Desmontando tres ideas falsas que tienen como fin evitar la revitalización de la defensa europea.
Puede parecer un contrasentido, pero pese a vivir en la era de la información global y de las tecnologías de la comunicación, y por lo tanto de la (teórica) transparencia, la premisa de que mentir proporciona réditos es aplicada de manera recurrente en nuestros días. Un buen ejemplo de este hecho es el acoso que sufren las últimas incitativas para impulsar la Política Común de Seguridad y Defensa de la Unión Europea (PCSD).
A mediados del pasado mes de septiembre, los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE reunidos en Bratislava, sin la presencia de la Primera Ministra británica, señalaban que, ante el momento crítico que vive la Unión, era preciso dar respuesta a la “preocupación de los ciudadanos por lo que perciben como una falta de control y temores relacionados con la migración, el terrorismo y la inseguridad económica y social”.
En un entorno de seguridad degradado, lo que se pretende es que los 27 países que permanecerán en la UE, cuando se concrete la salida del Reino Unido, refuercen el compromiso político común y sigan avanzando en la construcción europea, sobre la base de la solidaridad común.
En este marco, se apuesta decididamente por una PCSD capaz de proteger a la población, territorio y valores de Europa. No obstante, y por razones que sólo entienden de intereses privativos nacionales, se repiten tres falsedades con el fin último de evitar la indispensable revitalización de la defensa europea, como instrumento esencial para avanzar en el proyecto de una Europa segura, libre y abierta.

“Debilitará a la OTAN y por consiguiente al vínculo con EE UU”. La falsa idea de que una PCSD más fuerte podría ir en contra de la OTAN, algo completamente inaceptable para la mayoría de los países europeos, no es nueva en absoluto. Ya desde finales del pasado siglo, las entonces tímidas intenciones de fortalecer la autonomía estratégica de la UE chocaron de modo frontal con los que opinaban que ello significaría un importante menoscabo para la Alianza Atlántica. Sin embargo, la realidad indica que, casi dos décadas después, esta circunstancia debería encontrarse superada.
En primer lugar, los textos oficiales de ambas organizaciones exigen insistentemente la armonización de las actividades. Por ejemplo, la declaración de la cumbre de la OTAN, celebrada en Varsovia el pasado mes de julio, estipula que “la Unión Europea sigue siendo un socio único y esencial para la OTAN”. Además, se reconoce “la importancia de una defensa europea más fuerte y capaz, lo que conducirá a una OTAN más fuerte, ayudando a mejorar la seguridad de todos los aliados, y a fomentar una distribución equitativa de la carga, los beneficios y responsabilidades entre los miembros de la Alianza”.
Ese mismo principio se ha reiterado por parte ...
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