
El bloque comunitario se juega su futuro si no potencia la movilidad sostenible, la reforma del mercado de capitales o la autonomía en la producción e importación de materias primas vitales.
Nos preguntábamos hace pocos meses qué había cambiado exactamente en los negocios por causa de la pandemia y cuáles de esas transformaciones se iban a quedar con nosotros. Ahora sabemos que, en el caso de Europa, las tendencias previas a la tragedia sanitaria, sobre todo, se han acelerado. Y esto puede observarse bien en el impulso redoblado de la transición ecológica mediante los fondos de recuperación de la crisis (aceleración de la lucha contra el cambio climático) y en el creciente protagonismo que han adquirido la autonomía productiva o la diversificación del riesgo de proveedores (aceleración del nacionalismo económico y pérdida de confianza en la globalización como la habíamos conocido).
Una de las incógnitas era cómo iba a reaccionar el bloque comunitario ante la llegada de un nuevo presidente estadounidense. Hasta ahora, Joe Biden ha dado nuevos ánimos a las autoridades comunitarias, porque ha seguido su estela con una apuesta abrumadora por el gasto público para estimular y reformar la economía de EE UU, con su impulso de un pacto verde propio para catapultar la transición ecológica y con la forma en la que ha prometido defender el empleo y la producción dentro de las fronteras de su país y también el acceso estable a bienes básicos (y aquí ya no solo hablamos de petróleo, sino también de chips, por ejemplo).
En este contexto de tendencias aceleradas, la Unión Europea está apostando por sectores en los que sabe que se juega su futuro. Y no ya solo ante la primera potencia mundial, sino también ante China, ante el futuro del planeta y ante sus propios ciudadanos. Los sectores se encuentran entre aquellos que más van a soportar el impacto de la transición ecológica, la revolución digital, la transformación del mercado de capitales para pymes y start ups y la autonomía industrial y logística.
Transición ecológica
El verano pasado, la Comisión Europea anunció una nueva vuelta de tuerca a su agenda para la transición ecológica. Concretamente, elevó en 15 puntos la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero que se ha marcado para 2030. El plan de la Comisión debería aprobarse por parte del parlamento de la UE y los gobiernos de los Estados miembros en 2022.
Para conseguir ese objetivo, Bruselas ha promovido el gran puzle del Pacto Verde, que debería movilizar un billón de euros entre capital público y privado para catapultar la transición ecológica. Al mismo tiempo, el 40% de los fondos comunitarios de recuperación de la crisis pandémica en países como España deberán contribuir a los objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático, así como a la meta de plena descarbonización de la economía en 2050.
Como consecuencia, los sectores productivos por los que va a apostar la UE son ...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF