• Fueras de serie
    Malcolm Gladwell
    256 págs., Taurus, Madrid,
    febrero de 2009 (en español)  

El éxito es una obsesión de los estadounidenses. No es de extrañar que Fueras de serie, un libro que explica las razones por las que ciertos individuos (desde Bill Gates a los Beatles) han triunfado, se haya convertido en un fenómeno editorial al otro lado del Atlántico. Su tesis es tan simple que parece puro sentido común: el talento no basta para ser el mejor, también cuentan las oportunidades y el momento en el que se presentan, el trabajo duro y la suerte.

Fueras de serie son personas que hacen cosas fuera de lo ordinario: los genios, los magnates, las estrellas de rock, los grandes líderes políticos o los deportistas de élite. O como el propio autor, Malcolm Gladwell, periodista y escritor que, con sólo tres libros, ha sido considerado como el pensador más influyente de nuestra época. ¿Había pensado usted que era cuestión de talento natural? Pues Gladwell se dedica a desmontar ese mito y a demostrar que detrás de los logros de cada individuo hay una serie de circunstancias específicas (su nacimiento, su herencia cultural y familiar, la escuela donde estudia, o el contexto económico e histórico…) que hacen posible que aflore el talento y dé frutos.

El libro está lleno de ejemplos, detallados hasta la saciedad. En el caso de Bill Gates, que hubiera ordenadores en  su colegio y en la universidad local (en un momento en el que había muy pocos centros en EE UU con este tipo de tecnología) fue lo que le permitió trabajar durante miles de horas como programador. Los Beatles desarrollaron su capacidad creativa y como instrumentistas tocando cientos de horas en clubes de Hamburgo (Alemania). Los grandes banqueros y los abogados que fundaron las grandes firmas de Wall Street llegaron a la cima no sólo por su talento, sino también por el momento en el que nacieron (entraron en el mercado de trabajo justo cuando esos sectores empezaron a florecer), por su legado familiar (la ética de trabajo y la capacidad emprendedora de sus familias) y por su educación.

Como curiosidad, los asiáticos son mejores en matemáticas porque sus antecesores aprendieron a tener paciencia y a resolver complejos problemas cultivando arroz en pequeñas granjas. Y muchos de los grandes deportistas de élite (jugadores de hockey y de fútbol) llegaron al estrellato porque nacieron en los tres primeros meses del año y, por consiguiente, tenían un poderío físico más desarrollado que sus contemporáneos que nacieron en los últimos meses del año, y se beneficiaron de esta ventaja que les permite destacar en los torneos juveniles.

En todos estos casos, Gladwell rechaza la personalización del éxito y subordina las características individuales (como el talento o la capacidad de trabajo) a las circunstancias y al contexto,  mostrando cómo las personas talentosas que trabajaron duro aprovecharon oportunidades singulares que les llevaron a triunfar. No son los “más brillantes los que tienen éxito”, sino que tienen éxito aquellos que “han tenido oportunidades y han tenido la fortaleza y la presencia mental de aprovecharlas.”

Es difícil resistirse al encanto de los libros de Gladwell. Su pasión por el estudio del comportamiento humano es contagiosa, y tiene un gran talento en hacer que los lectores vean la vida de forma diferente, así como en desarrollar argumentos que proporcionan nueva información sobre el mundo, sobre el funcionamiento del día a día y sobre nosotros mismos.  





























           
El talento no basta para ser el mejor, también cuentan las oportunidades, el momento en el que se presentan, el trabajo y la suerte
           

Pese a todo, el libro adolece de deficiencias empíricas y metodológicas: por ejemplo, no define la cultura ni explica cómo se transmite, y presenta estereotipos como “legados culturales”. Esto es una traba importante, porque uno de sus objetivos es analizar las claves del éxito con el fin de conseguir “que los individuos sean mejores en lo que hacen”. Pero si no entendemos la naturaleza de la cultura y cómo opera, ¿cómo podemos sobreponernos a sus efectos perniciosos o generalizar sus beneficios? Si se aplican sus argumentos al pie de la letra, se corre el riesgo de hacer que los individuos sean prisioneros de sus herencias culturales. Además, sus tesis se apoyan en muchas ocasiones en anécdotas atractivas, pero la evidencia empírica que presenta no sólo es selectiva, sino que también es muy cuestionable su representatividad y su fiabilidad. ¿Por qué no triunfaron otros grupos que practicaron tanto o más que el cuarteto de Liverpool, o programaron tanto o más que el creador de Microsoft?

Sorprende que un argumento tan simple haya cuajado en EE UU. Pero hay que tener en cuenta que en una cultura tan individualista como aquélla el mito del hombre (o mujer) hecho a sí mismo es uno de los fundamentos del sueño americano, y sigue estando muy arraigado. Y la vigencia de esta gran falacia es la que otorga particular interés a la obra, sobre todo ahora que se culpa al capitalismo salvaje de haber llevado a la crisis económica global actual.

En este sentido, Fueras de serie supone un sobrio recordatorio de la importancia clave de otros factores en el éxito de los individuos. Es muy oportuno que se haya publicado en un momento en el que se está produciendo una revisión de esta glorificación del individuo, así como una redefinición de los valores colectivos y del papel del Estado en regular y canalizar de forma adecuada los intereses individuales. La victoria de Obama ha sido el resultado no sólo del fracaso del modelo anterior, sino también del resurgir del espíritu  colectivo: la victoria del “sí, podemos” frente al “sí, puedo”.

La gran contribución de Gladwell es que nos invita a reconsiderar, tras décadas de abandono y de desidia en EE UU y en otros países, la importancia de desarrollar y de fortalecer las instituciones (como los sistemas educativos) que permiten explotar todo el potencial de los individuos.Desde luego, su fórmula funciona. Al menos, en su caso.