La
nuit est tombée sur Dakar
(La noche ha caído sobre Dakar)

Aminata Zaaria
231 págs., Grasset,
París, 2004 (en francés).


Escapar de la pobreza a cualquier precio es la idea que rumia en las cabezas
de millones de jóvenes africanos que sueñan con cruzar el Estrecho,
con que un turista blanco se fije en ellos o en ellas, o que un cazatalentos
europeo desembarque en su aldea en busca del nuevo Diouf o la próxima
Imán. Los senegaleses no son una excepción y muchos sueñan
con un mundo distinto al de sus padres, con los que ya no comparten una visión
del mundo anclada en las tradiciones y la superstición. Aunque respetan
y conservan muchas de las creencias animistas, musulmanas o cristianas de su
cultura, y a pesar de la ola de neoconservadurismo que empieza a dejarse ver
en las calles de Dakar, donde se observan más cabezas cubiertas con
pañuelo que nunca, la mayoría de los jóvenes ya no temen
que les roben el alma por no llegar vírgenes al matrimonio, tienen claro
que el juicio de los dioses no depende de que tengan o no el clítoris
extirpado y dan menos importancia al qué dirá el resto de su
comunidad.

Esta necesidad de ruptura con ciertas tradiciones, alimentada por las experiencias
migratorias y la presencia de blancos (turistas, cooperantes y series de televisión
occidentales que llegan hasta la más remota aldea de África),
constituye uno de los temas más recurrentes de la literatura senegalesa,
escrita en gran parte por mujeres. Con el referente indispensable de finales
de los 70 de Mi carta más larga, de Mariama Bâ (Ed. Zanzíbar,
Manzanares el Real, 2003), donde el funeral del marido de la protagonista sirve
de excusa para desplegar una visión crítica de la poligamia y
las castas, o El baobab que enloqueció, de Ken Bugul (Ed. Zanzíbar,
2002), el intenso viaje de una joven desde su aldea natal hasta la alienación
de una vida marcada por las drogas y la prostitución en Bruselas, surge
ahora una nueva generación de escritoras. Nacidas tras la independencia
(1960), reflejan las preocupaciones de muchos jóvenes senegaleses: las
nuevas formas de relacionarse con la llamada modernidad y su frustración
ante la visión de un país estancado en la miseria.

La primera novela de la dramaturga y periodista Aminata Zaaria, La
nuit est tombée
sur Dakar, que Grasset publicó en Francia a principios
de año, es la obra más reciente de esta nueva generación
de jóvenes escritoras senegalesas. Con un estilo directo y salpicado
de africanismos, Zaaria cuenta la historia que se repite por toda África,
la de la falta de oportunidades para los jóvenes y la del deseo de vivir
como los blancos. "Sé que me arriesgo a las llamas del infierno,
pero estoy dispuesta a todo con tal de escapar de la pobreza", es la
declaración de intenciones con la que comienza la novela y que confiere
sentido al relato: el camino hacia la prostitución en manos de hombres
blancos de ...