Si los países europeos no pasan pronto de la palabra a la acción en el terreno de las energías renovables perderán la oportunidad de liderar esta revolución energética.

Fotolia. Autor: jpgon
Fotolia. Autor: jpgon

Uno de los grandes retos a los que se enfrenta la Europa y sus instituciones es ser capaz de aprovechar todo su potencial político, económico y social para una nueva transición industrial y energética para hacer realidad una economía competitiva y baja en carbono. Pero lamentablemente hoy, la UE es principalmente una potencia declarativa, en la que la velocidad en la que las palabras se convierten en política y acciones hace que esté perdiendo la carrera por el liderazgo global.

El terreno de la energía es especialmente importante, porque es uno de los factores críticos para el desarrollo. La energía hoy debe conciliar tres pilares fundamentales: seguridad de suministro (autonomía y suficiencia), competitividad (es decir precios asequibles) y sostenibilidad (energías limpias). Un objetivo complejo ante un escenario energético volátil, en  el que se requieren de grandes inversiones e infraestructuras y una gestión inteligente de los activos y redes energéticas. Todo ello solo se puede hacer a escala europea. Sin embargo, para lograrlo hay que, por un lado, ganar la batalla de las ideas, y por el otro, combatir los oligopolios que controlan e influyen en gobiernos y en la opinión pública y, sobre todo, la opinión publicada.

La UE tiene potencial suficiente para ser un líder global en el terreno de las energías limpias, aunque para ello tiene que explotar todo el talento, capacidad de innovación y el capital humano de sus empresas, apoyándolas con una nueva política fiscal que regule mejor el impacto medioambiental de los productos y servicios energéticos. Lamentablemente hoy estamos lejos de ese principio tan proclamado como incumplido de que “el que contamina, paga”. En el mundo, también en el terreno de la energía, hemos pasado del paradigma de la economía de la escasez (combustibles fósiles limitados) a uno nuevo que camina hacia a economía del “coste marginal cero” (con el sol y el viento como recurso ilimitado). Un nuevo paradigma económico que pareciera pudiera caminar hacia un modelo energético europeo basado en energías limpias, pero es más una cuestión de intereses y voluntades que de medios y costes.

 

Los emergentes lideran la apuesta por las renovables

Más allá de Europa parece que lo han entendido, y saben que el futuro energético será renovable o no será. Nunca antes en la historia reciente del mundo, los países habían tenido la oportunidad de desarrollar y gestionar su propia energía sin depender de terceros. Las tecnologías renovables permiten hoy caminar hacia la autonomía y soberanía energética, cambiando sustancialmente el mapa geopolítico y geoestratégico del mundo. Toda una revolución y democratización de las fuentes de generación energética que cambiará de forma sustancial la relación de fuerzas en el ámbito global a medio plazo. Incluso podríamos proclamar que las energías renovables son una energía para la paz, puesto que contribuyen a reducir las tensiones y conflictos por el ...