Geneive Abdo (‘Falsos profetas’, FP edición española, agosto/septiembre, 2008) señala con acierto el déficit de voluntad para encarar las raíces reales de la tensión entre las sociedades occidentales y las musulmanas, a pesar de la proliferación de esfuerzos para mejorar esas relaciones. Por desgracia, desde ese sensato punto de partida, afirma erróneamente que el diálogo interconfesional y la educación hacen esos esfuerzos menos creíbles.

Abdo lamenta la cantidad de dinero gastada en educación, por ejemplo (…). Aunque el terrorismo global sigue siendo una seria amenaza y la receta de Abdo en favor del diálogo político es muy importante, su diagnóstico y su crítica sólo apoyan a quienes explotan y se benefician de los miedos irracionales. Sí, hay demasiados discursos que excluyen a los movimientos islámicos. Sin embargo, para avanzar en la causa del diálogo político, necesitamos más voces que continúen abogando por una mayor inclusión, en lugar de jugar con nuestros miedos o minimizar los esfuerzos constructivos. No podemos resolver conflictos políticos ignorando las dimensiones interreligiosa y cultural.

 

  • John Esposito
    Catedrático en la Universidad de Georgetown y director del Centro Príncipe Alwaleed Bin Talal para el Entendimiento Cristiano Musulmán, Washington, EE UU

 

Geneive Abdo responde:

Pocos han hecho más que John Esposito para asegurar que se oiga la voz de los musulmanes. Aunque su defensa del diálogo interconfesional y de los programas culturales como herramientas efectivas para involucrar a la población musulmana es muy deficiente: no acierta a explicar cómo ese enfoque acabaría con el extremismo (…). Los programas de diálogo interreligioso pueden ser beneficiosos, aunque las estadísticas de los Gobiernos europeos y del estadounidense prueban otra cosa: que el radicalismo crece en Europa y en todo el mundo musulmán, a pesar de que están gastándose millones en promover el entendimiento cultural (…). El análisis de Esposito representa una escuela anticuada de pensamiento (…). Sus puntos de vista pueden confortar a los políticos de EE UU, a los gobiernos árabes autoritarios y a los musulmanes occidentalizados, pero hay escasas evidencias de que los musulmanes estén de acuerdo.