Insignias del astronauta de la ESA Matthias Maurer se ven en su mono en el Centro de Astronautas de la Agencia Espacial Europea en Colonia, Alemania. (Thomas Banneyer/dpa/Getty Images)

La aparición de China como gran potencia económica se ha traducido en su participación exitosa en numerosas misiones espaciales, incluyendo el aterrizaje de naves en la superficie de la Luna. Otros nuevos actores, entre los que destaca India, también se han sumado a esta nueva carrera espacial. ¿Cuál es la estrategia europea?

La Unión Europea, que incluye una población de más de 400 millones de ciudadanos en  27 países y un PIB de unos 17 billones de euros, es uno de los motores culturales, financieros, industriales y tecnológicos del mundo, pero su papel espacial no responde en ocasiones a estas capacidades.

Varios Estados miembros poseen agencias encargadas de sus programas espaciales, entre las que destacan la francesa CNES, la alemana DRL, la italiana ASI o la  británica  UKSA. Además, la Agencia Espacial Europea (ESA) es un éxito completo de  la cooperación transnacional, al igual que la compañía Arianespace, que ha dominado el mercado de los lanzamientos comerciales de satélites hasta hace muy poco tiempo. Recientemente, España ha creado la Agencia Espacial Española (AEE), que debería articular una respuesta independiente a las necesidades del país en todos los sectores espaciales considerados esenciales: investigación y exploración, comunicaciones, desarrollo industrial, y defensa. En cualquier caso, la coordinación europea es y será determinante.

La Estrategia europea para el espacio

La estrategia de la UE pasa por asegurar el acceso autónomo al espacio. Está centrada en las posibles amenazas: seguridad y defensa, según se estableció en 2022. Se propuso entonces la posibilidad de proponer una Ley Espacial de la UE que proporcione un marco común para la seguridad, la protección y la sostenibilidad en el espacio, y que garantice un enfoque coherente en toda la Unión. Esto implica aumentar la soberanía tecnológica de la UE, reduciendo las dependencias estratégicas y garantizando la seguridad del suministro para el espacio y la defensa. Este proceso debería realizarse en estrecha coordinación con la Agencia Europea de Defensa y la Agencia Espacial Europea. Además, es esencial garantizar el acceso autónomo de la UE al espacio a largo plazo, abordando en particular las necesidades de seguridad y defensa y el mantenimiento del bienestar ciudadano y su forma de vida.

La Estrategia Europea para el Espacio identifica tres líneas de actuación: reforzar las bases de las actividades espaciales, mejorar los conocimientos científicos y trasladar los beneficios a la sociedad y a los mercados. Para  implementarla, la Comisión Europea deberá proponer a los Estados miembros unos pasos iniciales y un seguimiento continuo. Entre los primero pasos a dar se encuentra la creación de  un Centro de Intercambio y Análisis de Información (ISAC) para facilitar el intercambio de buenas prácticas entre las entidades comerciales y públicas, la puesta en marcha de los trabajos preparatorios para garantizar el acceso autónomo de la UE al espacio a largo plazo, y el aumentar la soberanía tecnológica de la Unión reduciendo las dependencias estratégicas, además del nuevo marco legal. En paralelo, diferentes países han modificado las responsabilidades de sus fuerzas armadas, extendiéndolas al espacio, como es el caso de Francia o España, siguiendo la estela de China, Rusia o EE UU, aunque solo este último Estado cuenta con un servicio completamente independiente de los otros brazos.

La estrategia espacial europea en seguridad y defensa. Cortesía de Comisión Europea.

La encargada de llevar a cabo estas políticas es la Agencia de la UE para el Programa Espacial (EUSPA), creada a partir de la  Agencia de los Sistemas Mundiales de Navegación por Satélite Europeos y Autoridad de Supervisión del GNSS Europeo. La EUSPA gestiona el sistema de navegación por satélite Galileo, análogo al GPS, o el programa Copernicus, de observación de la Tierra, y es responsable de la seguridad y el desarrollo de aplicaciones derivadas para todos los componentes del programa espacial. La Comisión, por otra parte, delega la investigación y el desarrollo tecnológico en la Agencia Espacial Europea.

La Agencia Espacial Europea y las capacidades económicas

La ESA es una entidad supranacional que coordina la exploración espacial de 22 Estados miembros. Sus actividades cubren las siguientes áreas: observación de la Tierra, ciencia, exploración humana y robótica, desarrollo de lanzadores y de tecnologías espaciales, y las operaciones de diferentes tipos de naves espaciales. La ESA ha desarrollado y explotado una gran flota de naves tanto para la exploración del sistema solar como para la investigación astronómica. La participación en estos programas es obligatoria para todos los países miembros. Así, existen observatorios de rayos X que estudian fenómenos altamente energéticos, exoplanetas o cómo se mueven las estrellas en nuestra galaxia, y las naves europeas orbitan alrededor de Marte o han llegado a cometas. 

La ESA tiene un presupuesto anual de unos 6.500 millones de euros, menos de un tercio de su homólogo estadounidense, NASA, y la mitad de la china, la casi desconocida CNSA. En Europa, la francesa CNES lidera el ránking, con una capacidad financiera que asciende a aproximadamente la mitad de la ESA, aunque los presupuestos de las distintas agencias europeas incluyen las contribuciones a los programas obligatorios y voluntarios de la ESA. 

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que los respectivos gobiernos invierten mucho más en diferentes programas espaciales,  incluyendo las actividades de defensa.  Así, EE UU gasta más de 50.000 millones de euros al año (sin contar a las empresas privadas), China declara más de 10.000 millones, y Japón, Francia y Rusia alrededor de 4.000 millones de euros cada uno. La Unión Europea invierte algo más de 2.000, incluyendo su propia contribución al presupuesto de la ESA.

La Agencia Espacial Europea tiene un programa independiente de exploración humana. Sus astronautas participan de manera rutinaria (si es que hay algo  ordinario en el espacio) en las misiones tripuladas a la Estación Espacial Internacional (ISS), una ambicioso proyecto liderado por NASA, actividad que le permite la ejecución de variados programas de investigación y desarrollo en diversos ámbitos, tanto de ciencia básica como aplicada.

Cooperación internacional y transparencia: la exploración de la Luna

En los últimos años se ha asistido a los inicios de una nueva carrera espacial, especialmente en el caso de la exploración de la Luna y, en menor medida, Marte.  También hay una creciente competición por el acceso, con lanzadores más capaces, versátiles y asequibles, con el Falcon-9 reutilizable como máximo exponente, como por el control de determinadas órbitas, siendo la geoestacionaria el caso más significativo, al ser un recurso limitado. La potencial militarización del espacio, con el desarrollo de equipos de vigilancia o incluso de sistemas de armamento, está añadiendo factores de riesgo adicionales.

Las estrategias europeas pasan por reforzar el papel de los foros multilaterales y promover el uso responsable del espacio exterior mediante medidas concretas y pragmáticas. Así, impulsa el  desarrollo de diálogos sobre seguridad espacial con terceros países, en particular con Estados Unidos y otros aliados. Por tanto, la UE se compromete a evitar esa carrera armamentística y a abogar activamente por reducir las amenazas espaciales mediante normas, reglas y principios de comportamiento responsable.

Al mismo tiempo, la UE tiene que hacer frente a los nuevos retos de seguridad. A través de su  Estrategia Espacial para la Seguridad y la Defensa, la Unión pretende defender sus legítimos intereses de seguridad en el espacio. Al hacer pública esta estrategia, pretende cumplir su compromiso de transparencia y, con ello, seguir fomentando la confianza en las actividades realizadas en el espacio.

En lo que respecta a la ESA, además de la cooperación en la ISS, tiene sus propias iniciativas en relación a la exploración humana. La Luna se ha convertido en destino prioritario debido tanto a los recursos que ofrece como a la posibilidad de convertirla en estación de tránsito hacia otros cuerpos celestes, especialmente Marte. 

Los últimos estudios indican que la Luna contiene una gran cantidad de agua en su Polo Sur, recurso que sería indispensable tanto para la supervivencia de una estación habitada como para la fabricación de combustible para las misiones que fueran hacia planetas, satélites y otros cuerpos menores, sobre todo a Marte y asteroides cercanos a la Tierra en los que se podría encontrar minerales esenciales, tanto para la tecnologías actuales, principalmente electrónica, como futuras, especialmente relacionados con la transición energética. Además, la Luna podría permitir la extracción de helio-3, un isótopo o variante de este gas inerte, que eventualmente podría usarse para la generación de ingentes cantidades de energía. En cualquier caso, la viabilidad tanto tecnológica como económica está todavía por demostrar, al menos a medio plazo. Por último, las condiciones de superficie, incluyendo baja gravedad y oscuridad continua durante dos semanas, permitiría la instalación de gigantescos observatorios que explorasen el cosmos en distintas longitudes de onda no accesibles desde la superficie de nuestro planeta, como el infrarrojo o las microondas.

La ESA, por tanto, es parte fundamental del programa Artemis, liderado por NASA, que devolverá la presencia humana a nuestro satélite, pero en esa ocasión de manera permanente. La Agencia ha desarrollado el módulo de servicio para la cápsula estadounidense Orion, proporcionando agua, electricidad oxígeno y nitrógeno, así como las condiciones de habitabilidad para la tripulación. Participa igualmente en el desarrollo de varios de los módulos de Gateway, una estación orbital lunar esencial para el programa de exploración lunar. Además, en el programa Artemis participan numerosos países europeos de manera independiente a la ESA, incluida España.

La ambición lunar de la ESA va más allá e incluye el desarrollo del Argonaut, una nave espacialmente diseñada para aterrizar directamente sobre la superficie lunar. Ésta será lanzada por el nuevo cohete Ariane 6 en un viaje que durará entre cinco y 30 días, proporcionando así acceso directo e independiente a la Luna para el transporte de cargas y vehículos de exploración.

De manera más genérica, la ESA y la EUSPA mantienen no solo una fuerte política de coordinación entre ellas, sino también con la ONU, EE UU, Canadá, Japón y otros países, y la OTAN, dentro de su política de protección frente a las potenciales amenazas, tanto naturales como  cibernéticas o de cualquier otra naturaleza. No hay que olvidar que el marco regulatorio de todas las actividades espaciales descansa sobre todo en el uso pacífico y en beneficio de la humanidad, según establece el Tratado del Espacio Exterior, en vigor desde 1967. Así, la cooperación está en el centro de las políticas espaciales europeas.