En el artículo ‘La nueva diplomacia’ (FP EDICIÓN
ESPAÑOLA, febrero/marzo, 2005), Shaun Riordan presenta algunas ideas
sugerentes sobre los retos de la acción exterior de hoy. El autor hace
una referencia a la política exterior española y a la carrera
diplomática, señalando que "el servicio diplomático
español se encuentra entre los más conservadores de Europa y
los menos eficaces en la adopción de nuevas formas de hacer política
exterior".

A este respecto, como presidente de la Asociación de Diplomáticos
Españoles (que agrupa al 80% de estos funcionarios), quisiera hacerle
algunos comentarios que pueden dar una visión más completa de
nuestro Servicio Exterior. A pesar de los tópicos y de los lugares comunes,
nuestra diplomacia lleva años adaptándose a un entorno cambiante,
tanto en nuestro propio país como en el escenario internacional, y hoy
es sustancialmente distinta a la de hace 20 o 25 años.

La composición social de los miembros de la carrera diplomática
ha cambiado radicalmente, reflejando en buena medida el cambio de nuestra sociedad.
Nos hemos incorporado con éxito a la Unión Europea y nuestra
política de desarrollo se ha interiorizado como una faceta primordial
de la Acción Exterior.

España ha desarrollado una política activa en el seno de los
organismos internacionales, que conoce hoy un nuevo impulso, y ejerce un indudable
liderazgo en las políticas hacia América Latina y el Mediterráneo,
sin dejar de prestar atención a nuestras responsabilidades mundiales.
España ha pasado de país receptor de ayuda e inversión
a donante, y es uno de los principales inversores internacionales. Nuestras
empresas se han internacionalizado y hemos pasado de ser un país de
emigración a ser uno de los principales receptores de inmigrantes. Difícilmente
se puede creer que todas estas transformaciones se hayan hecho sobre la base
de una "diplomacia ineficaz".

Si hoy España tiene un papel relevante en el contexto internacional,
algo tendrán que ver en ello todos los servidores públicos que
han ido adaptando su formación, trabajo y estilo de vida a esta realidad.
El verdadero desafío para la Acción Exterior debería ser
cómo dotar a nuestro Servicio Exterior de los medios y recursos necesarios
para hacer sostenible este crecimiento y para evitar que se rompan las costuras
de un traje hecho a la medida de otras ambiciones. Por ello, la anunciada reforma
del Servicio Exterior constituye para la carrera diplomática española
una oportunidad que debemos afrontar con el mayor consenso posible, sin temores
y sin prejuicios.

  • Jesús Gracia Aldaz
    Presidente
    Asociación de Diplomáticos Españoles
    Madrid, España

En el artículo ‘La nueva diplomacia’ (FP EDICIÓN
ESPAÑOLA, febrero/marzo, 2005), Shaun Riordan presenta algunas ideas
sugerentes sobre los retos de la acción exterior de hoy. El autor hace
una referencia a la política exterior española y a la carrera
diplomática, señalando que "el servicio diplomático
español se encuentra entre los más conservadores de Europa y
los menos eficaces en la adopción de nuevas formas de hacer política
exterior".

A este respecto, como presidente de la Asociación de Diplomáticos
Españoles (que agrupa al 80% de estos funcionarios), quisiera hacerle
algunos comentarios que pueden dar una visión más completa de
nuestro Servicio Exterior. A pesar de los tópicos y de los lugares comunes,
nuestra diplomacia lleva años adaptándose a un entorno cambiante,
tanto en nuestro propio país como en el escenario internacional, y hoy
es sustancialmente distinta a la de hace 20 o 25 años.

La composición social de los miembros de la carrera diplomática
ha cambiado radicalmente, reflejando en buena medida el cambio de nuestra sociedad.
Nos hemos incorporado con éxito a la Unión Europea y nuestra
política de desarrollo se ha interiorizado como una faceta primordial
de la Acción Exterior.

España ha desarrollado una política activa en el seno de los
organismos internacionales, que conoce hoy un nuevo impulso, y ejerce un indudable
liderazgo en las políticas hacia América Latina y el Mediterráneo,
sin dejar de prestar atención a nuestras responsabilidades mundiales.
España ha pasado de país receptor de ayuda e inversión
a donante, y es uno de los principales inversores internacionales. Nuestras
empresas se han internacionalizado y hemos pasado de ser un país de
emigración a ser uno de los principales receptores de inmigrantes. Difícilmente
se puede creer que todas estas transformaciones se hayan hecho sobre la base
de una "diplomacia ineficaz".

Si hoy España tiene un papel relevante en el contexto internacional,
algo tendrán que ver en ello todos los servidores públicos que
han ido adaptando su formación, trabajo y estilo de vida a esta realidad.
El verdadero desafío para la Acción Exterior debería ser
cómo dotar a nuestro Servicio Exterior de los medios y recursos necesarios
para hacer sostenible este crecimiento y para evitar que se rompan las costuras
de un traje hecho a la medida de otras ambiciones. Por ello, la anunciada reforma
del Servicio Exterior constituye para la carrera diplomática española
una oportunidad que debemos afrontar con el mayor consenso posible, sin temores
y sin prejuicios.

  • Jesús Gracia Aldaz
    Presidente
    Asociación de Diplomáticos Españoles
    Madrid, España

Fe de errores

En el artículo ‘Democracia en árabe’ del anterior
número de FP EDICIÓN ESPAÑOLA (febrero/marzo de 2005)
se mencionaba al "director de al-Dimuqratiya", cuando la responsable
de esa publicación es una mujer, la politóloga egipcia Hala Mustafa.
Esto también rompe el estereotipo sobre los árabes.

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que publique. Es imprescindible que estén firmadas y conste el DNI o número
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