Diplomático y secretario general de la Asociación de Diplomáticos Españoles.

diplomaciaJorge Vázquez Costa tiene una carrera con forma de sprint. Con menos de 35 años es diplomático, secretario general de la Asociación de Diplomáticos Españoles (que agrupa a más del 60% de todos los funcionarios de este tipo) y consejero del gabinete del Secretario de Estado de Asuntos Exteriores. Le tentó el ejercicio del Derecho después de estudiar la carrera en la Universidad de Valencia y no cayó en la tentación.

“Aquellos no eran los tiempos de Skype”, advierte, y con eso quiere decir que tenía que ir a Madrid a prepararse las oposiciones. Aquí sí le fue parcialmente infiel a la carrera diplomática: estudió las oposiciones mientras se sacaba los cursos de doctorado y presentaba su tesina. Intuía que los conocimientos jurídicos iban a ser cruciales, especialmente, los de Derecho Internacional Público y el Derecho Internacional Privado.

En 2011, justo antes de que el Ministerio de Asuntos Exteriores suspendiese la convocatoria de nuevas plazas por los recortes presupuestarios, consiguió la plaza en la carrera diplomática. “Fuimos los últimos dieciséis”, afirma como quien ha atravesado un aro de fuego en el que se han quemado todos los demás.

Jorge Vazquez
Jorge Vázquez

Desde entonces hasta ahora ha permanecido ligado a un peso pesado del ministerio: Ignacio Ybáñez Rubio, que en mayo de 2012 fue nombrado director general para el Magreb, África, Mediterráneo y Oriente Medio, desde mayo de 2013  fue director general de Política Exterior y Asuntos Multilaterales, Globales y de Seguridad y, en noviembre de 2014, pasó a convertirse en secretario de Estado de Asuntos Exteriores.

Las labores de Jorge en estos momentos rozan ámbitos tan diversos como Naciones Unidas o los Derechos Humanos y se ocupa también, entre otras cosas, de la administración de los presupuestos del gabinete. Después de acceder a la carrera diplomática, estudió un Máster en Dirección Pública en el IMAP y eso, admite, le permitió hacerse cargo de los presupuestos y sentar las bases para gestionar proyectos. No ha abandonado su pasión académica: “Me gusta mucho enseñar a los estudiantes”.

Pero no solo es por pura pasión de enseñar. Jorge cree que “el diplomático es a día de hoy un coordinador, por lo que ha de saber escuchar y ser capaz de extraer las especificidades y puntos fuertes de lo que le rodea para crear sinergias y en este sentido ser un buen gestor de equipos”. A eso se añade, por supuesto, “una gran capacidad de adaptación, tanto física como cultural”, “capacidad de síntesis” y  “una mente abierta, innovadora”. El dominio de dos idiomas como mínimo se da por hecho.

¿Qué fue lo que le convenció a Jorge de que la carrera diplomática era lo suyo? Principalmente, “la vocación de servicio a España, la oportunidad de trabajar en un entorno internacional y la posibilidad de hacer política, es decir, de tomar decisiones que no solo son técnicas y que tienen consecuencias importantes”. Está convencido de que los conocimientos técnicos son fundamentales pero, al menos en el mundo de la diplomacia, cuando hay que elegir entre dos opciones igual de factibles, las cifras y las leyes no bastan. Hay que valorar los intereses y los valores en juego y a veces crear una tercera vía de la nada. Y arriesgar.

 

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