Qué oportuno que Robert Kaplan (‘La venganza de la geografía’, FP EDICIÓN ESPAÑOLA, junio/julio, 2009) nos recuerde el mensaje de Halford Mackinder en ‘The Geographical Pivot of History’ (‘El pivote geográfico de la Historia’). Kaplan cita acertadamente la opinión de Mackinder de que el hombre inicia y la naturaleza controla, pero luego tacha a Mackinder de determinista. Desde luego, no fue un determinista ambiental en el sentido del término a principios del siglo XX.

Mackinder pensaba que la gran estrategia se desarrollaba en un tablero antiproporcionado por la naturaleza: la distribución de los océanos, las masas de tierra y las vías naturales de comunicación. El espacio podía ver alterada su importancia por la tecnología, sobre todo los ferrocarriles, que Mackinder consideraba, equivocadamente, que iban a cubrir el interior de Asia y aumentar la movilidad del poder del eje (casi acertó: salvo que fue el poder aéreo).

La obra de Mackinder nunca se ha abierto hueco en el canon de la literatura de las relaciones internacionales, pero los estudiosos parecen volver a ella cada pocos años. ¿Por qué ese interés permanente? La respuesta, en parte, es que su argumento sólo pueden probarlo los hechos, y su artículo contiene elementos intuitivos y proféticos. Los matices de su texto permiten que los comentaristas propongan muchas interpretaciones, y eso ayuda a entender por qué cada generación redescubre a Mackinder.


  • BRIAN BLOUET

    Titular de la cátedra Huby de Geografía y Educación Internacional, College of William and Mary,

    Williamsburg, Virginia, EE UU   


 

Kaplan hace bien en recordar al lector las oportunas obras geopolíticas de Braudel, Mahan, Mackinder y Spykman, y en general estamos de acuerdo con él; aunque su tesis, en ocasiones, lleva el determinismo geográfico demasiado lejos.

Sólo nos gustaría que hubiera más discusión sobre la importancia creciente de la geografía en cuestiones tales como la proliferación, los objetivos y la posible prevención nuclear, sobre todo en Oriente Próximo y en el sur de Asia.

India, Pakistán e Israel son potencias nucleares; Irán está casi en ello, y Turquía, Arabia Saudí y Egipto, entre otros, aguardan su ocasión. Si Israel decide adelantarse a Irán y no puede volar sobre Irak debido a las objeciones de Estados Unidos, está la cuestión de si podría hacerlo volando sobre Arabia Saudí y el Golfo Pérsico, atravesando el mar Rojo hasta el mar Arábigo, o disparando misiles desde submarinos situados en este último. Si la situación entre India y Pakistán sufre una escalada y llega al nivel nuclear, ¿con cuánta ventaja cuenta India por su profundidad estratégica?

En cuanto a los actores estatales y no estatales, ¿cuál es el contexto geográfico de la utilización de armas de maleta? ¿Cuál es la geografía del uso de armas biológicas por parte de cualquiera de entre una serie de países? Aquí son cruciales las distancias, las fronteras, el alcance de los misiles y los aviones, las capacidades de reabastecimiento de combustible y un largo etcétera, incluso hasta la geografía de los vientos predominantes. Si los responsables políticos siguen el consejo de Kaplan y vuelven al estudio de la geografía, esperamos que éstas sean algunas de las preguntas que se hagan.


  • GEOFFREY KEMP

    Director de Programas Estratégicos Regionales, The Nixon Center

    Washington DC, EE UU   


  • ROBERT HARKAVY

    Catedrático Emérito de Ciencia Política,
    Pennsylvania State University, EE UU

 

Kaplan cita y aprueba a un “experto” militar estadounidense que dice: “El terrorismo es una actividad empresarial, y en Yemen hay más de 20 millones de personas agresivas, con mentalidad comercial y armadas”; una situación que “aterroriza al Gobierno de Riad”. Me ofende particularmente esta difamación generalizada del pueblo yemení. Sí, los yemeníes son emprendedores e históricamente han estado dotados para el comercio, y se han incorporado a la élite empresarial de Arabia Saudí y de toda Asia. Pero nuestros ciudadanos nunca se han dedicado ni se dedicarán al negocio del terrorismo. Debo recordar a Kaplan que Yemen era un Estado fuerte antes del Imperio Romano y sigue siéndolo hoy. Su población y sus tribus han vivido bajo el imperio de la ley desde los tiempos de la reina de Saba. Además, los yemeníes han convivido con sus hermanos saudíes del norte desde la antigüedad, y no van a violar la soberanía ni la integridad territorial de ningún país vecino, en ninguna circunstancia. Es verdad que Yemen, hoy, está enzarzado en una lucha mortal contra Al Qaeda y sus partidarios, que quieren controlar nuestro escarpado y extenso territorio (que, por cierto, se parece al de Afganistán). La tremenda pobreza de mi país, el alto índice de desempleo juvenil y la simpatía por la situación del pueblo palestino ofrecen también un terreno fértil para reclutar a todo tipo de terroristas. La comunidad internacional, por tanto, tiene el deber de colaborar con el Gobierno de Yemen para reforzar su capacidad de hacer frente a esta plaga. En vez de representaciones difamatorias de los yemeníes como empresarios terroristas, necesitamos ayuda y solidaridad. Las afirmaciones erróneas y tendenciosas, basadas en motivos raciales o religiosos, aunque las hagan los “expertos”, no sirven más que para aumentar la incomprensión entre los pueblos y ayudar a quienes desean sembrar la discordia.


  • ABDULLAH M. ALSAIDI

    Embajador ante Naciones Unidas, Misión Permanente de la República de Yemen

    Nueva York, EE UU   


 

Robert Kaplan responde:

No era mi intención insultar a los yemeníes. Pero evitar por completo las generalizaciones es inmovilizar la discusión. El caso es que son uno de los pueblos mejor armados del mundo y constituyen una nación superpoblada y afectada por la rápida disminución de los recursos hídricos. No hay más remedio que abordar la posibilidad de una revuelta en Yemen que afecte a Arabia Saudí. Brian Blouet tiene razón al decir que Mackinder no era exclusivamente un determinista ambiental. Pero su punto de partida cuando analizaba los asuntos políticos era la geografía, lo cual significa que las acciones de los hombres y la dirección de la historia se producen en un marco ambiental concreto. En ese sentido, sí considero que Mackinder es determinista.