Lukashenko: Politicheskaya
Biografiya (Lukashenko: una
biografía política)

Alexandr Feduta, 704 págs.,
Referendum, Moscú,
2005 (en ruso)


En Bielorrusia, el régimen más represivo de Europa, el tiempo
parece haberse detenido. La bandera roja que ondea en los edificios públicos
guarda un enigmático parecido con la de la era comunista. Otros miembros
del antiguo club soviético han experimentado, no hace mucho, revoluciones
democráticas. Se suponía que Minsk iba a ser el escenario de
la siguiente revolución de terciopelo o de
color
. Entonces, ¿por
qué siguen siendo tan sombrías las perspectivas de instauración
de la democracia en el país?

Alexandr Feduta, periodista y ex secretario de prensa del presidente Aleksandr
Lukashenko, se propone ofrecer una explicación. En su nueva y exhaustiva
biografía sobre el presidente arroja luz sobre la lógica de su
ascenso al poder y los mecanismos con los que logra conservarlo y reforzarlo.
Presenta a su antiguo jefe no sólo como a un dictador ávido de
poder, sino también como a un político de extraordinario talento
con una capacidad única para interpretar la opinión pública
y, en último término, neutralizar cualquier desafío político.
Al diagnosticar los males de Bielorrusia, Feduta llega a la conclusión
de que el dictador es la "grave enfermedad de la nación".


Llega un momento en el que los abusos de un dictador sobrepasan todos los límites. El de Lukashenko llegó con la desaparición de conocidos opositores en 1999


Desde una edad muy temprana, Lukashenko ansiaba el éxito y el poder
para escapar de una infancia sin padre y una juventud llena de penurias. Su
meteórico ascenso desde la dirección de una granja colectiva
de una pequeña ciudad de provincias hasta convertirse en un autócrata
omnipotente es una prueba de su capacidad para interpretar los tiempos. En
el punto álgido de la perestroika, fue un gran defensor de las reformas.
Cuando fue elegido miembro del Parlamento republicano en 1990, se hizo conocido
por su persecución de las élites corruptas. Sin embargo, el entusiasmo
por las reformas dio paso a la desilusión y la rabia, y Lukashenko se
convirtió en un conservador a ultranza.

En su ascenso despedazó a toda la clase dirigente, barrió a
los ex comunistas y aplastó a la oposición nacionalista que aspiraba
a seguir la senda de los movimientos populares que triunfaban en otros lugares
de la Europa del Este. Así se protegía de posibles revoluciones
de color
.

Su equipo pertenecía a los inconformistas que, como él, entraron
en política a principios de los 90. Feduta se hace eco de los dolorosos
destinos de esta generación embaucada y perdida. El autor dimitió como
secretario de prensa de la presidencia cinco meses después de que Lukashenko
le ordenara aplicar las medidas de censura dictadas por mandato presidencial
contra los medios independientes. Posteriormente, se arrepintió públicamente
de haber ayudado a Lukashenko a subir al poder: fue el único de sus
colaboradores que lo hizo. Algunos de ellos abandonaron discretamente la política;
otros se incorporaron a la oposición, aunque sólo les sirvió para
comprobar lo que el tirano tenía reservado para quienes consideraba
traidores. En este sentido, Feduta menciona a Viktar Hanchar, antiguo aliado
del presidente, que se convirtió en el líder más prometedor
de la oposición y que desapareció de forma misteriosa, supuestamente
secuestrado y asesinado en 1999, tras varios intentos de defenestrar a su antiguo
compañero.

Llega un momento en que los abusos de un dictador sobrepasan todos los límites.
Para Lukashenko ese momento llegó con la desaparición de conocidos
líderes de la oposición ese mismo año. Los excesos están
bien documentados: la destrucción de instituciones representativas y
la reformulación de la constitución para conceder plenos poderes
formales al presidente, la privatización del Estado con el desvío
de los beneficios de los negocios más rentables a fondos secretos de
Lukashenko y la expulsión, ruina o encarcelamiento repentinos de toda
persona sospechosa, para él, de convertirse en un rival.

Aunque es mucho más fácil adquirir el libro en Rusia o EE UU
que en Bielorrusia, se están introduciendo en el país ejemplares
clandestinos que se distribuyen de forma gratuita, sobre todo entre los activistas
disidentes. A medida que crezcan, los jóvenes bielorrusos leerán
el libro para contrarrestar la propaganda y la mitología oficiales,
de la misma forma que el sistema de publicaciones clandestino de la era soviética,
samizdat, contribuyó a pulverizar las ilusiones de la generación
de la perestroika sobre el comunismo.

La sencilla fórmula que Feduta ofrece para explicar la supervivencia
política del gobernante bielorruso retumba en la cabeza de los lectores.
Lukashenko sigue siendo el jefe de una granja colectiva que emplea los métodos
más primitivos para aferrarse al poder. Hoy, lo único monumental
en el país es su dictador, que se ha hecho tan gigantesco a fuerza de
dilapidar las fortunas de las gentes de su atribulado país.

El último tirano europeo. Vitali Silitski


Lukashenko: Politicheskaya
Biografiya (Lukashenko: una
biografía política)

Alexandr Feduta, 704 págs.,
Referendum, Moscú,
2005 (en ruso)


En Bielorrusia, el régimen más represivo de Europa, el tiempo
parece haberse detenido. La bandera roja que ondea en los edificios públicos
guarda un enigmático parecido con la de la era comunista. Otros miembros
del antiguo club soviético han experimentado, no hace mucho, revoluciones
democráticas. Se suponía que Minsk iba a ser el escenario de
la siguiente revolución de terciopelo o de
color
. Entonces, ¿por
qué siguen siendo tan sombrías las perspectivas de instauración
de la democracia en el país?

Alexandr Feduta, periodista y ex secretario de prensa del presidente Aleksandr
Lukashenko, se propone ofrecer una explicación. En su nueva y exhaustiva
biografía sobre el presidente arroja luz sobre la lógica de su
ascenso al poder y los mecanismos con los que logra conservarlo y reforzarlo.
Presenta a su antiguo jefe no sólo como a un dictador ávido de
poder, sino también como a un político de extraordinario talento
con una capacidad única para interpretar la opinión pública
y, en último término, neutralizar cualquier desafío político.
Al diagnosticar los males de Bielorrusia, Feduta llega a la conclusión
de que el dictador es la "grave enfermedad de la nación".


Llega un momento en el que los abusos de un dictador sobrepasan todos los límites. El de Lukashenko llegó con la desaparición de conocidos opositores en 1999


Desde una edad muy temprana, Lukashenko ansiaba el éxito y el poder
para escapar de una infancia sin padre y una juventud llena de penurias. Su
meteórico ascenso desde la dirección de una granja colectiva
de una pequeña ciudad de provincias hasta convertirse en un autócrata
omnipotente es una prueba de su capacidad para interpretar los tiempos. En
el punto álgido de la perestroika, fue un gran defensor de las reformas.
Cuando fue elegido miembro del Parlamento republicano en 1990, se hizo conocido
por su persecución de las élites corruptas. Sin embargo, el entusiasmo
por las reformas dio paso a la desilusión y la rabia, y Lukashenko se
convirtió en un conservador a ultranza.

En su ascenso despedazó a toda la clase dirigente, barrió a
los ex comunistas y aplastó a la oposición nacionalista que aspiraba
a seguir la senda de los movimientos populares que triunfaban en otros lugares
de la Europa del Este. Así se protegía de posibles revoluciones
de color
.

Su equipo pertenecía a los inconformistas que, como él, entraron
en política a principios de los 90. Feduta se hace eco de los dolorosos
destinos de esta generación embaucada y perdida. El autor dimitió como
secretario de prensa de la presidencia cinco meses después de que Lukashenko
le ordenara aplicar las medidas de censura dictadas por mandato presidencial
contra los medios independientes. Posteriormente, se arrepintió públicamente
de haber ayudado a Lukashenko a subir al poder: fue el único de sus
colaboradores que lo hizo. Algunos de ellos abandonaron discretamente la política;
otros se incorporaron a la oposición, aunque sólo les sirvió para
comprobar lo que el tirano tenía reservado para quienes consideraba
traidores. En este sentido, Feduta menciona a Viktar Hanchar, antiguo aliado
del presidente, que se convirtió en el líder más prometedor
de la oposición y que desapareció de forma misteriosa, supuestamente
secuestrado y asesinado en 1999, tras varios intentos de defenestrar a su antiguo
compañero.

Llega un momento en que los abusos de un dictador sobrepasan todos los límites.
Para Lukashenko ese momento llegó con la desaparición de conocidos
líderes de la oposición ese mismo año. Los excesos están
bien documentados: la destrucción de instituciones representativas y
la reformulación de la constitución para conceder plenos poderes
formales al presidente, la privatización del Estado con el desvío
de los beneficios de los negocios más rentables a fondos secretos de
Lukashenko y la expulsión, ruina o encarcelamiento repentinos de toda
persona sospechosa, para él, de convertirse en un rival.

Aunque es mucho más fácil adquirir el libro en Rusia o EE UU
que en Bielorrusia, se están introduciendo en el país ejemplares
clandestinos que se distribuyen de forma gratuita, sobre todo entre los activistas
disidentes. A medida que crezcan, los jóvenes bielorrusos leerán
el libro para contrarrestar la propaganda y la mitología oficiales,
de la misma forma que el sistema de publicaciones clandestino de la era soviética,
samizdat, contribuyó a pulverizar las ilusiones de la generación
de la perestroika sobre el comunismo.

La sencilla fórmula que Feduta ofrece para explicar la supervivencia
política del gobernante bielorruso retumba en la cabeza de los lectores.
Lukashenko sigue siendo el jefe de una granja colectiva que emplea los métodos
más primitivos para aferrarse al poder. Hoy, lo único monumental
en el país es su dictador, que se ha hecho tan gigantesco a fuerza de
dilapidar las fortunas de las gentes de su atribulado país.

Vitali Silitski es investigador
becado por el Programa de Democracia Reagan-Fascell 2004-2005 de la Fundación
Nacional estadounidense para la Democracia.