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Estados Unidos y Colombia deben trabajar juntos para conseguir políticas que lleven la paz a Bogotá y la estabilización regional.
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Spencer Platt/ GettyImages
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La paz no es solamente, en estos momentos, una utopía para Colombia, sino una buena política. Los Gobiernos de Barack Obama y Juan Manuel Santos deben hacer una revisión de sus gestiones tras obtener unos resultados polémicos y no concluyentes derivados de una estrategia eminentemente bélica, que dura ya más de una década y que fue apoyada por Estados Unidos a través del Plan Colombia, dirigido a las fuerzas de seguridad colombianas. No obstante, mejorar la efectividad de las políticas actuales implica una inspección minuciosa de las deficiencias de los trabajos realizados en los últimos diez años. Ambos deben tener en cuenta otros procesos de paz en la región y la incorporación de acciones específicas de consolidación de la paz dentro de las políticas de los dos países.
El apoyo de EE UU al Plan Colombia no debe disociarse de la impunidad y la injusticia reinantes en el país. El Ejército colombiano está acusado de perpetrar 3.000 ejecuciones extrajudiciales, hay decenas de miles de desapariciones forzadas y cuentan con más personas desplazadas (5 millones) que cualquier otro Estado en el mundo. El apoyo a los esfuerzos militares, vinculados a las violaciones de los derechos humanos, daña la credibilidad de Washington. En especial...
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