Los tres pilares en busca de una estrategia coordinada y coherente.
Fotolia
Al igual que muchos de sus homólogos europeos y occidentales, los responsables políticos españoles son conscientes desde hace tiempo de la necesidad de una integración más eficiente de las “3D”, la expresión acuñada por Hilary Clinton en 2010 para referirse a los pilares de la política exterior: defensa, diplomacia y desarrollo. Se reconoce que dicha integración favorecería los intereses de España y reforzaría su capacidad en las organizaciones multilaterales (ONU, OTAN, UE, etcétera) que trabajan en aras de un entorno internacional más seguro, más justo y más próspero.
Sin embargo, como ocurre con frecuencia en la vida política, cuando se trata de reconocer la necesidad de cambiar, es más fácil predicarlo que llevarlo a cabo. En la práctica, estos tres pilares se despliegan con escasa coordinación. A pesar de la aparición de un nuevo paradigma teórico, la cultura organizativa de los departamentos pertinentes del Gobierno (Defensa, Asuntos Exteriores y Cooperación para el Desarrollo) se ha resistido al cambio. El reto es pasar de la retórica a la acción en un contexto económico adverso cuyos drásticos recortes afectan especialmente al pilar de la cooperación.
La crisis, además, ha relegado a un segundo plano al Ministerio de Exteriores, en detrimento de Economía y Hacienda, cuyas decisiones son las que priman hoy y son relevantes internacionalmente. Esto, que es una tendencia general en toda Europa, significa que excepto que tengan una enorme capacidad de liderazgo o un peso político propio, los ministros de Exteriores no suelen estar en el núcleo decisorio. En el caso de España, cuyo sistema político es sumamente presidencialista, como Mariano Rajoy tampoco ha querido jugar un papel exterior activo, situándose más en la línea de Zapatero que en la de González y Aznar, la acción exterior adolece de falta de impulso político.
A esto hay que añadir tres decisiones estratégicas muy cuestionables: una, las energías dedicadas a la promoción de la Marca España en un contexto tan adverso, que requiere de unos recursos de los que carecemos en estos momentos; dos, la centralidad casi exclusiva dada a la promoción de los intereses de las empresas españolas en el exterior, que refleja una visión muy estrecha y mercantilista de la diplomacia; y tres, el intento de hacer una reforma del Servicio Exterior precisamente en el momento de mayor debilidad del Ministerio de Exteriores dentro de la Administración, lo que en lugar de reforzar la acción diplomática puede acabar debilitándola.
Un proceso de ensayo y error: las 3D en la práctica
Tras experiencias más o menos exitosas en la integración de los tres pilares de su política exterior en los procesos de construcción de paz en América Central en los 80, en el conflicto de Yugoslavia, y en Afganistán en la última década, España se enfrenta ahora al reto de lidiar con los acontecimientos del Norte de África de manera coherente. Los eventos de la Primavera Árabe deberían reforzar la ...
Artículo para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual 3,70€/mes
Asiste a eventos en exclusiva
Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal