¿Para qué sirve la traducción? He aquí dos ejemplos: dos traducciones no  publicadas de un ensayista surafricano y un novelista indio. Nuestro proyecto  de traducción, con un gran número de entradas en Internet, nos lleva desde  una versión sobre el desastre del agente naranja en Vietnam hasta una visión detallada de los refugiados rusos en Alemania. 

‘Apartheid’ lingüístico

Este artículo forma parte de Not Our Leguaan,  de Thomas Dreyer, traducido por el propio Dreyer del afrikáans. 

Soy un escritor de afrikáans. Escribo  en un idioma que es de origen holandés,  pero no es flamenco; de origen  europeo, pero que no es de Europa;  de origen africano, pero que no es de  África –aunque sea el único idioma  que debe su nombre a este (u otro) continente–.  Escribo en un idioma que tiene poco que ver  con tulipanes, molinos o absurdos muñecos  de nieve, un idioma preparado para denotar a  África en toda su atrocidad, crueldad y belleza.  “Aardvark”, “veld” y “wildebeest” son palabras  que el afrikáans ha aportado al mundo. Al igual  que el término “trek”, por supuesto: emigrar,  moverse. Sí, en el idioma de los negocios,  llegar con audacia adonde no ha llegado nadie.  Escribo en afrikáans, un idioma de trotamundos  y emigrantes, de trekkers (senderistas) que  caminaron hacia delante antes de someterse al  Gobierno británico, que caminaron hacia delante  de nuevo cuando Londres ocupó Natal, que  siguió caminando hacia delante obstinadamente  mientras el Free State y el Transvaal y todos  los sueños caían en la fuerza devastadora del  imperio. Y justo cuando la guerra llegaba a su  fin, justo cuando parecía que las cosas iban a  mejor, justo cuando se pensaba que no iba a ser  necesario seguir huyendo, estos emigrantes,  devotos, que habían aportado al mundo los  términos “boer”, “spoor” (rastro), “commando”  (comando) y “puff adder” (víbora bufadora), se  embarcaron en un último viaje de los más ambiciosos.  La invención de la palabra “apartheid”  continuó caminando, alejándose de la cordura y  de la propia realidad.


Escribo en un idioma que tiene poco que ver con tulipanes o molinos, preparado para denotar a África en toda su atrocidad, crueldad y belleza 


Y este término, esta gran A, esta abominación  que construyó una valla alambrada  entre nosotros y el único país que amábamos  y conocíamos, nos ha convertido a todos  en emigrantes. No podemos olvidarnos de  aquellos que lucharon por la libertad, aquellos  que no tuvieron más remedio que exiliarse o  vivir en ese tipo de exilio que no tenía vuelta  atrás. No podemos olvidarnos de aquellos  hombres y mujeres que tuvieron que huir para  poder sobrevivir un día más, o de aquellos  activistas presionados por las fuerzas de  seguridad (cuyas tácticas eran, por supuesto,  extremadamente interesantes). Y no podemos  olvidar a aquellos escritores que tuvieron que  abandonar todo lo que tenían para huir de la  persecución o de la privación o de cualquier  tipo de relación con estos impresentables que  estaban convirtiendo el país en una parodia de  todo lo que habían soñado o en lo que habían  creído. Pero tampoco deberíamos ...