Bolivia es un país joven con mucho potencial que todavía está en búsqueda de una identidad y de un camino propio. Es rica en recursos y cultura, aunque en los últimos años ha sufrido cambios muy radicales y conflictivos que le han afectado económica y socialmente.

Foreign Policy: Desde el 2009 Bolivia tiene una nueva Constitución. ¿Qué ha cambiado?

AFP/Gettyimages

Sociedad Boliviana: Entre los cambios más grandes están que ahora el Estado plurinacional está conformado de manera un tanto artificial por 36 naciones según los idiomas vernáculos existentes. Algunas de estas etnias tienen sólo cien habitantes o menos.

La nueva Constitución dedica todo un capítulo a la hoja de coca, que ahora es reconocida como patrimonio cultural, recurso natural renovable y como factor de cohesión social. También es nueva la posibilidad de reelección del presidente, como lo es la opción de revocarlo. Además, el Estado es independiente de la religión, mientras que antes era oficialmente católico. Entre varios nuevos poderes para los indígenas, se ha elevado a la justicia indígena originaria campesina al nivel de la justicia ordinaria.

Lo más llamativo de esta Constitución es quizá lo polémica que fue y aún es. El camino hacia estos grandes cambios fue muy violento. Fueron tres años de duras confrontaciones entre los que estaban a favor y aquellos que estaban en contra. A pesar de que entró en vigor a través de un referéndum, quedaron muchas preguntas sin responder y muchos temas por resolver. Lamentablemente, la votación tuvo más que nada carácter de plebiscito y por ello le aseguró el éxito al presidente Evo Morales. Analistas y políticos están de acuerdo en que muy poca gente leyó y menos aún entendió el texto. Tanto los que hacían campaña a favor, como los que la hacían en contra, se aprovecharon de este hecho.

FP: ¿En Bolivia existe algo parecido a una sociedad civil que defienda los derechos básicos y la democracia?

SB: Existe, pero es débil. Le falta camino por recorrer. No es como la de los países europeos, por ejemplo. Lo que tenemos aquí son más que nada representaciones de diferentes grupos de interés en forma de sindicatos. Ellos representan a una parte de la sociedad civil. Luchan por los intereses de su gremio y menos por derechos para todos los bolivianos. Lamentablemente usan métodos muy violentos, que perjudican a toda la región afectada e incluso al país entero. Protestas con dinamita en mano, huelgas y bloqueos de carreteras son la norma. Sobre todo La Paz, sede del Gobierno, está malherida porque sufre todos los días las protestas.

En la corta vida democrática que ha tenido este país, no ha habido suficiente interés, tiempo o capacidad para desarrollar una sociedad civil fuerte. La mayoría de la población, y con justa razón, está más preocupada de sobrevivir día a día que de términos abstractos como la democracia o la libertad de expresión. No hay que olvidarse que la democracia no da de comer. Un partido o un sindicato sin embargo ayudan a conseguir trabajo y a poder alimentar a la familia. Eso hace también más fácil comprar el voto de antemano. Además, porque la mayoría de la gente es tan joven, ya casi no queda memoria de lo que significa vivir bajo una dictadura y de los horrores que conlleva. Y por último, la oposición política está muy apagada. Por un lado ha cometido suicidio político desacreditándose frente a la población, por otro lado el nuevo Gobierno se ha encargado de debilitarla.

FP: Se habla mucho del peso indígena en la población boliviana. ¿Cuál es realmente el reparto?

SB: Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) del censo de 2001, un 68% de la población se autodenomina indígena. Lo interesante de esta estadística era que entre las opciones de autoidentificación no había la de mestizo. En otras encuestas, en las que sí se incluye esta posibilidad, el mismo porcentaje de la población, es decir más de dos tercios,  se ve como mestizo, mientras que sólo un 13% como indígena. Lo primordial es que la mayoría considera que es más importante ser boliviano que catalogado como mestizo, indígena o proveniente de alguna región.

FP: ¿Cuál es la situación del narcotráfico en este momento en el país?

SB: La situación es muy preocupante. El Gobierno de Evo Morales admitió que existen vínculos entre el crimen organizado boliviano y el cártel mexicano, Los Zetas. También hay vínculos con los brasileños Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho. Además se tienen pruebas de que el cártel de la droga de Colombia, Norte del Valle, tiene operaciones en el país.

Pero tal vez lo más grave es que los bolivianos han pasado de productores de coca a consumidores de droga. Las substancias ilícitas son cada vez más accesibles y baratas. La cantidad de compradores crece a causa del microtráfico, como también por la comercialización de cocaína y marihuana en las ciudades más pobladas. Con sólo diez millones de habitantes, Bolivia se ha convertido en uno de los países con mayor número de consumidores. Según el estudio Consumo de drogas en Bolivia 1992-2010 del Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas (CELIN), el indicador de consumo en 2010 de cualquier droga ilícita (marihuana, inhalables, clorhidrato y base de cocaína y alucinógenos) es de un 5%. En un país en que la mayoría de la población es joven, esto es alarmante. Además, los criminales se aprovechas de la falta de educación y de oportunidades, y de la tentación del dinero rápido, para atraer a los jóvenes a trabajar para el narcotráfico y el crimen organizado. En México hemos visto a lo que esto puede llevar.

Un avance positivo, sin embargo, es el acuerdo de fortalecimiento binacional de lucha antidroga que firmaron recientemente Brasil y Bolivia. Además, a pesar de haber expulsado a la agencia antinarcóticos estadounidense Drug Enformcement Agency (DEA, con siglas en inglés) en 2008, el Gobierno de Morales acaba de aceptar ayuda económica de Estados Unidos para verificar la destrucción de plantaciones de coca. Esto, a la vez, confirma cuán alarmante es la situación.

FP: ¿Qué pasa con la fuga de cerebros?

SB: Es un gran problema. El país no da suficientes oportunidades a aquellos que están mejor preparados, ni puede ofrecerles el sueldo que reciben en otros países por su trabajo. Tampoco lo intenta. De hecho una ley impide que un funcionario público, incluyendo catedráticos y autoridades universitarias, gane más que el presidente, más de 1.500 euros. Muchas instituciones educativas, por ejemplo, tuvieron que ajustarse a la ley y perdieron a algunos de sus catedráticos. Docentes de alta calificación cambiaron al sector privado, a universidades privadas o se marcharon al extranjero.

Con el nuevo Ejecutivo tampoco ha cambiado el hecho de que se tiene trabajo si se es amigo de fulanito o sobre todo si se es miembro del partido o de algún sindicato o movimiento social adherido a éste. Aunque esta medida calma a varios sectores incendiarios, el país no puede avanzar si se tiene a gente sin el suficiente conocimiento en un puesto, ya sea público o privado. Para aquellos que no se quieren meter ni en política, ni en roscas (camarillas) o sindicatos, sino simplemente trabajar y tener una vida normal, es muy difícil encontrar trabajo en el país. Lo mismo pasa con aquellos que tienen un negocio. Por los problemas en la aduana y con las coimas (sobornos) es muy penoso ser negociante y exportar o importar de manera legal.

FP: ¿Cómo está la economía boliviana?

SB: El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la economía del país crecerá en un 4,5%, pero también que la inflación este año será de más del 10%.

Seguimos siendo muy dependientes de la exportación de materias primas. La minería y extracción de gas natural son las actividades económicas más importantes. Esto nos hace frágiles ante las fluctuaciones de precios en el mercado internacional. Como no hay seguridad para las inversión privada, ni nacional ni extranjera, la inversión directa en el país es una de las más bajas de la región. Por la deteriorada relación con EE UU y por el aumento de los cultivos de coca, Bolivia perdió el tratado de libre comercio con Washington. Varias empresas tuvieron que cerrar y trece mil o más personas perdieron su trabajo.

Al mismo tiempo los precios de los alimentos están muy altos, mientras que los salarios siguen igual y faltan empleos productivos. El comercio informal y el contrabando dominan el mercado. La escasez se siente en el bolsillo y por consiguiente aumentó el potencial de conflicto social. De hecho, un estudio reciente del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) muestra que Bolivia vive el mayor número de protestas en los últimos 41 años. Sólo en el primer trimestre de 2011 ya se produjeron 240 crisis. Más de la mitad estuvieron vinculados a medidas económicas, a la gestión administrativa y a la situación laboral.

El gasolinazo de diciembre de 2010, que incrementó el precio del petróleo en un 82%, fue una de las medidas de mayor impacto en los últimos meses. A pesar de que fue derogado por las protestas de la población, sacó a la luz la inestabilidad e incertidumbre económica que vive el país. Seguimos entre los países más pobres y el mapa del hambre del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas desvela que Bolivia es el único país en Sudamérica en el que hay desnutrición “moderadamente alta”, a pesar de la gran riqueza agrícola que tenemos.

FP: ¿Qué características tienen las relaciones exteriores de Bolivia?

SB: La política exterior ha cambiado radicalmente con el Gobierno de Morales. Las nuevas relaciones se caracterizan por dos aspectos: son altamente antiamericanas y extremadamente pro Chávez. Las relaciones con Estados Unidos se degradaron de tal modo en 2008, que el Ejecutivo boliviano expulsó al embajador de EE UU, acusándolo de conspiración. En respuesta, el agraviado hizo lo propio con el diplomático de Bolivia en Washington. La relación sigue tensa.

En cambio los lazos con Venezuela son fuertes, para muchos, demasiado fuertes. Venezuela tiene presencia en Bolivia a través de acuerdos bilaterales, cooperación financiera y asesoría energética. Hay una concordancia de intereses muy grande entre Hugo Chávez y Evo Morales. Bolivia forma además parte del eje bolivariano y desde abril de 2006, de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA). Además, se ha alejado de aliados tradicionales y acercado a otros como China, India e Irán, dándoles preferencias para inversiones en el país. En todo caso, la actual política exterior está muy ligada al Gobierno de Evo Morales y seguramente cambiaría de forma drástica una vez más, si estuviera otro partido en el poder.

 

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