El país desea empezar a poner los cimientos de su futura incorporación a la UE. Sentar las bases de ese fundamento es el desafío histórico del nuevo Gobierno y la elite política moldava.

El Parlamento de Moldavia ha ratificado el Gobierno de la Alianza por la Integración Europea (AIE) encabezado por el joven empresario Chiril Gaburici. Designado por el conservador Partido Liberal Demócrata (PLD), el primer ministro dirigió durante años una compañía de telefonía móvil.
Que el nuevo Ejecutivo sea un Gobierno minoritario no es una buena noticia. Pero tras semanas de negociaciones para la formación de un gabinete mayoritario de tres partidos, el consenso entre el PLD y el Partido Demócrata de orientación izquierdista, finalmente no incluyó al Partido Liberal.
La prioridad de Gaburici es cumplir en 2018 con las condiciones para solicitar el ingreso en la Unión Europea. Algo complicado al contar con solo 42 de los 101 escaños. Con la ayuda de los comunistas –que no recibieron a cambio carteras ministeriales– el gabinete fue aprobado por un total de 60 diputados. Sin embargo, el dirigente comunista y ex presidente, Vladímir Voronin, ya ha advertido que controlará estrechamente al Ejecutivo. Los comunistas intentarán utilizar su apoyo para negociar sobre las reformas a implementar. Será esa la mayor debilidad del Gobierno que necesita un marco político claro y definido para la profunda transformación de las instituciones.
¿Qué quiere el Partido Comunista? Renegociar las disposiciones del Tratado de Asociación con la UE y, en especial las relativas al comercio, comprendidas en la constitución de la Zona de Libre Cambio Amplia y Profunda. Su influencia aumentará. Aun así, no consideran una definitiva vuelta atrás en el curso pro-europeo. Mucho menos, es su intención adherirse a la Unión Euroasiática (Armenia, Bielorrusia, Kazajistán y Rusia) de Vladímir Putin.
Los que sí votaron en contra de Gaburici fueron los socialistas. Es preocupante que el Partido Socialista de ultra-izquierda fuera el más votado en las elecciones parlamentarias de noviembre, alcanzando 25 escaños. A diferencia de los comunistas, son contrarios a la UE y abogan claramente por el ingreso de Moldavia en la Unión Eurasiática. Su líder, Ígor Dodón, aliado del Kremlin, pronostica que el Gobierno no dudará “más de tres o cuatro meses”. Habrá que tenerlos en cuenta. Manipular a la opinión pública centrando el debate en las luchas intestinas en el interior de la coalición gubernamental pro-europea les ha dado resultado al reforzar la insatisfacción y los recelos del electorado. No obstante, de seguir así acabarán convirtiéndose en una fuerza exclusivamente destructiva. Un riesgo que queda amplificado por el inequívoco apoyo – incluido el financiero – de Moscú para dificultar el camino de Moldavia hacia Europa.
El peor escenario para el Ejecutivo hubiera sido una alianza entre socialistas y comunistas. Mas es difícil que eso ocurra. La razón principal es que Dodón se convirtió en líder socialista en 2011 después de abandonar el Partido Comunista.
Las relaciones ...
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