Las empresas extranjeras empiezan a posicionarse en el suculento mercado iraní, lleno de oportunidades y plagado de obstáculos al mismo tiempo.
AFP/Getty Images
Los rumores corren a un ritmo desproporcionado. Cada día se habla de nuevos empresarios que visitan Teherán para tantear la posibilidad de hacer negocios en este país. Italianos, neozelandeses, holandeses y muchos más han pasado por la capital. Se dice que una nueva delegación china –que nunca ha dejado de hacer negocios con Irán– viene de camino y una española acaba de visitar el país, una oportunidad que ha sido aprovechada por el ministro de Asuntos Exteriores de España y por su homólogo iraní para hablar de cooperación en materia de transporte y energía. Que los estadounidenses también tienen grandes intereses en el sector petrolero. Y que los franceses son los que han mostrado sus ambiciones con mayor claridad. Un grupo de 116 empresarios galos visitó la ciudad a comienzos de febrero para reunirse con integrantes del nuevo gobierno de Hasan Rohaní y decenas de representantes de la economía iraní.
El propósito no era otro que analizar las oportunidades existentes para hacer negocios en un país que alberga las cuartas reservas de petróleo del mundo, las segundas de gas y un mercado de alrededor de 75 millones de habitantes. Este mercado había sido vetado para los extranjeros desde la entrada en vigor de severas sanciones económicas, impuestas como consecuencia al programa nuclear iraní . Si la inversión extranjera nunca había sido verdaderamente representativa desde el comienzo de la Revolución Islámica, ésta había desaparecido después de la llegada al poder del ex presidente Mahmoud Ahmadineyad en 2005.
“No prometan nada, pero sí dejen claro que están dispuestos a acompañar a Irán en el futuro”, fue el mensaje del Gobierno francés a los integrantes de la delegación gala, que incluía a representantes de múltiples sectores económicos. Y es que el momento para aquella visita no podía ser más oportuno. Para entonces había entrado en vigor el acuerdo preliminar que firmaron en noviembre pasado la República Islámica con el grupo de los 5+1 (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China, Rusia y Alemania).
En este acuerdo el 5+1 aceptaba reducir las sanciones sobre los sectores de la petroquímica y los automóviles iraníes, al tiempo que contemplaba que se descongelaran 4.200 millones de dólares (unos 3.000 millones de euros) de las reservas que Irán tiene retenidas en el extranjero como resultado de su venta de crudo. A cambio, el gobierno de Teherán aceptaba detener ciertos aspectos de su programa nuclear y dar mayor acceso a la Organización de la Energía Atómica.
Pero esto es sólo el primer paso. Ambas partes esperan firmar el acuerdo final en los próximos seis meses dejando campo abierto a las inversiones extranjeras, que podrían ayudar a reactivar una economía que ha quedado malherida después de años de sanciones y de políticas económicas equivocadas del anterior gobierno. Un pequeño ejemplo es que muchas empresas del sector industrial podrían cerrar en los próximos meses si no se realiza una campaña de inversión que las ayude a salir a flote, como se ha asegurado desde ...
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