Logo de Petrobras en uniforme de empleado. (Diego Herculano/NurPhoto/Getty Images)

¿Puede ser la petrolera estatal un agente de transformación para cumplir con las “condiciones determinadas a nivel nacional” de Brasil?

La palpable tensión entre sostenibilidad ambiental y desarrollo económico se sitúa en el corazón de muchas de las disputas sobre el clima tanto a nivel nacional como internacional. Brasil, el sexto país más poblado del mundo y la duodécima mayor economía, no es una excepción. Sin embargo, uno de sus “campeones nacionales”, la empresa petrolera de propiedad estatal Petrobras, podría abrir un camino a seguir que reconcilie ambos intereses.

En la actualidad, Petrobras puede parecer una opción poco evidente para encabezar la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono. Recientemente, la compañía se ha visto sometida a un creciente escrutinio en temas medioambientales y personifica numerosos dilemas de riesgo climático físico y de transición. Recientemente, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (IBAMA), la agencia medioambiental del país, denegó a Petrobras su petición para perforar en la desembocadura del río Amazonas. La compañía, que solo cuenta con reservas conocidas de petróleo para otros 12 años, ha apelado la decisión.

Las idas y venidas del Gobierno provocaron una crisis política entre los poderes del Estado. La incertidumbre también generó dudas respecto a las promesas del presidente Luiz Inácio Lula da Silva de fortalecer el historial medioambiental de Brasil, pese, incluso, a que en una reunión sobre el clima en París en junio prometió alcanzar la deforestación cero en la Amazonia brasileña para 2030. En los Acuerdos de París de 2015, a través de sus Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC, en sus siglas en inglés), Brasil se comprometió a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 43% por debajo de los niveles de 2005 para 2030. Algunas informaciones señalan que Lula podría aumentarlas NDC del país al 50%.

Lula tiene una justificada sensación de urgencia dada la exposición de Brasil a los riesgos climáticos físicos y de transición. Efectos adversos como las sequías y los cambios en el nivel del agua podrían devastar el país, que depende de sectores económicos que son sensibles al clima. La agroindustria representa el 27,5% de su PIB y la energía hidroeléctrica es la fuente del 55% de la electricidad de Brasil. Sin embargo, el país tiene un excelente potencial para las renovables. El nordeste brasileño ha instalado 21,03 GW de energía en más de 750 parques eólicos. La región ha más que cuadruplicado su capacidad solar en 10 años con proyecciones de que se duplicará nuevamente para 2030.

Si Lula pretende cumplir este compromiso más ambicioso y a la vez reconciliar las facciones de su base que tienen el foco puesto en el medio ambiente y en temas laborales, Petrobras deberá pasar de la exploración de nuevas perforaciones al reforzamiento de sus iniciativas actuales para una transición ecológica, como la evaluación de posibles joint ventures con la noruega Equinor y con China Energy International. Petrobras necesita moverse con más rapidez.

Vista nocturna borrosa y artística de la sede de Petrobras en el centro de Río de Janeiro. (Pedro Carrilho/Getty Images)

Mauricio Tolmasquim, director de transición energética de Petrobras, ha declarado públicamente que la empresa ya va con retraso en cuanto a descarbonización. El paso de Petrobras a las energías renovables sería de gran ayuda para la transición. Según Europar, las emisiones del sector pasaron del 6,7 % al 8,9 % entre 2005 y 2019. Cuando se evalúan las emisiones de carbono por sectores económicos, el de energía y calor fue el que más aumentó. El segundo mayor crecimiento provino del transporte. Ambos son partes fundamentales de las actividades de Petrobras.

La empresa haría la transición en un momento en que los inversores internacionales son cada vez más optimistas respecto a las energías renovables en Brasil. Si resuelven este problema, el país y su sector energético se posicionarían para liderar la región en esta evolución. Sin embargo, esta transición conlleva graves riesgos. La empresa debe repensar sus inversiones de capital mientras mantiene sus compromisos sociales, que se basan en reservas de petróleo que se prevé que van a disminuir rápidamente.

El plan estratégico 2023-2027 de Petrobras se alinea con las recomendaciones del Grupo de Trabajo sobre Divulgación Financiera Relacionada con el Clima (TCFD, en sus siglas en inglés) y busca aumentar la inversión en fuentes de energía renovable como la eólica y la solar. Sin embargo, en este plan la compañía solo destina el 6% (4.400 millones de dólares) a la energía de bajas emisiones de carbono y un 83% (65.000 millones de dólares) a esfuerzos de exploración en busca de petróleo y gas. En 2012, el Congreso de Brasil implementó una Ley de Regalías que obliga a Petrobras a contribuir con las regalías de exploración del presal a la sanidad y la educación, estableciendo con firmeza que la empresa tiene un papel definido dentro de la sociedad brasileña.

Además de participar en la transición energética, Petrobras también tiene incentivos económicos para abandonar su forma tradicional de hacer las cosas. Brasil actualmente retiene solo 12 años de reservas conocidas de petróleo y gas y, según datos de S&P Capital IQ, se espera que la rentabilidad de la empresa caiga un 33% entre 2022 y 2025. Se prevé que el precio del crudo Brent disminuya un 18% de agosto de 2023 a julio de 2028. La tasa de crecimiento del consumo de crudo y gas de Brasil se calcula que disminuirá del 4,9% al 1,1% entre 2023 y 2032. Por lo tanto, los planes estratégicos actuales y futuros de Petrobras deberían centrarse más en las renovables, que tienen un potencial de crecimiento al alza y ayudarán a Brasil a cumplir sus compromisos del Acuerdo de París.

Mientras tanto, los informes de Fitch indican un aluvión de acuerdos con corporaciones de energía renovable chinas, francesas y españolas y con empresas privadas y públicas brasileñas en los estados brasileños de Minas Gerais y Ceará. Existen previsiones de que la generación de energía renovable no hidroeléctrica crezca un 5,9%, superando las proyecciones relativas al mercado de energía en su conjunto, que se sitúa en un 2,5%.

Los expertos reconocen que Petrobras tiene un “papel fundamental” en el apoyo a una transición verde al centrarse en el biodiesel, compartiendo infraestructura energética con las renovables, la captura de carbono y las inversiones en investigación en energía baja en carbono. Estas expectativas están en línea con la historia de la compañía. En los 70, Petrobras contribuyó a liderar proyectos en Brasil que sentaron las bases para los biocombustibles, como el etanol y el biodiesel. La empresa debe ocupar el centro del escenario en esta última transformación o se arriesga a alejar a sus inversores nacionales e internacionales con conciencia medioambiental, que van desde el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (BNDES) hasta Black Rock y Norges Bank.

Petrobras ha dado pasos importantes. Entre 2015 y 2022, la empresa redujo sus emisiones de CO2 en un 39% y emitió un bono verde por valor de 1.250 millones de dólares en 2022. A esto le ha seguido este año la declaración del presidente de la compañía, Jean-Paul Prates, de que las energías renovables y la eólica son prioridades de Petrobras, como se ha visto en la reciente creación de un nuevo cargo de director para la transición energética y la sostenibilidad.

No obstante, la mayor parte de la disminución de las emisiones provino de reducir la generación de energía, mientras que las emisiones por exploración y producción cayeron sólo un 19%. Petrobras necesitaría revisar su estrategia para reducir sus emisiones de manera sostenible, pero inclinarse hacia la transición energética pondrá a la compañía en posición de dominar este terreno emergente. En mayo, propuso una revisión del plan estratégico que asignaría hasta un 15% de sus gastos de capital a proyectos con baja emisión de carbono. La empresa debería aumentar esa cantidad elevándola anualmente y de forma progresiva hasta al menos un 40% para 2030. El nuevo plan y la asignación se votarán en noviembre.

El gobierno de Brasil también tiene un papel que desempeñar. El Congreso de Brasil revisó la Ley de Regalías en 2013 para proporcionar regalías con fines sociales a los estados que no producen petróleo. Combinando el espíritu de esa revisión con la necesidad de incentivar la aceptación social de la transición, el Congreso debería revisar de nuevo la ley para crear una nueva categoría de regalías orientadas a la distribución social de aquellas que genere la producción de energía verde.

Dado el alto perfil de Petrobras en el sector energético con experiencia comprobada en tecnologías de bajas emisiones de carbono, como la energía hidroeléctrica y los biocombustibles, dar los pasos que se han mencionado anteriormente podría afianzar a Brasil como líder en el hemisferio en materia de energía verde y transiciones de descarbonización. Estas actividades afianzarán a la compañía como un agente vital en energía y medio ambiente y mantendrán la contribución de la empresa al bien social mientras ayuda al país a lograr sus compromisos NDC.

La versión original de este artículo se publicó en Global Americans. La traducción fue realizada por Natalia Rodríguez.