No es una ideología política propiamente dicha. Se trata más
bien de un discurso político que, de forma oportunista y demagógica,
instrumentaliza una supuesta voluntad popular para acceder al poder o permanecer
en él. Hablar de discurso sería quizá excesivo, ya que
aquello que se intenta articular políticamente son los prejuicios, temores
y emociones difusos de la gente.
A esta distorsionada definición de la realidad social se la suele acompañar
también de un conjunto de soluciones simplistas para los problemas,
sazonadas a menudo con componentes nacionalistas que tienden a buscar la responsabilidad
por los males sociales en algún enemigo exterior. Aparece también
combinada con grandes dosis de caudillismo o presidencialismo plebiscitario.
El guía carismático, el líder, se presenta como el enlace
natural entre los deseos del pueblo y el liderazgo político.
Tiene el terreno abonado en países con débil cultura cívica
y en los que no ha acabado de asentarse un sistema estable de partidos políticos,
o donde éstos han sido incapaces de vertebrar una adecuada mediación
entre gobernantes y ciudadanos. Este dato objetivo, unido a una situación
de percepción de crisis social aguda, crea las condiciones idóneas
para la tentación populista.
Populismo
No es una ideología política propiamente dicha. Se trata más
bien de un discurso político que, de forma oportunista y demagógica,
instrumentaliza una supuesta voluntad popular para acceder al poder o permanecer
en él. Hablar de discurso sería quizá excesivo, ya que
aquello que se intenta articular políticamente son los prejuicios, temores
y emociones difusos de la gente.
A esta distorsionada definición de la realidad social se la suele acompañar
también de un conjunto de soluciones simplistas para los problemas,
sazonadas a menudo con componentes nacionalistas que tienden a buscar la responsabilidad
por los males sociales en algún enemigo exterior. Aparece también
combinada con grandes dosis de caudillismo o presidencialismo plebiscitario.
El guía carismático, el líder, se presenta como el enlace
natural entre los deseos del pueblo y el liderazgo político.
Tiene el terreno abonado en países con débil cultura cívica
y en los que no ha acabado de asentarse un sistema estable de partidos políticos,
o donde éstos han sido incapaces de vertebrar una adecuada mediación
entre gobernantes y ciudadanos. Este dato objetivo, unido a una situación
de percepción de crisis social aguda, crea las condiciones idóneas
para la tentación populista.
bien de un discurso político que, de forma oportunista y demagógica,
instrumentaliza una supuesta voluntad popular para acceder al poder o permanecer
en él. Hablar de discurso sería quizá excesivo, ya que
aquello que se intenta articular políticamente son los prejuicios, temores
y emociones difusos de la gente.
A esta distorsionada definición de la realidad social se la suele acompañar
también de un conjunto de soluciones simplistas para los problemas,
sazonadas a menudo con componentes nacionalistas que tienden a buscar la responsabilidad
por los males sociales en algún enemigo exterior. Aparece también
combinada con grandes dosis de caudillismo o presidencialismo plebiscitario.
El guía carismático, el líder, se presenta como el enlace
natural entre los deseos del pueblo y el liderazgo político.
Tiene el terreno abonado en países con débil cultura cívica
y en los que no ha acabado de asentarse un sistema estable de partidos políticos,
o donde éstos han sido incapaces de vertebrar una adecuada mediación
entre gobernantes y ciudadanos. Este dato objetivo, unido a una situación
de percepción de crisis social aguda, crea las condiciones idóneas
para la tentación populista.
Populismo
No es una ideología política propiamente dicha. Se trata más
bien de un discurso político que, de forma oportunista y demagógica,
instrumentaliza una supuesta voluntad popular para acceder al poder o permanecer
en él. Hablar de discurso sería quizá excesivo, ya que
aquello que se intenta articular políticamente son los prejuicios, temores
y emociones difusos de la gente.
A esta distorsionada definición de la realidad social se la suele acompañar
también de un conjunto de soluciones simplistas para los problemas,
sazonadas a menudo con componentes nacionalistas que tienden a buscar la responsabilidad
por los males sociales en algún enemigo exterior. Aparece también
combinada con grandes dosis de caudillismo o presidencialismo plebiscitario.
El guía carismático, el líder, se presenta como el enlace
natural entre los deseos del pueblo y el liderazgo político.
Tiene el terreno abonado en países con débil cultura cívica
y en los que no ha acabado de asentarse un sistema estable de partidos políticos,
o donde éstos han sido incapaces de vertebrar una adecuada mediación
entre gobernantes y ciudadanos. Este dato objetivo, unido a una situación
de percepción de crisis social aguda, crea las condiciones idóneas
para la tentación populista.
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Fernando Vallespín es catedrático de Teoría Política
y presidente del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas).
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