He aquí las claves de cómo Internet podría ser un elemento determinante para combatir a los yihadistas.
Son una turba de fanáticos asesinos, pero son inteligentes y están cada vez mejor organizados. Han aprendido a manejar las redes sociales como un instrumento a la medida de su propaganda. Son especialistas en mostrar el efecto del terror como instrumento de desistimiento. Enseñan el crimen en sus versiones más directas y sofisticadas, responsabilizando a los gobiernos de los rehenes ejecutados de esas muertes por atacar al yihadismo.
Comienza a ser demasiado familiar: el Estado Islámico, el grupo terrorista que ambiciona la creación de un Califato y extiende sus dominios sobre crecientes partes de Siria e Irak, anuncia la decapitación de una de sus víctimas mediante la circulación en las redes sociales de un vídeo del asesinato. La Red, como mecanismo de difusión de imágenes y vídeos, forma una pieza clave de su estrategia global. No es nuevo el uso de Internet por parte de grupos terroristas, pero nunca antes uno había mostrado tal destreza en el uso de las redes sociales para fortalecer sus músculos.
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