Enclaves, fronteras, provincias o países enteros en los que florecen el narcotráfico, el tráfico de personas y el más variado contrabando, pero que escapan, a veces, al radar de la actualidad.

Guardias fronterizos tayikos transportando sacos de opio encontrados en la frontera con Afganistán (Vyacheslav Oseledko/AFP/Getty Images).
Guardias fronterizos tayikos transportando sacos de opio encontrados en la frontera con Afganistán (Vyacheslav Oseledko/AFP/Getty Images).

Tayikistán: peligrosa frontera en un rincón desconocido

De Tayikistán se sabe poco, pero los señores de la droga afganos lo conocen perfectamente. La república centroasiática comparte una porosa frontera de 1.200 kilómetros con Afganistán, y por sus tierras discurre más del 80% de la heroína afgana que se exporta a Rusia y Europa. Dado que el narcotráfico genera ingresos anuales de unos 2.000 millones de dólares (unos 1.600 millones de euros), un volumen equivalente al 30% del PIB nacional, no es extraño que los empobrecidos tayikos accedan a trabajar para los narcotraficantes. Esto ha convertido a buena parte de la población fronteriza en un peón colectivo al servicio de los barones de la heroína, al tiempo que ha aumentado el consumo de la misma.

Consciente del peligro que supone este negocio rebosante para la sociedad local y para la estabilidad de Afganistán, Estados Unidos lleva años ofreciendo asistencia financiera a las autoridades tayikas. Pero los alrededor de 200 millones de dólares que Washington ha transferido a Tayikistán desde 2001, con objeto de entrenar a unidades policiales especializadas en la lucha contra la droga, no se han destinado a combatir contra los grandes narcotraficantes, sino a perseguir a los ciudadanos pobres a los que emplean.

Los fondos extranjeros que ha recibido el país para mejorar sus infraestructuras (procedentes no sólo de EE UU, sino también de otros grandes inversores como China o Irán) han servido sobre todo para facilitar el transporte de la heroína afgana. El negocio prospera, y tanto los señores de la droga como los grupos islamistas centroasiáticos se llenan los bolsillos.

Criminalidad multidisciplinar en Kosovo

La pregunta no es qué tipo de tráfico o contrabando pasa por Kosovo, sino cuál no lo hace. El país más joven de Europa es un epicentro del crimen organizado y del narcotráfico, pero también del tráfico de seres humanos e incluso del de órganos. Poco han podido hacer por detener el crimen la policía local, dependiente de Naciones Unidas, o la misión EULEX lanzada por la Unión Europea en 2008 para hacer frente a la alta criminalidad.

La cuestión del tráfico de órganos, que implicó además la desaparición y asesinato de miembros de la minoría étnica serbia, ha salpicado incluso al primer ministro Hashim Thaci. El mandatario es sospechoso de haber participado en esta sórdida trama en la que podrían haber sido asesinadas (y sus órganos vendidos a extranjeros ricos a la espera de un trasplante) hasta 300 personas. Las investigaciones avanzan lentamente, y EULEX quiere crear un tribunal especial en La Haya el año que viene para llevarlas a cabo, ya que hacerlo en Kosovo sería demasiado peligroso para los testigos.

Mientras se dirime este asunto, el pequeño territorio de Kosovo se consolida ...