Un trabajador con guantes toca el carbonato de litio en la Planta Piloto Llipi en el Salar de Uyuni, Bolivia. El Salar de Uyuni, en la provincia de Potosí, cuenta con las mayores reservas de litio del mundo. (Gaston Brito Miserocchi/Getty Images)

He aquí algunas claves y recomendaciones sobre cómo América Latina y el Caribe, España y la Unión Europea pueden salir beneficiados si aúnan esfuerzos en torno a unos minerales críticos que son vitales para la transición energética.

La transición energética no tiene marcha atrás. La creciente conciencia a nivel global sobre los efectos negativos del cambio climático y la necesidad de reducir la dependencia de los combustibles fósiles es una prioridad de política pública en la mayoría de los países del mundo. En este contexto, los minerales estratégicos se han convertido en el epicentro de una nueva carrera por recursos esenciales para la fabricación de tecnologías limpias. América Latina y el Caribe, con sus vastas reservas de minerales críticos, se encuentran en una posición privilegiada en este contexto. Sin embargo, la región enfrenta desafíos significativos en términos de competencia global, sostenibilidad ambiental y social. La Unión Europea, China y Estados Unidos compiten por estos recursos, y cada vez es más evidente la importancia de cadenas de valor bajas en carbono. España y el resto de los Estados de la UE pueden desempeñar un papel como líderes en la búsqueda de una explotación de estos recursos de manera competitiva y sostenible.

La transición energética implica un cambio fundamental en la forma en que producimos y consumimos energía. Las renovables desempeñan un papel central en esta transición, y los minerales críticos son esenciales para su desarrollo. Éstos incluyen elementos como litio, cobalto, grafeno, neodimio, cobre, zinc, níquel, hierro, manganeso, tierras raras, oro y plata, que se utilizan en la fabricación de baterías, paneles solares, turbinas eólicas, automóviles eléctricos y otros dispositivos clave para la generación y almacenamiento de energía limpia.

América Latina y el Caribe poseen importantes reservas de muchos de estos minerales. Por ejemplo, en Bolivia se encuentra una de las mayores reservas de litio del mundo, esencial para las baterías de vehículos eléctricos. Chile es el mayor productor de cobre del mundo, fundamental en la infraestructura de energía renovable, y también posee importantes reservas de litio. Además, Brasil tiene más del 80% de las reservas de niobio, crucial en la fabricación de aleaciones para turbinas. Estas reservas convierten a la región en un objetivo estratégico para países y empresas de todo el mundo.

Principales reservas de América Latina y el Caribe de minerales críticos (porcentaje de las reservas mundiales). Fuente: US Geological Survey

El gráfico muestra las importantes dotaciones que posee América Latina y el Caribe de minerales considerados como estratégicos por EE UU, Japón, la UE y China. Es importante destacar que estos países clasifican a los minerales como críticos, no solo por su importancia en la transición energética, sino también por su impacto en el desarrollo de industrias nacionales específicas, y que se consideran estratégicas.

El papel de España y el resto de la UE

La Unión Europea puede jugar un papel crítico en el aprovechamiento de estos recursos en Latinoamérica. Si bien el continente carece de reservas significativas de materiales críticos, posee el capital y la tecnología necesarios para la extracción y procesamiento de estos recursos de manera sostenible. Actualmente, varias empresas europeas están invirtiendo en proyectos mineros en América Latina y el Caribe, lo que les permite acceder a minerales clave, sin embargo, la creciente competencia de contrapartes chinas y estadounidenses podría significar la pérdida de oportunidades futuras en el desarrollo de nuevos negocios. 

La prioridad de Europa hacia la transición energética también se refleja en su política de cadena de valor baja en carbono. La UE ha establecido estándares rigurosos en términos de sostenibilidad ambiental y social en la producción de minerales, lo que exige a las empresas cumplir con requisitos estrictos para asegurar la trazabilidad y la responsabilidad en la cadena de suministro. Esto no solo garantiza la sostenibilidad de la extracción de minerales, sino que también promueve la inversión en prácticas más sostenibles en América Latina y el Caribe.

Sin embargo, esto no es solo una cuestión de cumplimiento normativo, también es un factor clave en la competitividad global. Las empresas que adoptan prácticas más limpias pueden atraer a consumidores y socios comerciales conscientes de la importancia de proteger el medio ambiente a través del cumplimiento de  los estándares cada vez más rigurosos de sostenibilidad en todo el mundo. Además, el sector financiero global toma cada vez más en cuenta estándares de sostenibilidad para proveer recursos a determinadas industrias y proyectos.

China y EE UU, las dos mayores economías del mundo, han desarrollado estrategias nacionales para asegurar el suministro confiable de minerales críticos necesarios para la transición energética y el desarrollo de industrias específicas. China, en particular, ha asegurado una posición dominante en la producción y procesamiento de muchos de estos minerales. Su capacidad para ofrecer financiamiento, condiciones atractivas de compra y garantizar una demanda constante le ha dado una ventaja competitiva significativa. Por su parte, Estados Unidos ha establecido como prioridad reducir su dependencia de las importaciones de minerales críticos, lo que ha llevado al desarrollo de cadenas de valor internas. Esto se ha traducido en inversiones en la extracción y procesamiento de minerales dentro de sus fronteras, incluyendo litio y tierras raras.

La importancia de cadenas de valor bajas en carbono en la producción de minerales críticos no puede subestimarse. La minería y el procesamiento de minerales a menudo son actividades intensivas en carbono debido al consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero. Para que la transición energética sea verdaderamente sostenible, es esencial reducir la huella de carbono asociada con estos procesos. Por ello, la explotación de minerales críticos en América Latina y el Caribe se enfrenta a un desafío crucial: equilibrar la competitividad con la sostenibilidad social y ambiental. Si bien la región posee los recursos, la extracción de minerales a gran escala puede tener impactos negativos en las comunidades locales y en el ecosistema. La actividad minera a menudo se asocia con la deforestación, la contaminación del agua, perjuicios a las comunidades locales y la pérdida de biodiversidad.

Para abordar este desafío, es esencial que los gobiernos, el sector privado y las comunidades trabajen juntos para desarrollar prácticas sostenibles. Esto implica una planificación efectiva, la adopción de tecnologías limpias y la implementación de salvaguardias sociales para proteger a las comunidades locales. Además, se requiere transparencia en la cadena de suministro para garantizar que los minerales se extraigan y procesen de manera responsable.

Aerogeneradores del parque eólico Sil y Meda, en Esgos, Ourense, Galicia, España. (Agostime/Europa Press/Getty Images)

España, con su experiencia en energía renovable y una posición geográfica estratégica, puede desempeñar un papel fundamental en la explotación de minerales críticos en América Latina y el Caribe de forma competitiva, y al  mismo tiempo sostenible. El país ha realizado avances significativos en la generación de renovables, especialmente en la solar y la eólica. España también puede aprovechar su experiencia en la gestión de proyectos sostenibles y en la implementación de prácticas comerciales responsables. Puede actuar como un puente entre América Latina y el resto de la UE, facilitando inversiones y transferencia de tecnología para garantizar que la explotación de minerales sea sostenible desde el punto de vista social y ambiental.

España y América Latina y el Caribe comparten un alto compromiso en la lucha contra el cambio climático y la transición verde. Sin embargo, por el hecho de que España pertenezca a la UE, y por sus propias estrategia de reducción de emisiones,  ha logrado diseñar e implementar políticas públicas efectivas dentro de un entorno institucional y legal que provee reglas claras y da estabilidad a las inversiones. A diferencia de la Unión, en el caso de Latinoamérica la coordinación a escala regional ha sido limitada, lo que se traduce en diferencias en las estrategias de transición energética de los países, así como en sus políticas públicas específicas y marcos regulatorios. Esto presenta oportunidades para la cooperación entre ambas regiones.

Algunas propuestas de colaboración

Una alternativa interesante de trabajo conjunto entre España, el resto de la UE y América Latina y el Caribe podría ser en la producción de hidrógeno verde. La combinación de abundancia de minerales críticos, las condiciones naturales de Latinoamérica para la producción de energías renovables, y las capacidades tecnológica de España y otros miembros de la Unión Europea para explotar los recursos de forma sostenible y contribuir a la expansión de la producción de energías limpias, podría convertirse en una alianza ganar-ganar. Esto contribuiría a una aceleración en la transición energética en Latinoamérica, y al mismo tiempo daría oportunidades a empresas españolas y europeas para encontrar oportunidades de negocios rentables.

Otra área de colaboración clave, aprovechando las reservas de litio de la región y las capacidades tecnológicas de España y otros miembros de la UE, podría ser proyectos conjuntos de electrificación del transporte, incluida la producción de automóviles eléctricos y sus partes en América Latina y el Caribe. Para ello, sería importante llevar a cabo esfuerzos diplomáticos y compromisos de inversión que muestren que la combinación de capacidades tecnológicas y la abundancia del recurso natural podría beneficiar a ambas regiones. España y el resto de la UE podrían acelerar sus programas de movilidad eléctrica, y América Latina y el Caribe, que se encuentra rezagada en este sector, podría avanzar rápidamente y aprovechar los efectos derrames de inversiones con contenido tecnológico y la formación de recursos humanos.

Si bien la dotación de minerales críticos es clave para la transición energética europea, no es menos cierto que los mismos también juegan un papel clave para América Latina y el Caribe. A pesar de tener matrices energéticas con un alto componente de energías limpias, principalmente hidroeléctrica, los países latinoamericanos tienen un gran potencial para  desarrollar otras energías renovables como solar y eólica, en donde la UE tiene una larga tradición de inversiones e innovación tecnológica. Es claro que existe espacio para la cooperación en la diversificación de las fuentes de energía de ambas regiones.

El Comisario de Mercado Interior de la UE, Thierry Breton, en rueda de prensa en el Berlaymont, sede de la Comisión Europea, en marzo de 2023 en Bruselas, Bélgica. (Thierry Monasse/Getty Images)

Por otra parte, la UE juega un papel fundamental como proveedor de capital y financiamiento para América Latina y el Caribe, que después de la pandemia aumentó su deuda externa y sus déficit fiscales, lo que limita sus posibilidades de obtención de fondos para financiar proyectos verdes. Los organismos financieros de la Unión, como el Banco Europeo de Inversiones (BEI), y otras instituciones nacionales de ayuda al desarrollo, pueden contribuir a reducir el costo de financiamiento en Latinoamérica. Adicionalmente, España y el resto de los Estados de la UE, tienen una influencia geopolítica importante en las decisiones de la banca multilateral global y regional, que requieren más capital para apoyar a países de ingreso medio, que son la mayoría en América Latina y el Caribe. 

Los minerales críticos son esenciales para la transición energética global, y América Latina y el Caribe juega un papel clave en su producción. A medida que la UE, China y EE UU compiten por estos recursos, la sostenibilidad se convierte en un factor crítico. La adopción de cadenas de valor bajas en carbono y la implementación de prácticas sostenibles son esenciales para garantizar que la explotación de minerales estratégicos sea beneficiosa para todas los actores involucrados. Una asociación estratégica entre Latinoamérica y la Unión, con España como articulador, con proyectos bien definidos, con esfuerzos diplomáticos y con inversión y financiamiento, beneficiaría a ambas partes y al resto del mundo, puesto que se podría acelera la transición energética en ambas regiones y utilizar la riqueza de materias críticas de América Latina y el Caribe de una forma sostenible.