Participantes en un mitin de la AfD protestan contra el proyecto de construir un refugio para refugiados en el distrito de Paunsdorf, Sajonia, Leipzig. (Sebastian Willnow/dpa/Getty Images)

Los éxitos electorales del partido Alternativa por Alemania llegan en medio de una confluencia de crisis y amenazan con abrir aún más grietas en el “cordón sanitario”.

Las elecciones regionales de Alemania en Hesse y Baviera del pasado octubre acabaron con dos de los mantras que han marcado el análisis político de Alemania durante los últimos años: que la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) iba camino de convertirse en una fuerza regional del Este del país y que ello supondría el principio del fin del partido fundado en 2013. 

En el estado libre de Baviera, en el sur de Alemania, AfD fue el tercer partido más votado con más del 14% y una mejora de más de cuatro puntos respecto a los últimos comicios regionales bávaros. En el estado federado de Hesse, los resultados de los ultraderechistas fueron incluso mejores: con un 18,5% de los votos –y un avance de más de cinco puntos–, AfD fue segunda fuerza por delante de los socialdemócratas del SPD y los ecoliberales de Los Verdes, y sólo por detrás de los democristianos de la CDU, vencedores electorales. 

Estos resultados en dos estados occidentales de la República Federal acaban con la idea de que AfD era sólo un problema de los territorios orientales correspondientes a la antigua República Democrática Alemana, desaparecida con la reunificación del país en 1990. Con 10 años recién cumplidos, la formación política confirma que su base electoral es sólida y amenaza con seguir creciendo en un contexto de crisis múltiples que abona el terreno para su discurso antisistema, xenófobo y revisionista de la historia alemana.

Alternativa por Alemania lleva meses anclada en el 20% de intención de voto a nivel federal, según apunta la media de todas proyecciones electorales. Si hoy se votase en Alemania, sería segunda fuerza a nivel nacional, sólo por detrás de la unión conservadora CDU-CSU, lo que abre un panorama político similar al que dejaron los comicios regionales de Hesse. Llega por tanto el momento de preguntarse por qué precisamente ahora AfD, tras años de escisiones, graves crisis internas y altibajos, está alcanzado tales intenciones de voto.

Confluencia de crisis

Desde la aparición social y político de AfD en 2013, Europa y el mundo han atravesado diversas crisis: la llamada crisis financiera de 2008 y la resultante gran recesión global, la posterior crisis de deuda y del euro, la "crisis de los refugiados" de 2015, la pandemia del coronavirus, la invasión de Ucrania, con su correspondiente inflación, y ahora la guerra en Oriente Medio. Una de las grandes preocupaciones de los analistas que observan AfD es intentar prever qué los podría llevar hasta las puertas del poder, como ha ocurrido en otros países europeos con otras formaciones políticas ultraderechistas.

El líder regional de Turingia del partido Alternativa para Alemania (AfD) Bjoern Hoecke. (Jens Schlueter/Getty Images)

Ahora nos encontramos ante ...