Más reformas reales y menos corrupción e hipocresía antes de las elecciones.
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ORLANDO SIERRA/AFP/Getty Images Cartel electoral en Tegucigalpa |
En las próximas elecciones en Honduras, están llamados a las urnas alrededor de 5,3 millones de hondureños. Serán las novenas elecciones desde que el país, tras casi 20 años de regímenes militares, volviese a la democracia en 1980.
Los representantes del pueblo a elegir son el presidente de la República, 3 designados presidenciales (vicepresidentes), 128 diputados del Congreso Nacional, 298 alcaldes y 20 diputados de PARLACEN -Parlamento Centroamericano- con sus respectivos suplentes. Por primera vez, participarán 9 partidos (cuatro de ellos surgidos tras el golpe de Estado de 2009). Debido a una alianza de dos instituciones políticas son 8 los candidatos a la presidencia.
Honduras va a la deriva. El país más pobre de Centroamérica está subyugado al narcotráfico que lo carcome mediante crímenes -ostenta la tasa de homicidios por habitantes más alta de mundo-y corrupción. Además de las consabidas crisis en lo social y en lo económico, atraviesa otras severas en sanidad y educación.
El escenario de las próximas elecciones generales será diferente al de las anteriores, puesto que el sistema que ha proporcionado amparo y sosiego a las élites conservadoras durante más de cien años, el bipartidismo político, está agonizando. El Partido Nacional (PN) y el Liberal (PL) se han turnado el poder durante toda la vida republicana. Si empezamos a contar desde el gobierno del primer presidente nacional electo en 1873, dicha formación ha ocupado el poder en 21 ocasiones, que totalizan 73 años de gestión, incluyendo los 16 del caudillo Carías Andino. Los liberales, desde entonces, han dirigido los destinos del país en 11 oportunidades, es decir, 44 años de administración.
El golpe de Estado (o intervención cívico-militar para otros) a la institucionalidad jurídica del país y a la conciencia nacional, es el responsable del fin del bipartidismo, algo totalmente contrario a sus pretensiones.
Como viene siendo habitual, los comicios se desarrollarán entre el fraude y la falta de transparencia. De hecho, el defenestrado Manuel Zelaya, en un ataque de sinceridad, reconoció haber hecho trampas en las elecciones para llegar a la presidencia. En su sorprendente intervención afirmó que el desorden, el fraude y la corrupción forman parte del proceso electoral.
Conocidos los ingredientes, no resulta extraño que el primer plato, las primarias de 2012, se cociesen en un ambiente de fraude generalizado. El segundo, lo sirve el reciente comunicado emitido por la Alianza Hondureña por los Derechos Humanos, según el cual grupos económicos y políticos del oficialista PN y del PL planean desestabilizar el país generando una atmósfera inestable y de temor el día del sufragio para que los electores no ejerzan su derecho al voto.
Desde otros medios señalan a miembros de Libertad y Refundación (Libre), partido coordinado por el ex presidente Manuel Zelaya, de ...
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