Las prácticas en esta prisión, así como en otros lugares de detención ilegal, han contribuido a un aumento de la radicalización y a alimentar la propaganda yihadista.

En enero de 2002, meses después de los atentados del 11-S, llegaron a la base naval estadounidense de Guantánamo, en Cuba, los primeros sospechosos por delitos de terrorismo de un total de 760 detenidos que han pasado por alguno de sus célebres campos de detención. La historia de Guantánamo ha estado marcada por continuas críticas por su ilegalidad y por el trato inhumano dado a los reclusos. El resumen del informe de la Comisión de Inteligencia de Estados Unidos sobre el programa de detención e interrogatorios de la CIA, desclasificado en diciembre de 2014, confirmó que en el marco del mismo algunos de los detenidos fueron sometidos a torturas y a tratos inhumanos y degradantes. El programa se puso en práctica no únicamente en Guantánamo sino también en otros lugares de detención clandestinos como Abu Ghraib en Irak y en la conocida como Salt Pik al norte de Kabul (Afganistán).
El presidente Barack Obama finalizará próximamente su mandato sin cumplir una de las promesas electorales de 2008, el cierre de la prisión. A pesar del esfuerzo destinado a su clausura se ha encontrado con una fuerte resistencia del Congreso que le ha alejado de su objetivo. No obstante, durante su mandato el número de reclusos se ha reducido de 242 a 61, siendo la mayoría de los que aún permanecen de Afganistán, Pakistán y Yemen. En un punto de no retorno respecto a este episodio oscuro de la reciente historia estadounidense cabe preguntarse, ¿para qué ha servido Guantánamo?
El presidente Obama responde claramente a esta cuestión el 23 de febrero de 2016 señalando “durante muchos años ha quedado claro que el centro de detención de Guantánamo no mejora nuestra seguridad nacional, sino que la socaba. Es contraproducente para nuestra lucha contra los terroristas que lo utilizan como propaganda para el reclutamiento”. Tras estas palabras añade que es también la opinión de los expertos. En la rueda de prensa tras la cumbre Asean en Laos, en septiembre de 2016, insistió en que la prisión era una herramienta de reclutamiento de las organizaciones terroristas, reiterando que no renunciaba a su cierre.
Es del todo imposible calcular cuántos terroristas han podido verse influidos en su proceso de radicalización por lo que sucedió en el centro de detención de Guantánamo. Lo que sí es posible saber con datos fiables es que un número no menor de los presos de Guantánamo han retornado a actividades terroristas o insurgentes. Según datos recientes de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de EE UU un 17,6% de los detenidos transferidos desde la prisión han reincidido en actividades terroristas, un total de 122. Respecto a otros 86 ex detenidos, el 12,4%, existen sospechas de su participación en acciones terroristas en lugares de conflicto. El Departamento de Defensa estadounidense ...
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