A Greek patrol ship of the Hellenic Navy is patrolling the Aegean Sea water borders between Greece and Turkey, just outside Kos Island with Turkey in the background with summer houses, resorts and hotels visible. Patrols are for military purposes but also for boats with refugees and migrants in addition to the FRONTEX force that guards the European borders since the refugee crisis. The vessel that patrols for asylum seekers trying to cross with a dinghy from the Turkish coast is a Diopos Antoniou P286 Hellenic Navys Kelefstis Stamou class small missile boat. Kos island and the Turkish coast from the other side of the sea are popular tourist destinations. Kos Island, Greece on November 16, 2021 (Photo by Nicolas Economou/NurPhoto via Getty Images)

La multiplicidad de actores, intereses, fuerzas navales y alianzas convierten este espacio en uno de las más complejos del actual sistema internacional.

En los últimos 20 años se han producido importantes descubrimientos gasíferos en el Mediterráneo oriental. Esos yacimientos están cambiando la matriz energética de los países de la región, o tienen la potencialidad de hacerlo, más allá del impacto a nivel internacional que tales desarrollos podrían tener. La búsqueda de nuevas fuentes energéticas que eviten la relevancia de Rusia en la economía europea posiciona a esta zona en un lugar de interés para los países de la UE.

Sin embargo, esa nueva riqueza energética también tiene consecuencias en el ámbito de la seguridad internacional. Por un lado, se convierten en espacios de interés y la protección de esa infraestructura crítica deviene en una prioridad para los Estados. Por otro lado, esa necesidad requiere del diseño de medios navales que permitan esa protección real.

De esa manera, a la ya conflictiva región de Medio Oriente, en general, y Mediterráneo oriental, en particular, se le suma el dominio marítimo, que hasta inicios del siglo XXI no había sido uno de los más desarrollados tomando en cuenta la historia reciente de la región.

Los países ribereños, por lo tanto, han dado importantes pasos para desarrollar sus respectivas armadas nacionales, lo que se ha realizado en un contexto congestionado, ya que debemos agregar la presencia de medios navales de actores extraregionales: Reino Unido, Estados Unidos, Francia y Rusia.

Todo ello implica una superposición de actores, intereses, fuerzas navales y alianzas que convierten a esta región en una de las más complejas del actual sistema internacional.

La riqueza gasífera puede ser vista como una fuente de conflictos, pero también puede convertirse en la base de la cooperación, ya que es imposible la explotación de esa riqueza sin un mínimo de estabilidad. El interés central de los Estados de la región es el de explotar esos recursos, y en ello coincide el interés europeo. Sin embargo, otros actores externos no comparten ese interés y, seguramente, favorecerán la continuidad de las tensiones para así evitar que esa riqueza gasífera pueda ser utilizada.

La riqueza gasífera

Los Estados ribereños de la región donde se han encontrado o se presupone que existen yacimientos gasíferos son: Egipto, la Franja de Gaza, Israel, Líbano, Siria, Turquía, Grecia, Chipre y la no reconocida internacionalmente, República Turca del Norte de Chipre.

Los yacimientos en las aguas egipcias son Abu Qir, Zohr, Atoll, Nooros y Baltim South West. Aquellos descubiertos en las costas de la Franja de Gaza son Gaza Marine y Gaza Marine 2, que están en aguas limítrofes con Israel. Ninguno de estos dos está siendo explotado debido al conflicto existente entre Hamás, que gobierna Gaza, y las autoridades israelíes. Los existentes en las costas israelíes son Mari-B, NOA North, Dalit, Tamar, Leviatán, Dolphin, Tanin, Karish, Karish North.

En Líbano encontramos en explotación dos yacimientos denominados Bloque 4 y Bloque 9. Una sección de este último se encuentra en la zona limítrofe con las aguas israelíes, existiendo en estos momentos un proceso de negociación, mediado por Estados Unidos, para solucionar este diferendo entre Beirut y Tel Aviv. Aún no resulta claro cuál es la situación en las costa de Siria, pero hay indicios geológicos de la existencia de yacimientos, pero debido a la guerra en el país desde 2011 no han sido estudiados.

En las costas de Chipre están los de Afrodita, Calipso y Glaucus I. Ni en la República Turca del Norte de Chipre ni en Turquía encontramos en la actualidad yacimientos concretos, pero esto se debe a la existencia de conflictos políticos. A mediados de 2019 Ankara envió un barco de exploración a la costa norte de la isla de Chipre, que se encuentra bajo jurisdicción de la República Turca del Norte de Chipre, generando una fuerte oposición de la UE. Es posible que, si las circunstancias políticas lo permiten, los estudios geológicos determinen la existencia de yacimientos en esas aguas.

Finalmente, en las costas de Grecia encontramos yacimientos de petróleo en el Mar Egeo, los de PRINOS y EPSILON, una zona que tampoco está exenta de tensiones en este caso con Turquía.

GAZA, PALESTINA – 2022/09/13. Jóvenes palestinos junto a banderas palestinas y una pancarta en la que se lee "Nuestro gas es nuestro derecho" durante una concentración en el puerto marítimo de la ciudad de Gaza, en la que exigen su derecho a recibir gas de un yacimiento marítimo frente a Israel y la apertura de los pasos fronterizos. (Foto de Ahmed Zakot/SOPA Images/LightRocket vía Getty Images)

Como puede verse, si no fuese por los conflictos entre Israel y Palestina por la explotación de los yacimientos frente a la Franja de Gaza, la frontera marítima israelí-libanesa, los conflictos en Siria o en la isla de Chipre, así como las tensiones greco-chipriotas, las prospecciones podrían realizarse y, probablemente, traerían la aparición de nuevos yacimientos de gas en la zona. Esas expectativas son las que se encuentran en la base de las diferencias y las superposiciones de delimitación de las Zonas Económicas Exclusivas de Grecia, Turquía y Libia, otro foco de conflicto potencial.

Las capacidades navales

Es entendible que, en una región tan rica en recursos gasíferos, los Estados tomen las medidas pertinentes para protegerlos. En el ámbito naval, una de las decisiones más importantes ha sido la de desarrollar fuerzas de submarinos modernas que puedan ejercer acciones de “denegación de área”, es decir, complejizar, dificultar o impedir que otra fuerza naval mantenga una presencia en esas aguas.

Tanto Egipto, como Turquía, Israel y Grecia han invertido fuertemente en esos medios a lo largo de los últimos diez años.

Egipto opera cuatro submarinos Tipo 209/1400 y cuatro Clase Romeo Proyecto 033, y otros dos 209/1400 están proyectados para los próximos años. Turquía, por su parte, tiene ocho 209/1400 y cuatro 209/1200. Israel, por la suya, cuenta con cinco (Clase Dolphin I y Dolphin II) y, finalmente, Grecia, posee siete 209 y cuatro 241. ¡Estos cuatro países operan casi 36 submarinos!

Un punto interesante es que los cuatro Estados han elegido el mismo proveedor, la empresa alemana ThyssenKrupp Marine Systems.

El control de las aguas también descansa en buques de superficie. Egipto ha llevado adelante una importante modernización de su armada, cuenta con 13 fragatas (la mayoría de ellas de diseño europeo), cuatro en construcción y dos proyectadas. También opera tres corbetas y otras dos están en construcción. La fuerza naval egipcia ha adquirido dos modernos buques anfibios (Clase Mistral) de Francia, que originariamente estaban destinados a Rusia.

Turquía, en cuanto a la flota de superficie, tiene 16 fragatas (MEKO 200 y Clase Perry), 29 corbetas (Tipo 68, MILGEN, entre otras) y cinco buques anfibios. Israel posee 13 corbetas tipo Sa´ar (Tipo 5 y Tipo 6). Grecia opera 19 corbetas, aunque más antiguas (Clase Combattante II, Combattante III y Super Vita).

Tanto en submarinos como en buques de superficie, Turquía y Grecia son los Estados que han logrado sumar mayor cantidad de componentes de fabricación nacional, como resultado del desarrollo de sus industrias de defensa. Chipre, Siria y Líbano, por razones derivadas de embargos, limitaciones financieras o conflictos, no tienen armadas modernas o significativas.

Actores navales extrarregionales

La existencia de actores extrarregionales en la región del Mediterráneo oriental no es algo nuevo. Durante la Guerra Fría, la presencia de buques de OTAN y soviéticos era una constante en esas aguas. El final de ese período no llevó a la desaparición de esas fuerzas, sino que se han mantenido y, en los últimos años, hemos visto regresar a Rusia al Mediterráneo.

Estados Unidos cuenta con su Sexta Flota que desde la ciudad italiana de Nápoles organiza la presencia naval en el Mediterráneo. Posee diversas fuerzas de tareas: anfibias, submarinas, de superficie, etcétera, y suele tener un grupo de portaaviones desplegados en la zona, en estos momentos es el USS George H.W. Bush (CVN-77), con su correspondiente grupo aéreo embarcado y buques de apoyo y protección.

El pasado 15 de septiembre el Gobierno estadounidense decidió levantar totalmente el embargo de armas que había sido impuesto sobre Chipre en 1987, lo que abre la puerta a posibles adquisiciones de sistemas de armas modernos por parte de las autoridades de ese país, los cuales seguramente serán de origen estadounidense o de países europeos.

Desde la independencia de la Isla de Chipre en 1960, Reino Unido mantiene dos bases: Akrotiri y Dhekelia como asiento de las British Forces Cyprus (BFC), una fuerza conjunta (Ejército, Fuerza Aérea y Armada) que le permiten tener una clara proyección en Medio Oriente.

Francia, aunque formalmente no mantiene bases en la región, sí ha desplegado una pequeña fuerza aeronaval desde 2020 y ha profundizado sus vínculos militares con Chipre, e incluso se ha mencionado la posibilidad de estacionar barcos militares franceses en puertos chipriotas. Las Fuerzas Armadas francesas realizan maniobras militares con las armadas de los Estados de la región como el ejercicio anual Cleopatra, con Egipto, algo que se ve favorecido por el hecho de que este país haya adquirido buques de superficie de origen francés a lo largo de los últimos años, lo que favorece la interoperabilidad.

Mucha más visibilidad internacional ha tenido la presencia de Rusia en Siria desde el inicio de sus operaciones militares en septiembre de 2015. El apoyo ruso al gobierno de Bashar al Assad incluyó un acuerdo que ha permitido a los rusos contar con una parte del puerto de Tartus para estacionar buques, hasta 11, y una base aérea en Hmeinim. Los vínculos militares con Líbano y Egipto también se han profundizado, aunque sin llegar a los niveles alcanzados con Siria.

También podríamos mencionar, dentro de las fuerzas de actores extra regionales, a Irán que, aunque no mantiene una presencia naval en el Mediterráneo, sí mantiene tropas en territorio sirio y muy buenos vínculos con Hezbolá en Líbano y Hamás en la Franja de Gaza. De acuerdo a fuentes israelíes, los ataques realizados a las instalaciones gasíferas israelíes el pasado mes de julio con drones se habrían realizado con sistemas de origen iraní.

Así, las grandes potencias globales, y actores relevantes regionales como Irán, de manera directa o indirecta tienen presencia militar en el Mediterráneo Oriental, sumando así actores, medios, intereses y peligrosidad a la región.

La seguridad energética europea

La necesidad de contar con algún nivel de coordinación política ha llevado a la conformación en 2019 del Foro de Países exportadores de Gas, conocido como EastMed Forum, que se ha formalizado con la firma de un acuerdo entre los Estados miembros y la apertura de una sede en El Cairo. Los miembros de este foro son: Chipre, Egipto, Francia, Grecia, Israel, Italia, Jordania, Palestina, EE UU y la UE sin miembros observadores.

Grupo de trabajo en el Foro de Países exportadores de Gas, EastMed, El Cairo, 2019. Cortesía del East Mediterranean Gas Forum.

Uno de los elementos que llama la atención es la ausencia de actores directamente involucrados en la región como Líbano, Siria, Turquía y la República Turca del Norte de Chipre, en este caso, su limitado reconocimiento internacional representa un obstáculo fundamental. La ausencia de Turquía, así como las de Líbano y Siria, es un elemento que limita la posibilidad de un enfoque realmente regional, puesto que dejar de lado a actores centrales nunca puede ser una política sostenible a largo plazo.

La superación de la crisis bilateral entre Israel y Turquía y un potencial acuerdo por las fronteras marítimas entre Israel y Líbano podrían facilitar el ingreso de los gobiernos de Ankara y Beirut a este foro. Un caso distinto es el de Siria, donde no solo el estado de guerra en ese país, sino la influencia que en el gobierno de Damasco tienen Rusia e Irán, complejizará su total inclusión.

Los yacimientos gasíferos del Mediterráneo Oriental abastecerán a los Estados ribereños dueños de tales recursos, pero también pueden ser exportados a los países europeos. En este sentido destaca el gasoducto EastMed, un proyecto que llevará el gas de los yacimientos de Israel, Chipre y Grecia al continente europeo, favoreciendo la diversificación de fuentes de aprovisionamiento de gas de los países de la UE. La potencialidad de los recursos del Mediterráneo Oriental se ha reflejado en el acuerdo alcanzado el pasado mes de junio para que Israel y Egipto aumenten sus exportaciones de Gas Natural Licuado (LNG) a Europa.

Más allá de los recursos gasíferos, debemos señalar la relevancia energética, en este caso de una fuente limpia, que significa el proyecto de interconexión GREGY que llevará 3.000 MW de energía limpia a Europa desde Egipto a través de Grecia.

Como puede verse, el Mediterráneo oriental representa una fuente energética de gran relevancia para Europa y de ahí su importancia estratégica para los Estados ribereños y para los países de la UE. Todos desean mantener ese vínculo y para ello la protección de esa infraestructura marítima es una necesidad de primer orden.

¿Es posible la cooperación?

La relevancia de la región del Mediterráneo oriental y sus recursos gasíferos no disminuirá en un futuro cercano, sino que, por el contrario, debido a la guerra de Rusia con Ucrania, aumentará su importancia para la seguridad energética europea.

Los países ribereños y las potencias extra regionales tendrán, por lo tanto, grandes incentivos para mantener una presencia naval que asegure el uso de esa infraestructura y pueda protegerla de amenazas de distinto tipo. Los medios navales, en ese sentido, representan una herramienta esencial y es de esperar que las inversiones y los desarrollos en ese campo se mantengan como una tendencia.

Sin embargo, un verdadero contexto de seguridad no depende de la cantidad de armamento existente sino de acuerdos políticos que incluyan a todos los actores directamente involucrados. En este sentido, la exclusión de actores como Turquía de EastMed Forum no parecería ser una decisión sostenible.

Los recursos gasíferos pueden ser una causa de tensiones y conflictos, pero también pueden ser la base de entendimientos y cooperación si se enfatiza la estabilidad como elemento esencial para la explotación de los mismos.

Un sistema regional que incluya a todos los actores, que fomente la coordinación de sus políticas de explotación de recursos gasíferos a través de su vinculación con los Estados europeos es una estrategia mucho más beneficiosa que sistemas de exclusión o de tensión que solo favorecerán a actores externos y, en el caso energético, a Rusia.