El nuevo Primer Ministro indio, Narendra Modi (derecha), da la mano a su homólogo paquistaní, Nawaz Sharif, durante una reunión en Nueva Delhi, mayo 2014. AFP/Getty Images
El nuevo Primer Ministro indio, Narendra Modi (derecha), da la mano a su homólogo paquistaní, Nawaz Sharif, durante una reunión en Nueva Delhi, mayo 2014. AFP/Getty Images


Estrechar los lazos con los países vecinos es una prioridad en la agenda internacional de Narendra Modi.

El flamante primer ministro indio, Narendra Modi, no ha tardado en marcar su impronta en política exterior. La ceremonia de investidura en Nueva Delhi ha sido una perfecta escenificación de la importancia que concede el nuevo Gobierno a los asuntos internacionales y, particularmente, a su vecindario inmediato. Dirigentes de todos los países vecinos –incluyendo el primer ministro paquistaní– asistieron a la ceremonia, lo que marca un hito en la historia del Sur de Asia. Al igual que sucede en el interior de India, fuera del país –tanto regional como globalmente– las expectativas creadas son muchas. La política exterior de Modi no va a suponer una ruptura brusca con la década Singh, pero seguro será más proactiva, asertiva en algunos casos y con la economía jugando un mayor papel.


India es ya la décima economía mundial y un socio comercial y económico de primera magnitud para las grandes economías asiáticas y países de la OCDE. Sin embargo, la relación económica con sus vecinos es escasa y en algunos casos irrelevante. India afronta un vecindario complicado –todos sus vecinos, salvo Bután, figuran entre los 30 primeros del ránking de Estados fallidos elaborado conjuntamente por la revista Foreign Policy y el Fondo por la Paz– y adverso –todos, de nuevo salvo Bután, albergan importantes sentimientos antiindios–. Las razones son, fundamentalmente, políticas y tienen consecuencias graves, en primer lugar, en lo que respecta a la seguridad india, pero también lastran las posibilidades de desarrollo y aspiraciones globales de  Nueva Delhi.


Pakistán es, como es sabido, la principal preocupación regional de India. Las relaciones entre ambos desde la independencia han pasado por diversas fases, pero nunca han estado exentas de tensiones y desconfianzas. No en vano, se han enfrentado en cuatro guerras (1947-48, 1965, 1971 y 1999) y sólo en los últimos años han estado a punto de hacerlo en otras dos ocasiones (2001-2002 y 2008). En ambos casos, tras graves ataques terroristas contra los parlamentos de Srinagar y Delhi y la ciudad de Mumbai respectivamente, gestados en territorio paquistaní y con clara participación de determinados actores estatales. Por ello, la presencia del primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, en la investidura de Modi, despierta esperanzas sobre la reanudación del paralizado proceso de normalización iniciado en su día por él mismo y Atal Vajpayee, el otro primer ministro del BJP que ha tenido India, y que se vio truncado por la guerra de Kargil (1999) y los atentados terroristas referidos.


Este deshielo indo-pakistaní ha estado plagado de gestos –el sari blanco que ha enviado Sharif para la madre de Modi y el chal que éste le había enviado previamente–, pero también de contenidos –una reunión de una hora entre ambos mandatarios en, según parece, un ...