
He aquí los desafíos y las oportunidades de prevenir el extremismo violento mediante el desarrollo. ¿Cómo y en qué medida deberían los países crear una respuesta a largo plazo?
El Plan de Acción para Prevenir el Extremismo Violento de 2016 del secretario general de Naciones Unidas pone énfasis en el reconocimiento internacional del papel que desempeña el sector del desarrollo en la lucha contra el extremismo violento.
Los países frágiles y afectados por conflictos ofrecen condiciones propicias al extremismo violento. Además, soportan mayores niveles de este que otros lugares más estables y, a su vez, ese extremismo puede alimentar y agravar los conflictos existentes.
La violencia, el extremismo violento y el conflicto amenazan el desarrollo. El Informe de Desarrollo del Banco Mundial de 2011 concluye que la violencia en sus múltiples formas es el principal obstáculo para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y, como resultado, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2015 incluyen un objetivo específico relacionado con la violencia, la justicia y la paz.
Los distintos actores involucrados en el desarrollo están sometidos a una intensa presión de la comunidad internacional de donantes para abordar el extremismo violento y trabajar más estrechamente con el sector de la seguridad. Tradicionalmente, los actores que están relacionados con el desarrollo y los que lo están con la seguridad han tenido poca interacción en este asunto. Es una cuestión política urgente determinar cómo y en qué medida deberían los países crear una respuesta de desarrollo a largo plazo a una cuestión que se percibe como una amenaza acuciante para la seguridad.
Los desafíos
Las respuestas de desarrollo al extremismo violento se asocian cada vez más al término “Prevención del extremismo violento” (PEV) para describir cómo las medidas de desarrollo a más largo plazo pueden abordar los fallos en la gobernanza y las quejas socioeconómicas que a menudo se encuentran detrás del extremismo en la esfera local.
La creación e implementación de la programación de desarrollo de la PEV no son sencillas. Por ejemplo, no se recomienda renombrar las actividades de gobernanza y desarrollo para ponerlas bajo el paraguas de la PEV. Estas tienen valor intrínseco por sí mismas y el hecho de ponerlas bajo la PEV conllevaría un riesgo innecesario.
En el desafío desarrollo-PEV resulta clave la cuestión, tan familiar, de la debilidad conceptual del extremismo violento. Incluso al nivel más básico, todos los conceptos clave son complejos, controvertidos y están muy politizados. Que terrorismo, radicalización y extremismo violento con frecuencia se usen como sinónimos da la medida de cuán profundo es el problema.
Obviamente, es difícil debatir sobre soluciones de desarrollo para problemas y términos que están deficientemente definidos y que a menudo son objeto de controversia. Este problema conceptual se filtra a la programación de desarrollo de la PEV. “Prevenir” o “contrarrestar” el extremismo violento se usan frecuentemente como ...
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