Simpatizante de Jeremy Corbyn. Rob Stothard/Getty Images
Simpatizante de Jeremy Corbyn. Rob Stothard/Getty Images

El ascenso de Jeremy Corbyn al liderazgo del laborismo anuncia una era de competencia ideológica que amenaza la permanencia de Gran Bretaña en la UE, y al propio Reino Unido.

¿Cuándo se convierte un cómodo consenso en pensamiento de grupo? Según el psicólogo social Irving Janis, esto se produce cuando el deseo de conformidad se vuelve tan fuerte que las líneas de acción alternativas no son siquiera consideradas, y mucho menos seguidas.

Jeremy Corbyn, el inquebrantable izquierdista que nunca ha ocupado un cargo ministerial, surfeó desde las estancadas aguas del laborismo hasta el liderazgo del partido subido a una ola de pensamiento de grupo. La izquierda británica nunca aceptó del todo la Tercera Vía de Tony Blair y su mayor error, la guerra de Irak, proporcionó el pretexto para demonizarle. Los corbynistas menosprecian a los centristas del partido, a los que llaman “tories rojos”, un proceso que Janis definió como “estereotipar” a los opositores caracterizándolos como rencorosos e intransigentes. La izquierda británica siempre se ha visto a sí misma como la guardiana de la moralidad política, dando lugar a un estado de total certeza en el que los riesgos de las decisiones del grupo -la retirada de la OTAN podrían poner en peligro la seguridad del país, por ejemplo- son descartados de manera refleja. Y Janis también señaló que la certeza moral fomenta el optimismo excesivo: la izquierda británica imagina que la oleada de seguidores de Corbyn que se inscribieron para votar será replicada en el electorado a nivel general, a pesar del hecho de que ningún dirigente de la izquierda laborista ha ganado nunca unas elecciones generales.

El liberalismo estable del periodo anterior a 2008 está desmoronándose, dando paso a una competencia ideológica entre tres tribus políticas -una izquierda corbynita, los conservadores y los nacionalistas escoceses- que pone en peligro la permanencia en la UE de Gran Bretaña, y el futuro del Reino Unido.

Entre 1992 y 2008 hubo consenso sobre las grandes cuestiones políticas de la época: que el Estado debe reflejar y nutrir el liberalismo social del país y proporcionar más derechos y oportunidades a las minorías y a las mujeres; que debe intervenir en los mercados solo para corregir fallos obvios; que la redistribución basada en el trabajo a través de créditos fiscales y de un salario mínimo debe contrarrestar la pobreza y la desigualdad; y que se debería gastar más en la mejora de los servicios públicos. Ahora, los partidos británicos están retirándose hacia zonas de confort ideológico, ignorando o atacando las evidencias que contradicen sus creencias previas, y eligiendo políticas sobre la base, no tanto de un análisis cuidadoso de los resultados, como de ortodoxias tribales.

Las políticas de Corbyn entablan un debate con el espectro de Margaret Thatcher: volver a abrir las minas de carbón que ella cerró; subordinar la política monetaria a la política fiscal; deshacer el programa de privatización que ella comenzó. Corbyn no tiene un programa de reformas estructurales progresistas - ...