[MI FE] no disminuyó. Pensé mucho y me aferré a ello durante un tiempo. Pasé una fase de incredulidad en Jesús como parte del cristianismo, aunque conservaba alguna clase de deísmo. El último vestigio desapareció cuando, finalmente, me convencí de que la teoría de la evolución de Darwin era una explicación adecuada para la complejidad y la belleza de la vida.

LA RELIGIÓN SE HA ACOSTUMBRADO a conseguirlo todo por la cara. Si alguien tiene la temeridad de hacer aunque sea una leve crítica, automáticamente suena estridente, incluso si no lo es.

LOS CIENTÍFICOS GANAN PRESTIGIO al cambiar su forma de pensar, a diferencia de, por ejemplo, los políticos, que son despellejados por sus cambios de dirección. Se piensa que los científicos son buenos chicos si modifican su forma de pensar ocasionalmente.

LO MENOS COMPRENDIDO [de la evolución darwiniana] es que los críticos creen que es una teoría basada en el azar. La gente dice “nada me convencerá de que todo este diseño, bello y elegante, es sólo un accidente”. Es más, la selección natural no es accidental. Eso es lo que importa.

SI BACH HUBIESE SIDO CRIADO en una cultura ateísta, podría haber creado oratorias tan sublimes, pero inspiradas en el universo, en la galaxia, en las placas tectónicas.

CREO QUE LA VIDA, si alguna vez se encuentra en otros planetas, como quiera de rara, extraña y extraterrestre que sea –y creo que será rara, extraña y extraterrestre– será una forma de vida darwiniana. Habrá evolucionado por una selección natural.

LA MAYORÍA de los niños tienden a asimilar las creencias de sus padres, y eso para mí es uno de los hechos más lamentables. Richard

 

Dawkins es profesor Charles Simonyi de Entendimiento Público de la Ciencia en la Universidad de Oxford (Reino Unido) y autor de El espejismo de Dios (Espasa, Madrid, 2007).