Hace dos años, un polémico manual militar reescribió la estrategia estadounidense en Irak. Ahora, los sencillos, potentes e, incluso, radicales principios de su doctrina deben aplicarse a una guerra muy diferente: el desatendido conflicto de Afganistán. Además, David Petraeus cuenta en una entrevista a FP cómo ganar una guerra en la que todos están perdiendo.

 

Durante los últimos cinco años, la lucha en Afganistán se ha visto complicada por la falta de objetivos estratégicos, la incongruencia de las tácticas y la escasez de tropas. El jefe del Estado Mayor Conjunto [de EE UU], el almirante Michael Mullen, dio en la diana cuando afirmó sin tapujos ante el Congreso de EE UU en 2007: “En Irak, hacemos lo que debemos”. De la otra guerra de Estados Unidos, dijo: “En Afganistán, hacemos lo que podemos”.

Ya es hora de que esta negligencia se sustituya por una estrategia más creativa y más agresiva. El mando central, que supervisa operaciones en Afganistán y Pakistán, está dirigido ahora por el general David Petraeus, el arquitecto de la estrategia contrainsurgente del Ejército estadounidense, que goza de una gran fama por haber sacado a Irak del abismo. Muchos creen que, bajo esta dirección, Afganistán puede cambiar de rumbo y evitar el fracaso al que parece abocado. Hace dos años, Petraeus supervisó la creación de un nuevo manual táctico de contrainsurgencia para los militares de EE UU. Su publicación rompió de manera definitiva con una estrategia perdedora en Irak y reflejaba el enfoque que se abría paso lentamente en Washington: para no repetir los errores de la guerra de Vietnam, el Ejército de Estados Unidos tendría que volver a aprender -e institucionalizar- las principales lecciones del conflicto. En ese momento, la doctrina del manual presentado fue enormemente polémica, dentro y fuera del Pentágono. Y aún lo es. Sus principios clave son simples, pero radicales: centrarse en proteger a los civiles en lugar de en matar al enemigo, asumir mayores riesgos y utilizar el mínimo de fuerza posible en vez del máximo.

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Para un Ejército construido sobre el principio de evitar las bajas con victorias decisivas, muchos creen que estos nuevos preceptos se acercan demasiado al concepto de nation-building (construcción del Estado) y a otras tareas políticas para las que las Fuerzas Armadas están mal dotadas. Otros acusan a la nueva filosofía de justificar con cinismo la presencia continuada de EE UU en Irak: neocolonialismo maquillado con PowerPoint. De cualquier manera, los críticos del manual reconocen un hecho único: la nueva doctrina de contrainsurgencia implica una revisión casi total de la forma en que Estados Unidos debe librar las guerras. Pero tal revisión nunca ha sido más necesaria. Los avances tecnológicos y los cambios demográficos señalan la posibilidad de avanzar hacia un mundo cada vez más desordenado -lo que algunos estrategas militares están llamando “una era de guerra irregular persistente”. La superioridad militar convencional de EE UU ha empujado a sus enemigos a la insurrección para alcanzar sus objetivos. Y en un mundo multipolar ...