la OIT estimó que, de continuar el ritmo y la tendencia actual, se necesitarán más de dos siglos para cerrar la brecha de género en el tiempo dedicado al trabajo de cuidados no pagados. Además, estimó que el 76,2% del empleo doméstico retribuido a escala global lo realizan mujeres. Esta estadística resalta la tendencia de asignar trabajos de cuidado remunerados a las mujeres, muchas veces en condiciones precarias y sin las ...