Nicolás Sarkozy será la estrella indiscutible del escenario político europeo en los próximos seis meses que durará la presidencia francesa de la UE. Jean-Dominique Giuliani, presidente de la Fundación Robert Schuman de París y autor del libro Un Européen très pressé (Un europeo muy apresurado), cuenta a FP en español cómo el estilo Sarkozy puede traer la renovación y el aire fresco que Europa necesita.

 

FP en español: ¿Cómo afecta el no irlandés a la presidencia francesa del Consejo Europeo?

J. G. El no pone a Nicolas Sarkozy en el centro del juego político europeo. Es el coautor del Tratado de Lisboa y, por esta razón, no tiene la intención de dejar que la situación empeore. Además, como es un hombre con prisa, el no irlandés puede animarle a avanzar más rápido en la ratificación, teniendo en cuenta que la próxima presidencia del Consejo Europeo es la de República Checa, cuyo primer ministro, Mirek Topolanek, es un reputado euroescéptico.

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Francia se viste de Europa: "La discreción de Alemania se opone el estilo Sarkozy, que tiende a ser espectacular como los fuegos artificiales", afirma Giuliani.

A corto plazo, puede ocurrir que, o bien Irlanda queda aislada y la integración europea continúa sin ella a través de una fórmula diplomática propia del lenguaje de Bruselas, o hay que construir una Europa a varias velocidades. Esta solución le gusta a Sarkozy, pero puede causar problemas ya que implica que haya excluidos. Por lo pronto, Ángela Merkel ha señalado que se opone a esta idea. Tengo la impresión de que lo ha dicho para tranquilizar a Polonia, donde la ratificación está pendiente de la firma su presidente, Lech Kaczynski, [que ha anunciado que no firmará el Tratado tras el no irlandés] quien se opone a su contenido.

 

FP: ¿Qué puede esperarse de la presidencia francesa de la UE?

J. G. La marca de Sarkozy es que él hace, ante todo, política. Esto puede que moleste y que ponga nerviosos a los socios europeos, pero hay que aceptarlo. No se puede continuar gestionando Europa como lo hace la Comisión, de manera poco transparente y desde un punto de vista sólo administrativo. El presidente francés quiere, de una vez por todas, que se tomen decisiones políticas en Europa como se hace a escala nacional. Aún así, debe saber que hay cosas que son sagradas, como escuchar a los países pequeños y no mirar a los socios en función de su talla. Está claro que el funcionamiento de las instituciones europeas necesita una renovación y aire fresco.
[De la presidencia francesa de la UE] cabe esperar verdaderos avances en materia de política defensa europea. Esto es algo bueno, porque desde hace años se habla de ella, pero no se ha hecho casi nada. En materia de inmigración y de energía pasa lo mismo,  hay un juego raro entre la Comisión y los Estados, ya que nadie considera esos ámbitos de su competencia. Para resolver este tipo de situaciones hace falta determinación y Sarkozy tiene, ante todo, determinación y voluntad política.

 

FP: Nicolas Sarkozy ha alcanzado en sólo un año niveles de impopularidad muy elevados. ¿Cómo puede afectarle esta situación como líder europeo?

J. G. No creo que la situación interior de Francia vaya a influir sobre su capacidad de liderazgo en Europa. La experiencia de anteriores presidencias del Consejo Europeo nos muestra que, salvo raras excepciones, no existe ningún vínculo entre la popularidad del jefe de Estado o de Gobierno y su papel en la UE. La regla que rige el comportamiento de los líderes políticos europeos es de no tener en cuenta la situación interior de los países, sobre todo, porque están habituados al yoyó de los sondeos de opinión. Sin embargo, lo que sí tienen en cuenta es el modo con el que se desenvuelven sus socios en las instancias europeas. En este sentido, el estilo de Sarkozy intriga. En Europa quieren citarse con él porque nunca decepciona, por no decir que es un espectáculo. El presidente francés siempre tiene muchas ideas y una gran capacidad de convicción. Hoy, los Estados de la UE reconocen que es un hombre que quiere reformar su país y que está poniendo en marcha las reformas que Francia necesita.

 

FP: ¿Qué tipo de europeísta es?

J. G. Pertenece a esa generación de políticos en el poder que en España y Alemania ya se conoce desde hace tiempo, pero que acaba de llegar a la dirección política francesa. Se trata de una generación que no ha conocido la guerra. Los otros presidentes de Francia, sin excepción, sí la habían conocido, lo que explica que estuvieran, de algún modo, agarrados al pasado. Sarkozy es un político joven y pragmático para el que Europa forma parte del paisaje político. No se plantea todas las mañanas si es gaullista o no, si es europeo o euroescéptico. Él dice: “voy a hacer una política de inmigración europea”, y lo intenta por todos los medios.

La idea de Sarkozy no es acercar la UE al Reino Unido sino agarrar a los británicos por la manga. Esto no niega el eje franco-alemán.

 

FP: ¿Cómo funciona el eje franco-alemán?

J. G. Merkel está aprovechándose, a escala nacional, de las reformas que lanzó Schröder. La canciller alemana está llevando a cabo una política muy seria pero, en Francia, es el propio Sarkozy el que tiene que hacer el trabajo difícil de reformar su país. Si comparamos la situación de ambos Estados, es cierto que el Ejecutivo galo lleva un retraso considerable en materia de reformas económicas y sociales. Desde el punto de vista internacional, los estilos de Merkel y Sarkozy son bien distintos. Al énfasis en el ir avanzando paso a paso, la seriedad y discreción de Alemania se opone el estilo Sarkozy, que tiende a ser espectacular como los fuegos artificiales. Los temperamentos de Merkel y Sarkozy son muy diferentes. No obstante, es evidente que ambos líderes se han puesto de acuerdo en las políticas a desarrollar en Europa. Por ejemplo, el acuerdo sobre el clima que han alcanzado manifiesta que, sea cual sea sus diferencias, han decidido ponerse de acuerdo. Estoy convencido de que el eje franco-alemán va a funcionar así.

 

FP: El presidente francés ha realizado más gestos diplomáticos hacia el Reino Unido y EE UU que hacia Alemania. Con Sarkozy, ¿la UE se hará más anglosajona?

J. G. No lo creo. La idea de Sarkozy no es acercar la UE al Reino Unido sino agarrar a los británicos por la manga. Esto no niega en absoluto el eje franco-alemán. Incluso cuando Francia y Alemania no se entienden, tras intentar acudir al Reino Unido para ver qué pasa en Londres, al final, acaban volviendo al eje. La UE debe el Tratado de Niza a Jacques Chirac y a Gerhard Schröder y, si se tardó en llegar a un acuerdo, fue porque ambos líderes no se entendieron antes. De hecho, en Europa no existe una mayoría si Francia y Alemania no están en el mismo campo. Matemáticamente puede que la haya, pero lleva a una situación de bloqueo. Sarkozy ha comprendido esto perfectamente. No obstante, el presidente francés tiene la idea de no dejar al Reino Unido fuera de la UE y porque no podemos hacer la defensa europea sin los británicos. Una Europa de tamaño continental no puede existir sin el Reino Unido.
Por otra parte, la cuestión que se plantea con Sarkozy no es hacer de Francia un país más o menos proamericano. El análisis que se hace es: “¿La UE, primera potencia mundial a escala comercial y económica, no va a tener una defensa porque está siempre bajo el paraguas militar de Washington?” La respuesta es no. Los franceses quieren que su país continúe siendo independiente, y como Europa, siga siendo amiga de los estadounidenses. Lo que ocurre es que ya no se tolera que los europeos sean la escoba de EE UU. En el Reino Unido, creo, también se impone esta idea cinco años después de la intervención en Irak.

 

FP: ¿Qué ganan Francia y Europa cuando Sarkozy muestra su buena relación con EE UU?

J. G. Él asume su sentimiento de amistad por Estados Unidos. El presidente francés hará todos los gestos –como que Francia reintegre la estructura militar de la OTAN o ir al Congreso de EE UU para declarar su “amor” por este país– para que quede claro que europeos y estadounidenses somos aliados. Sin embargo, esa alianza no quiere decir que la UE no puede existir por sí misma. No es normal no haber pacificado por nuestros propios medios la antigua Yugoslavia. Los gestos de Sarkozy permiten asegurar a los socios europeos que EE UU es nuestro aliado y que la defensa de la UE no se construye contra Washington, sino que es una herramienta básica para ocuparnos de nuestras preocupaciones.

 

Jean-Dominique Giuliani es presidente de la Fundación Robert Schuman de París y autor de Un Européen très pressé (Editions du Moment, París, 2008).

 

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