The Imitation Game es un film vibrante y bien pulido con errores históricos que harían revolverse al matemático británico en su tumba.

Nadie que vea esta película sin leer los libros en los que supuestamente se basa podrá conocer, realmente, la personalidad y los logros de su protagonista cuando se levante de la butaca del cine. Eso, por supuesto, no quiere decir que no vaya a disfrutar de casi dos horas de emociones, excelentes interpretaciones, un buen argumento y héroes solitarios. Pasará una buena tarde de cine con el primo lejano de Alan Turing.
Hay un aspecto muy interesante en la polémica que se ha desatado y sólo se ha sugerido de pasada: es posible que los guionistas, los productores y el director fueran conscientes de sus lagunas y patinazos y que hundieran de todos modos los pies en los charcos de barro con la misma intención y disfrute que cualquier niño en estas fechas. Dicho de otra forma, tal vez no sean fallos sino la pura y simple necesidad de justificar sus propias ideas sobre la vida haciendo, eso sí, que las defienda por ellos una cuidada selección de mentes brillantes. Así es cómo la verdad del asombroso matemático y su biografía se habrían puesto al servicio de prejuicios sobre la autoridad y la disciplina, los genios, la forma en la que progresa la ciencia, la homosexualidad en los años del plomo (cuando estaba penada por la ley y denostada socialmente) y el papel de la mujer antes de la revolución sexual.
La autoridad siempre es estúpida
Alastair Denniston, el comandante y director del programa en el que se inscribe el grupo al que pertenecía Alan Turing en Bletchley Park, encarna una de esas ideas con su autoridad arbitraria, su falta de preparación para entender lo que le ofrece el genio que ha contratado y su obsesión con el orden y la cadena de mando frente a la originalidad desordenada del brillante matemático. El mensaje es sencillo: la disciplina es la enemiga de la innovación, la jerarquía no tiene sentido para los creadores y los que limitan o discrepan de los genios y se encuentran en posiciones de poder lo hacen desde la más obstinada de las ignorancias.
Por desgracia, había que deformar primero al Denniston real para que se ajustase al molde como un cupcake de mantequilla. La realidad es que este militar no sólo era un experto analista de criptogramas, con bastantes más horas de vuelo que el propio Turing en este campo, sino que además fue el fundador y primer director del máximo organismo de codificación y cifrado de datos de Reino Unido desde 1919 hasta 1942. Fue él quien consiguió la información de los codificadores polacos que serviría de base para la máquina de Turing y, cuando se retiró en 1945, su ignorancia no le impidió dedicarse a enseñar francés y latín. En la cinta se ve ...
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