La todopoderosa presidenta de Argentina es la que ordena y manda en el país, sus ministros son su brazo ejecutor y el que esté en su contra está “en el horno”.

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ALEJANDRO PAGNI/AFP/Getty Images


“Es la versión femenina de Hugo Chávez”

Sí y no. Los parecidos son más que razonables pero no son lo mismo. Él es un militar de formas y de espíritu. Su último gesto político, antes de irse a operar a La Habana, fue colocar a algunos de sus compañeros de armas en puestos clave de la Administración central y de las provinciales. Las Fuerzas Armadas para él son una pieza determinante en el permanente proceso de construcción y mantenimiento del movimiento bolivariano. La presidenta de Argentina, por el contrario, no tiene en alto aprecio al Ejército. Su desconfianza y reproche tienen origen en los años de plomo de la última dictadura militar (1976-83), aunque los efectivos que siguen en actividad de aquella época representan un porcentaje simbólico frente a las nuevas generaciones. La institución militar argentina dispone de un presupuesto esquelético pero, en rigor, el primero en desarmarlas económicamente fue el ex presidente Carlos Menem en los años 90. Con este Gobierno, en un hecho insólito, agentes de los cuerpos especiales de la Gendarmería y la Prefectura (Guardacostas) se atrincheraron, de forma pacífica, como medida de presión para que les subieran el sueldo y éste fuera en blanco.

Hugo Chávez, a diferencia de Cristina Fernández de Kirchner que lo hizo, sería incapaz de impulsar una ley de matrimonio igualitario. Ni hablar de dar un paso para incorporar una legislación como la de Argentina que permite a los transexuales -tanto si están operados como si no-, elegir el sexo en el Documento Nacional de Identidad. Pero ambos están de acuerdo en otro asunto de máxima sensibilidad: se declaran en  contra de la despenalización del aborto.

El paciente venezolano no duda en expropiar pero, en general y en particular cuando hay intereses extranjeros de por medio, paga algo parecido al justiprecio. La viuda de Néstor Kirchner intenta ahorrarse la factura aunque ésta la tenga que abonar, más tarde o más temprano, Argentina. El Estado acumula veinticuatro demandas en el Ciadi (Centro Internacional de Arreglos Diferenciales de Inversiones) que depende del Banco Mundial pero ignora fallos en su contra. La suma total de las denuncias asciende a más de veinte mil millones de dólares. Entre las de mayor cuantía figuran YPF a Repsol y Aerolíneas Argentinas al polémico grupo Marsans.

Chávez, cuando estaba bien de salud, disfrutaba, con amigos y enemigos, en las ruedas de prensa. A Cristina Fernández le producen alergia. El presidente venezolano podía echar horas pegado al micrófono de su programa “Aló, Presidente”. La presidenta de Argentina prefiere convocar en la Casa Rosada a los aplaudidores, como califica un sector de la prensa local, a la cla que la acompaña en esos actos.

Los medios de Comunicación son la bestia negra para ambos mandatarios. ...