Tras décadas en las que vivió de espalda a la comunidad internacional, Birmania se revela como pieza fundamental en la región tanto en las relaciones con sus países vecinos como con los EE UU y la Unión Europea.

 

 












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Reunión de ministros de Asuntos Exteriores de países ASEAN en Bagan, Birmania.


 

 

En la historia reciente de las relaciones internacionales, pocos países han logrado mejorar su reputación tan espectacular y rápidamente como Birmania en los tres últimos años. Desde que, a principios de 2011, el actual presidente y ex general del ejército birmano, Thein Sein tomara las riendas de un Gobierno semi civil tras obtener la victoria en unas elecciones amañadas en noviembre del año anterior, Birmania ha pasado de ser un "Estado paria", condenado por una gran parte de la comunidad internacional, a recibir casi constantes alabanzas por su transición a lo que los generales denominaron en su día una "democracia disciplinada".


Algunos de los principales países que habían mantenido un estricto régimen de sanciones contra Birmania las han relajado hasta dejarlas prácticamente en nada. El año pasado, la Unión Europea suspendió todas las sanciones que mantenía sobre el país; a mediados de 2012, Estados Unidos envió a un embajador en Birmania por primera vez en más de veinte años. El mismísimo Presidente Obama visitó Rangún en noviembre de ese año: era también la primera vez que un presidente estadounidense en el cargo lo hacía. Pronunció un discurso repleto de alabanzas a Thein Sein en el que, por otra parte, absolvió implícitamente al Gobierno de algunas de las peores violaciones de los derechos humanos cometidas en el país durante su presidencia.


No cabe duda de que muchas cosas han cambiado a lo largo de los últimos tres años. Una parte de esos cambios han sido mejoras: la oposición democrática ya no tiene que actuar en la clandestinidad, el Gobierno ha liberado a centenares de presos políticos (aunque ha encerrado entre rejas a otros), ha levantado muchas -si bien no todas- de las restricciones a la libertad de prensa que convertían Birmania en uno de los países con mayor censura del mundo (a pesar de que algunos periodistas han sido detenidos recientemente) o ha iniciado procesos de alto el fuego con las insurgencias de las minorías étnicas con las que lleva decenios en guerra, aunque los acuerdos sean extremadamente frágiles y la guerra contra la guerrilla de la etnia kachín continúe en el norte del país.


Los cambios en Birmania son probablemente más lentos que la aceptación que ha tenido el nuevo Gobierno por parte de Estados Unidos o la Unión Europea, que habían primado desde finales de los años ochenta la promoción de los derechos humanos y la democracia en sus relaciones con el país. El ejército mantiene un desproporcionado poder político: los militares son prácticamente impunes en la ...