Personas caminan en las calles de Lima con un póster de la candidata presidencial Keiko Fujimori al fondo. Martín Bernetti/AFP/Getty Images
Personas caminan en las calles de Lima con un póster de la candidata presidencial Keiko Fujimori al fondo. Martín Bernetti/AFP/Getty Images

Cinco claves para entender el balotaje, segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que viene.

“Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie. Esa frase de la película  El gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa parió un concepto de la ciencia política, el de gatopardismo, que puede verificarse en Perú en estos días.

La sorpresa de las recientes elecciones presidenciales la dio la izquierda, pero la segunda vuelta se dará entre dos candidatos orientados a la derecha. El escenario es un tablero político que está cambiando, aunque se trata de un país en el que la disputa real nunca termina siendo entre derechas e izquierdas sino entre nuevos y viejos.

Keiko Fujimori, líder de Fuerza Popular, con el 40% de los votos, disputará el próximo 5 de junio la presidencia con Pedro Pablo Kuczynski, líder de Peruanos por el Kambio (PPK), que obtuvo el 21%. Aunque a Verónika Mendoza, del Frente Amplio de Izquierda y con solo 35 años, no le alcanzaron los votos para continuar en la segunda vuelta, se llevó una cantidad de puntos inesperada (a principio de 2016 reunía tan sólo el 2% de intención de voto).

La previa electoral estuvo condimentada con diferentes tipos de incidentes: todos los candidatos fueron denunciados y tres candidaturas fueron impugnadas, la revelación de los Papeles de Panamá salpicaron a varios contendientes, el Presidente en ejercicio, Ollanta Humala, nunca logró instalar un candidato propio, y un ataque del grupo terrorista Sendero Luminoso dejó 10 muertos a horas de los comicios.

Pueden reconocerse cinco claves que ayudan a entender un poco más el mapa político de Perú de cara a la segunda vuelta de las elecciones:

¿Cómo es posible que un Fujimori pueda volver a ser Presidente? A pesar de que Alberto Fujimori fue condenado a 25 años de prisión por violaciones a los derechos humanos y corrupción durante su mandato presidencial de 10 años (1990 a 2000), su hija Keiko logró cuatro de cada diez votos emitidos. El eje de su campaña estuvo puesto en prometer no cometer “los mismos errores” que su padre, tratando de desvincularse de lo más negativo, pero al mismo tiempo intentando apropiarse de cierta imagen positiva relacionada con las políticas de lucha contra el terrorismo (en un momento en el que Sendero Luminoso multiplica su vigencia) y de mitigación de la crisis económica, que ve sus síntomas en la inflación, algo que Fujimori padre logró controlar durante los primeros años de su mandato, aunque a base de medidas ortodoxas que derivaron en innumerable cantidad de privatizaciones y  en una profunda primarización de la economía. Keiko Fujimori aparece para sus votantes como la mejor alternativa ante un cada vez más amplio sector de la población preocupado por la inseguridad, si hay una frase que repitió frecuentemente en la campaña fue “tengo los pantalones bien puestos para acabar con la delincuencia”. La corrupción, las masacres y las esterilizaciones que sufrieron más de 2.000 mujeres durante el gobierno de Alberto Fujimori quedaron menos en el recuerdo que la sensación de eficiencia económica y mano dura efectiva.

Fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas. Keiko Fujimori lleva las de ganar en cuanto a fuerza territorial, poder parlamentario (haber obtenido el 40% de los votos en la primera vuelta le da poder político, aunque pierda la segunda) y además (si bien fue la primera dama durante el gobierno de su padre y ya ocupó el cargo de diputada durante seis años) logró mostrarse como parte de la “nueva política” y en ese sentido ilusiona con la posibilidad ser la primera presidenta mujer de la historia del país. El novelista Santiago Roncagliolo lo ha escrito recientemente: “Desde 1985 en Perú sólo ha habido dos tipos de presidentes: los que acaban de llegar a la política (orgullosos de no tener experiencia) y Alan García”. Además Keiko podría ser la presidente más joven en acceder a ese cargo, otro ingrediente que le ayuda a instalarse en el rentable terreno electoral de la novedad.

Del otro lado, Kuczynski tiene un panorama más difícil, amenazado por la juventud y el marketing que logró desarrollar su contrincante (del que su partido adolece), además de por el enorme caudal de votos que cosechó Keiko, la principal oportunidad de Kuczynski es el voto anti. Debe apostar por la polarización, instalar a su rival como amenaza es su fortaleza en su difícil objetivo de llevarse a casi todo el electorado que no votó por ella, habitado en gran medida por gente que se ha inclinado por el Frente Amplio de Izquierda (al que intentará conquistar con propuestas de tipo ecologista, de género y derechos humanos). Haber pertenecido a la política juega en su contra y tendrá que intentar ponerlo a su favor apelando a la valorización de la experiencia: fue ministro de Energía y Minas en el segundo gobierno de Fernando Belaúnde Terry y ministro de Economía y Finanzas, además de presidente del Consejo de Ministros durante el gobierno de Alejandro Toledo.

La economía peruana. El país siguió durante la última década un camino orientado al libre comercio y la ortodoxia liberal, diferente al elegido por Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia, mucho más cercano al de Chile y Colombia. El modelo de apertura sin restricciones a la inversión extranjera tuvo impacto medioambiental y un crecimiento económico dependiente de los precios de los minerales.

Algunos analistas califican este modelo como el “milagro peruano”, pero se trata de una economía con baja productividad, poca diversificación, informalidad laboral (el 75% de la población económicamente activa), debilidad institucional en materia de partidos políticos e ineficacia del Estado para enfrentar el crimen organizado.

Se trata de una matriz económica instaurada durante el gobierno de Fujimori y continuada por las administraciones siguientes. Keiko Fujimori dijo compartir los preceptos económicos de Ollanta Humala, a quien el escritor Mario Vargas Llosa (furioso antifujimorista) calificó como el mejor presidente de la historia de Perú.

Teniendo en cuenta que compiten la hija del fundador del modelo económico y el ministro de Economía y Minería de su continuación, se hace difícil pensar que lo que este en juego sea un cambio en materia económica.

La “Ley de Herodes” como contexto. La lógica clientelar del sistema político peruano es uno de los elementos que más dificulta la posibilidad de prever qué puede suceder y sobre todo mitiga las esperanzas de cambios reales.

Para marcar hasta qué punto la corrupción gobierna el sistema político en México se suele decir satíricamente que rige “La ley de Herodes: o te chingas (corrompes) o te jodes”. La misma ley parece regir en Perú.  En febrero el candidato Julio Guzmán, de Todos por Perú (principal competidor de Keiko), fue descalificado sospechosamente por “no presentar correctamente el formulario de inscripción”, según comunicó la autoridad electoral. Cesar Acuña, de Alianza por el Progreso (APP), formación de la que fue miembro Kuczynski, también fue descalificado bajo denuncias de corrupción e incumplimiento de la Ley de Partidos. Sobre el ex presidente y también candidato Alan García recayó una denuncia por organizar un evento llamado “Festialan”, destinado a regalar alcohol y dinero a los asistentes a cambio de votos en una playa al sur de Lima en febrero de este año. Las candidaturas de Keiko y Kuczynski también fueron objetadas, aunque finalmente confirmadas. De Keiko se viralizaron fotos en las que hace entrega en un acto de campaña de unos sobres que aparentemente contenían dinero a participantes de un concurso promovido por su partido. Sobre Kuczynski se difundió un vídeo en el que un asistente suyo ofrecía dádivas en un acto. “El doctor no ha venido con las manos vacías, tenemos para cada barrio 15 cajas de cerveza, también la cañita (aguardiente) pura, también la coquita. Con eso ha venido Pedro compañeros”, se le ve diciendo a Mauricio Vila, una de sus principales allegados, con quien iba a ser candidato a diputado nacional.

El juego de los que no entraron. La mayoría de los consultores peruanos afirma que históricamente hay un margen del 10% del electorado que se mantiene indeciso hasta el último momento. Pero que también hay una proporción considerable de los electores que estarían dispuestos a votar a cualquiera con tal de evitar que un Fujimori llegue al poder. El Frente Amplio de Izquierda está muy lejos del ideario de Kuczynski, pero mucho más lo está de Keiko, hasta participó en todas las movilizaciones populares que hubo en el último año pidiendo la renuncia de Fujimori a la candidatura. Un obstáculo para el apoyo del Frente Amplio es el respaldo que Kuczynski había dado en 2011 a Keiko, cuando ésta disputó el ballotage frente a Ollanta Humala. “Así como Keiko salió a declarar que respeta a la Comisión de la Verdad y que no va a liberar a su padre, PPK tiene que hacer lo mismo, tiene que decir lo que ese electorado quiere oír”, dice la politóloga peruana Adriana Urrutia.