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Barack Obama debe empezar a mirar al Sur, no sólo al Este y al Oeste. Le guste o no, la recuperación económica de Estados Unidos, el triunfo en la guerra contra el terrorismo y la superación del reto del cambio climático dependerán del éxito de las asociaciones con los países en desarrollo, asociaciones que no tenemos. Para llegar a ello, necesitamos reestructurar de forma radical el liderazgo de nuestras instituciones globales, desde el Banco Mundial al Consejo de Seguridad de la ONU, para que representen mejor a Brasil, Nigeria, India, Suráfrica y los otros países que suman los cuatro millones de personas más pobres del planeta.

Veamos por ejemplo el cambio climático. No podemos llegar a un acuerdo si el mundo en desarrollo no percibe que le ayudamos a adaptarse a los efectos del calentamiento global. Esto exigirá dinero, no sólo retórica: en lugar de prometer terminar con las subvenciones a los combustibles fósiles, Obama debería reubicar esos fondos de forma que sirvan al propósito de aportar la cuota estadounidense de la promesa global para proporcionar 100.000 millones de dólares hasta 2020 para ayudar a los países en desarrollo a enfrentarse al cambio climático.

Pero el dinero no es el único problema. También nos faltan las herramientas básicas para superar esos retos. Durante demasiados años, el Ejército de EE UU ha sido el contacto más visible de Washington en el mundo en desarrollo. La diplomacia cuenta, y Obama necesita volver a invertir en el Departamento de Estado. La modesta propuesta del presidente de incrementar casi 4.000 millones de dólares no será suficiente, y el Congreso incluso la rechazó. Lo que se necesita es un plan generoso para 10 años con el objetivo de generar recursos adecuados para el Departamento de Estado; de otro modo, la retórica sobre la diplomacia del siglo XXI no será más que eso. Porque cuando EE UU actúa en momentos de necesidad (durante las inundaciones de este año en Pakistán o en la lucha contra el sida en África) no sólo reducimos la pobreza, la enfermedad y los conflictos sino que también erradicamos escondites seguros para los terroristas. Y puede que lleguemos tarde.